Un debutante sin complejos

El Huesca no acusó los nervios de la primera vez y mostró sus credenciales en Éibar, reforzando al técnico y los jugadores.

Los futbolistas del Huesca celebran en Éibar uno de los dos goles que anotó Álex Gallar para el triunfo por 1-2.
Los futbolistas del Huesca celebran en Éibar uno de los dos goles que anotó Álex Gallar para el triunfo por 1-2.
Rafael Gobantes

Siempre hay una primera vez para todo. Y normalmente esa primera vez, hablemos del ámbito que hablemos, suele proyectar dudas y dar lugar a la aparición de momentos de incertidumbre por el propio desconocimiento de la materia. Usualmente es así. Sin embargo, existen casos en los que la etiqueta de novel no se ajusta a esos parámetros habituales. Ni nervios, ni tensión, ni nada. Hay primeras veces que ya podían ser suscritas por verdaderos maestros. Y sino que se lo digan a la Sociedad Deportiva Huesca, que demostró el domingo en Éibar ser un debutante sin complejos en la categoría reina del fútbol español.

La conquista del estadio de Ipurúa en la función de apertura los altoaragoneses en la Liga Santander (1-2) ha dejado un poso de enorme felicidad en todos los estamentos del club. Y de confianza. Tanto el entrenador Leo Franco como sus jugadores salieron de la ciudad guipuzcoana con un importante refuerzo moral a su trabajo. Por los tres puntos al casillero en el duelo inaugural de su trayectoria en Primera y por las constantes futbolísticas que se observaron sobre la hierba. Desde el mismo arranque del encuentro en Ipurúa, porque la ansiedad por el debut no se personó en el estadio armero.

El Huesca mostró con claridad sus credenciales especialmente en una primera mitad de alto ritmo defensivo y ofensivo que terminó por dinamitar al Eibar. Los dos goles de Gallar fueron la punta de lanza del plan formulado por Leo Franco y su cuerpo técnico. Es como si dicho esquema de la preparación del partido se hubiera cumplido a rajatabla, sin variación alguna respecto a las consignas de los entrenadores.

Funcionaron la dupla de delanteros (Cucho-Longo), los centrales (Pulido-Exteita), los laterales (Miramón-Luisinho), la medular (Melero-Longo), las alas (Moi Gómez-Gallar) y también el portero Werner aportó seguridad desde su posición, sin conceder segundas jugadas soltando rechaces. Prácticamente no despejó el arquero cedido por el Atlético de Madrid, solo blocó.

A través de un esquema 4-4-2, con mucha atención en las vigilancias y acotando al máximo los espacios a su rival, los azulgranas no tuvieron demasiado el balón pero lo que siempre tuvieron fue un exhaustivo orden y, en muchos minutos, el control desde esa idea de salvaguardar tu portería pensando en buscar la contraria en base a las contras y envíos directos sobre Longo.

Además, el Huesca demostró igual su capacidad de sufrimiento cuando el Eibar insistió en sus acometidas en la segunda parte. En definitiva, bastantes cualidades en positivo para un debutante en Primera que ya se ha quitado el peso de encima de la victoria y de la victoria a domicilio. De hecho, el vestuario azulgrana ha comprobado lo melifluo que es un triunfo en el ático futbolístico español. "El primero de muchos", desearon unos cuantos futbolistas a través de sus perfiles en redes sociales.

El hombre del partido, el barcelonés Álex Gallar, reconoció que el triunfo en Éibar elimina la posibilidad de ir acumulando lastres. "Ahora nos hemos quitado todos los complejos que podíamos tener como equipo nuevo en la categoría", manifestó el bigoleador en Éibar. "Por eso ahora la visita a San Mamés la afrontamos de otra manera", añadió el futbolista catalán, de aquí en adelante una leyenda viva del azulgranismo.

Dos estrenos muy llamativos

Gallar fue quien expuso con mayor elocuencia ese desparpajo inusual de un novato, ya que el catalán es uno de los siete futbolistas que podrán decir por siempre, pase lo que pase, que ya han jugado en la máxima categoría.

No fue el único estreno muy llamativo el de Gallar. Mención especial obtuvieron en Éibar el lateral aragonés Jorge Miramón y el centrocampista argentino Damián Musto. El primero, reconvertido a ese puesto en el Reus de Segunda, brilló en todas las funciones; el segundo atesoró personalidad, colocación y fuerza en el eje en su debut también como azulgrana, al habérselo impedido una sanción por dopaje. Aparte, el medio Gonzalo Melero dejó patente su habilidad para alcanzar el área rival y escudriñar cada centímetro cuadrado de césped; y Cucho que en Primera sigue siendo Cucho, a falta de ajustar la puntería. Chimy Ávila y Ferreiro, que entraron desde la reserva, tuvieron un papel menos trascendente.

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