Poco balón para mucha productividad

El Huesca dio 272 pases y atesoró un 31,3% de la posesión total en el partido del domingo en Éibar. Pese al poco manejo del cuero, los azulgranas generaron un buen puñado de ocasiones claras.

El delantero colombiano Cucho Hernández avanza con la pelota durante el partido de Eibar.
El delantero colombiano Cucho Hernández avanza con la pelota durante el partido de Eibar.
Rafael Gobantes

Es difícil sacarle más partido a 272 pases y un 31,3% de la posesión de la pelota durante un encuentro de fútbol. Aunque complicado, no es ni mucho menos la primera vez, ni será la última, que un enemigo doblega a otro sin necesidad de adueñarse del cuero, como dejó latente la Sociedad Deportiva Huesca durante su estreno liguero en Éibar. Con esos números antes mencionados, que denotan un escaso manejo de balón, el equipo altoaragonés fue capaz de generar mucha productividad ofensiva. Y es que en la portería de Dmitrovic solo acabaron entrando los dos remates de Álex Gallar, pero bien pudieron ser más dianas si los de Leo Franco hubieran gozado de una mayor efectividad en la finalización.

En el conocido como deporte rey hay distintas posibilidades de configurar un modelo de juego. Todas ellas son válidas y respetables. Al final apostar por una u otra configuración está influenciado por los designios del entrenador de turno y por las características que ese técnico aprecie en su plantilla.

No son los únicos aspectos que condicionan una idea de fútbol, ya que no es lo mismo ser cabeza de ratón en una categoría que convertirse en cola de león al introducirse en el siguiente peldaño de la escalera.

En el equilibrio entre los pensamientos y gustos del entrenador, las cualidades de su plantilla, el estatus dentro de una división y la propia idiosincrasia del club puede hallarse la fórmula perfecta para el correcto devenir de los acontecimientos. Y a tenor de lo que se apreció en Éibar, el responsable del banquillo azulgrana, Leo Franco, parece haber interpretado bien qué es lo que requiere su Huesca.

"Cuando llegué la liga se verá mucho más clara la idea", espetó el técnico argentino en la previa al choque de Éibar. Dicho y hecho. Un bloque bien armado, con solidaridad entre sus piezas y que prefiere que el rival asuma la responsabilidad de llevar el esférico. Al menos a domicilio. Habrá que ver si en El Alcoraz se aprecian matices diferentes.

En Ipurúa la escuadra altoaragonesa no se prodigó con el balón, con ese 31,3% de posesión y 272 pases que, además, no contaron con un excesivo acierto (67%). Aún así, en la primera mitad, aunque fuera solo en varias pinceladas, el Huesca sí que puso en práctica ese juego de posición marca de la casa de Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’.

De lo que hizo gala el conjunto oscense es de una alta capacidad para obtener buenos réditos en ataque sin una elaboración minuciosa. Realizó seis remates a puerta de un total de ocho intentos, anotando dos goles (29% de efectividad, la segunda más alta por el momento tras el Levante y su descomunal 50%). El Eibar disparó hasta en dieciocho ocasiones, aunque solo seis acabaron entre los tres palos del arco defendido por Werner. De los lanzamientos sobre la portería contraria, prácticamente todos los del Huesca se convirtieron en buenas opciones para anotar.

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