fútbol

El Burgos abduce el factor Cristian Álvarez

El guardameta argentino regresó a la titularidad seis meses después. La Romareda lo volvió a abrazar, pero el habitual salvador nada pudo hacer ante el repaso del rival

Cristian Álvarez responde aplaudiendo a la ovación de la grada en su regreso a la titularidad.
Cristian Álvarez responde aplaudiendo a la ovación de la grada en su regreso a la titularidad.
Toni Galan

El Burgos fue tan superior al Real Zaragoza que Cristian Álvarez no fue factor. El guardameta argentino no fue noticia en La Romareda cuando la noticia era él, su regreso a la titularidad después de seis meses de ausencia. Pero no, el héroe habitual dejó de ser héroe cuando regresó a su puesto habitual, a cuidar la puerta del equipo del león rampante. Tres goles imparables le apartaron de los focos que siempre le apuntan y denunciaron el partido de un famélico Real Zaragoza que no logra escapar de las brasas del descenso.

En el Día dela Madre, el Real Zaragoza anunció la alineación con los segundos apellidos de los jugadores, esto es, con los de sus madres. Quizá por eso nos costó encontrar la titularidad de Cristian en un principio. Apareció con el número 1 Azad, segundo apellido de Cristian Darío Álvarez Azad. Sí, Cristian regresaba a la titularidad. No comparecía en La Romareda desde el 21 de octubre, cuando caímos ante el Eibar (2-3). En total, el argentino había jugado como titular en los 10 primeros careos del curso, con una interesante ratio de victorias: seis. Eso sí, en esta ecuación también hay que considerar el formidable arranque de temporada, con cinco triunfos consecutivos que nos siguen manteniendo vivos en Segunda.

El regreso de Cristian Álvarez no era una vuelta más. El portero llegó en 2017, siempre que ha estado apto para jugar ha jugado hasta la llegada de Édgar Badía, y su aporte siempre ha resultado básico en cualquier conquista aragonesa. En total, hasta ayer había jugado 233 partidos con el Real Zaragoza. Esto es, los mismos que el mejor delantero en la historia del Real Zaragoza y del fútbol español, por supuesto David Villa, y uno más que el mítico central Paco Santamaría. Sin más preámbulos, todo eso es Cristian Álvarez.

La llegada de Édgar Badía constituyó el mejor fichaje del Real Zaragoza en el mercado de invierno. Aportó puntos desde su llegada, en esa fase terminal con Julio Velázquez. Víctor continuó apostando por el guardameta catalán, que ha ofrecido buen rendimiento, aunque quizá haya descendido en sus prestaciones en el último mes. Y eso que los cuatro puntos a domicilio en Huesca y Leganés constituyen un botín extraordinario. Mucho más, después de ver el fútbol desarrollado en el Alcoraz y en Butarque... Pero Cristian llevaba ya un mes entrenando a tope, y Víctor consideró que había llegado el momento de su regreso.

Y llegados aquí, al partido en el que sellar la permanencia, Cristian Álvarez no fue factor. Simple y llanamente porque el Burgos abdujo a un Zaragoza demasiado terrenal. Tan terrenal, que Su Santidad Cristian Álvarez también descendió a la Tierra. El Burgos le metió tres goles como tres soles. El primero, en un eslalon de Montiel finalizado con un disparo que limpió las telarañas de la escuadra. El segundo, ¡a los 20 segundos de la reanudación!, en un disparo del genial Curro desviado por el despistado Mouriño. Y el tercero, en una contra de libro en la que se cayó Francés y Jair (como siempre...) llegó tarde al cruce. Álex le pegó de vicio, cruzado, el balón se estrelló en el palo y entró en la gatera de Cristian Álvarez. Poco, por tanto, se puede pedir a Cristian, que, eso sí, dejó por hora y media su condición divina. No hay que mirarle a él en la derrota. Este Zaragoza, que no ha sido mejor que ningún equipo de los ocho a los que se ha enfrentado hasta el momento en la etapa de Víctor Fernández, tiene muchos culpables, demasiados. Y hasta el momento, ningún salvador. Ni el que siempre nos ha salvado: Cristian Álvarez.

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