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Butarque, el campo maldito del Leganés con ningún triunfo del Real Zaragoza

Desde que el Leganés se cruzó por primera vez con el equipo aragonés en la liga 2002-03 en Segunda División, los zaragocistas no han sido capaces de ganar nunca en ese terreno de juego. 

Imagen del primer Leganés-Real Zaragoza de la historia en Butarque, en 2003. Se ve a los zaragocistas Komljenovic, Jesús Muñoz, Espadas y Soriano.
Imagen del primer Leganés-Real Zaragoza de la historia en Butarque, en 2003. Se ve a los zaragocistas Komljenovic, Jesús Muñoz, Espadas y Soriano.
Dune Solanot

El 7 de junio de 2003 jugó el Real Zaragoza por primera vez en el estadio de Butarque de Leganés, al sur de Madrid. Fue aquel año en Segunda División con Paco Flores, tras el descenso traumático con Marcos Alonso la campaña anterior con el equipo millonario lleno de internacionales como Drulic, Galletti, Bilic, Milosevic, Esquerdinha, Chainho, Komljenovic, Acuña, José Ignacio, Aragón, Aguado, Juanele, Paco Jémez, Rebosio, Jamelli... Han pasado casi 21 años de ese evento. Nunca hasta entonces se habían cruzado estos dos equipos en ninguna competición. 

Ganó el Leganés 2-0. Ya en la primera vuelta, los madrileños se le habían atragantado en La Romareda al Real Zaragoza, que ascendió a la primera a Primera (como siempre fue hábito hasta la llegada de esta década ominosa vigente, ya sobrepasada en su año 11), con un 2-2 de aperitivo. Ese día de junio, de verano puro y con 42 grados, dos goles de un argentino de poco vuelo, de nombre Calandria, arruinaron las aspiraciones de ascender matemáticamente de los zaragocistas en el recién estrenado Butarque, que dio el relevo al vetusto, arcaico y reducido campo Rodríguez de Miguel, en el que los leganenses habían debutado en el fútbol profesional pocos años antes. 

Porque ese día, en efecto, el Real Zaragoza acudió a Madrid con el lamín de que, ganando al Leganés, que era equipo del cuarteto del descenso (acabó 19º, cuarto por la cola, pero se salvó de la caída a Segunda B en los despachos, por el descenso administrativo del Compostela semanas después), lograba subir a primera matemáticamente a falta aún de 3 jornadas. Entonces, la liga se estiraba hasta finales de junio. No había promoción. Ascendían los tres primeros del tirón. Fue el primer bofetón recibido en la historia por los blanquillos en un campo que, con el paso de los años, se ha consolidado como gafe y maldito para ver ganar al Zaragoza ahí. 

Ha habido cinco visitas más a Butarque desde esa fecha de 2003. Hubo dos empates seguidos cuando se reanudó el vínculo con el Leganés, 2-2 en la liga 2014-15 y 1-1 en la 2015-16. Y, tras un paso por Primera División de los madrileños que duró hasta cuatro campañas, las últimas tres presencias seguidas del Real Zaragoza allí han sido tres derrotas: 1-0, 2-1 y, de nuevo, 2-1 el curso pasado. 

Todos los partidos del cuadro aragonés en Butarque se han caracterizado por el mismo patrón: mal fútbol, dificultades para descifrar el juego de los locales, tardes o noches de errores defensivos notorios y, al final, marcadores que no han traído triunfos por decantación lógica ante la mala imagen dejada siempre en esa hierba. El día del 2-2, que era también partido de final de curso en 2015, la última jornada con un sol de justicia, los goles de Willian José (de penalti) y Eldin Hadzic fueron restados por los de Chuli y Eraso. Al menos, ese punto dio paso a la promoción que, tras eliminar milagrosamente al Girona, dio paso a la final perdida a falta de 7 minutos en Las Palmas. En la cita del 1-1, Jorge Díaz (uruguayo de poco calado en este Zaragoza de plata y hojalata que nadie logra mejorar) igualó el gol local de Borja Lázaro, al inicio del curso 15-16 que acabaría con el Leganés en la élite. 

Y ya en el último trienio, en lo más reciente, ir a Leganés ha sido sinónimo de decepción ineludible. El año de la pandemia, la liga 20-21, el cuadro madrileño ganó 1-0 con un gol de José Arnáiz en un duelo en el que los zaragocistas no tiraron a puerta ni una sola vez en 98 minutos. Hace dos campañas, otro tanto de José Arnáiz reforzado con un segundo de Cissé dejaron en agua de borrajas un tanto inútil de Azón casi fuera de tiempo que fue mero maquillaje. Y hace pocos meses, un doblete del exzaragocista Juan Muñoz (el pepinazo de Luis Milla) puso en evidencia a un mal Zaragoza que se había adelantado con un tanto de Simeone

Ahora, a finales de abril de 2024, parece un buen momento para romper con este mal fario y esta tendencia histórica. A la séptima intentona, ¿logrará por fin el Real Zaragoza extraer un triunfo en Leganés? Será, de suceder, una de las sorpresas del momento, pues los de Madrid son los líderes de la división. 

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