fútbol

Adrián Liso resuelve el crucigrama del Real Zaragoza

El canterano resucita al cuadro zaragocista en el mejor momento del Huesca. Marcó su primer gol con el equipo del león y abrió la puerta a una sufrida victoria en el Alcoraz

La SD Huesca y el Real Zaragoza juegan este sábado el segundo derbi de la temporada, después de la victoria azulgrana de la primera vuelta en La Romareda.
La SD Huesca y el Real Zaragoza juegan este sábado el segundo derbi de la temporada, después de la victoria azulgrana de la primera vuelta en La Romareda.
Toni Galan

Un gol es poco para mensurar todo la que ayer aportó Adrián Liso al Real Zaragoza. Sí, marcó un gol el juvenil, su primer tanto con la camiseta del equipo del león. Pero, sobre todo, desarrolló un efecto rehabilitador, multiplicador, cuando peor estaba el equipo de Víctor Fernández, totalmente a merced del Huesca desde que los altoaragoneses se adelantaron. Y ahí, en mitad del acoso local, apareció Adrián Liso para fabricarse él solito un gol que era, que fue, un tesoro. Arrancó por la banda derecha, que no es la suya, pero tras lo visto en el Alcoraz también lo es. Le derribó Loureiro, pero el galgo de El Burgo se levantó y encaró escorado a Álvaro Fernández. El Arconada de la Segunda División se comió el disparo de zurda del chaval. Pero se lo tragó porque Adrián Liso disparó, porque antes peleó un balón que no lo pelea nadie (bueno, quizá Azón...), porque donde todos se hubieran tirado para cobrarse la falta él se levantó. Se levantó y levantó a un Zaragoza seriamente tocado en inferioridad.

Antes de que apareciera Liso, había llegado la ventaja altoaragonesa, igual que después llegó el gol de penalti en la falta que el árbitro jamás hubiera señalado dentro del área. Pero la pitó fuera y el VAR le corrigió. Todo esto, reitero, fue antes y después del verdadero punto de inflexión de la reunión, de la acción de Adrián Liso que lo cambió todo. No solo el resultado, sino, lo que es mucho más importante, a su mismo equipo, a un Real Zaragoza que salió muy reforzado de Huesca y con la permanencia prácticamente abrochada.

Si ante el Elche Víctor Fernández renunció a la pelota, ante el Huesca renunció a la defensa de cuatro. Pintó una defensa de cinco, con Mouriño, Lluís López y Francés en el centro. Francés en la izquierda del centro, por cierto. Gámez y Lecoeuche cubrían las bandas, con la habitual alegría de Fran Gámez por la derecha. Marc Aguado, Toni Moya y Maikel Mesa en el medio, e Iván Azón y Adrián Liso a correr arriba.

La cosa empezó bien, teniendo la pelota y tal; pero pronto se estropeó al marcar el Huesca en un córner defendido (?) de forma infame por el Zaragoza. Entró el VAR y por milímetros concedió un gol, con Joaquín como gran amigo de Arquímedes y la trigonometría. Mandó el Huesca de forma clara hasta que apareció de la nada Adrián Liso, que firmó un gol de fe, además de una sonora cantada de Álvaro. Después de ocho porterías a cero y de 11 partidos sin perder, el porterazo del Huesca se la comió enterita.

Aún marcaría un segundo gol el Zaragoza antes del descanso, en una falta señalada fuera por el árbitro, con un absurdo manotazo de Javi Martínez a Maikel Mesa. Pitó falta pensando que era fuera. Si no, no la pita ni en broma... Pero el peritaje VAR le enmendó y tuvo que señalar penalti: 1-2, y lo que luego sería a primera victoria desde octubre, allá en el Principado de Andorra.

En la reanudación, aguantó como pudo el Zaragoza. Obeng tuvo el empate, que no hubiera sido injusto, como tampoco lo fue el triunfo zaragocista. Mouriño, que ayer jugó de central, se autoexpulsó. En esa apuesta, en la de Mouriño, igual de lateral que ayer de central, se ha equivocado Víctor Fernández. Todo lo contrario que con Adrián Liso. Acierto de lleno con un chaval que ayer marcó su primer gol de los muchos que le esperan en el Zaragoza.

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