real zaragoza

Víctor Fernández no encuentra el gol

El cambio de entrenador aún no tiene efectos en la crisis ofensiva del Real Zaragoza. El equipo suma cinco jornadas sin marcar y solo ha marcado un gol en sus últimos siete partidos. 

Partido Mirandés-Real Zaragoza, jornada 32 de Segunda División
Partido Mirandés-Real Zaragoza, jornada 32 de Segunda División
PRENSA-2

“Tenemos que dar un salto cualitativo en los últimos treinta metros que a día de hoy no lo hemos dado y que nos va a costar”. Esta pincelada de Víctor Fernández al acabar el partido contra el Mirandés sirve como balcón desde el que asomarse a la ruina ofensiva que amenaza con llevarse por delante al Real Zaragoza del fútbol profesional. El equipo enlazó en Anduva su quinto partido seguido sin marcar gol. No se le transformó ni al Villarreal B, ni al Amorebieta, ni al Valladolid ni al Espanyol, ni al Mirandés. Da igual el tamaño, potencial o aspiraciones del adversario. El Zaragoza no le hace gol a nadie.

Una crisis espantosa, empeorada aún más si se abre el foco: en las últimas siete jornadas, solo ha metido un tanto, de un central, por cierto, Alejandro Francés, y contra un rival con un futbolista menos, el Cartagena. En el Zaragoza, aunque avanzados como Mollejo o Manu Vallejo han dejado goles por el camino a cuentagotas; no anota un delantero centro desde octubre.  Y frente a un adversario con once, el equipo aragonés no marca desde la ficticia goleada contra el Sporting, con tres tantos fruto, esencialmente, de regalos defensivos.

Este descalabro ofensivo del equipo aún no ha encontrado solución bajo el método y los postulados de Víctor Fernández. El técnico aún no conoce el gol desde que asumió el equipo. Dos partidos en los que ha habido una leve mejora en intenciones ofensivas y un pequeño incremento del volumen de ocasiones en las segundas partes contra Espanyol o Mirandés; pero que han sido insuficientes. Al equipo le siguen faltando instrucciones tácticas capaces de elevar su estatura ofensiva. Es decir, soluciones de entrenador. Víctor aún no ha hallado esas teclas.

A su llegada al Real Zaragoza hace tres semanas, el técnico se mostró confiado de poder hacerlo. “Se pueden resolver los problemas y yo voy a ayudar a los jugadores dándoles las herramientas adecuadas, con una propuesta de fútbol que se corresponde con el nivel de la plantilla y lo que la afición está acostumbrada a ver en La Romareda”, dijo el técnico. De momento, el juego está lejos de transmitir todo eso.

La plantilla, sobre todo, a nivel ofensivo, nació con carencias notables, con un diseño incoherente en la elección y mezcla de los perfiles; la adecuación a la idea futbolística, entonces, de Escribá; y la ausencia de determinadas características: no hay extremos dominantes, generadores de peligro, futbolistas autosuficientes, jugadores de desequilibrio, atacantes de velocidad, grandes pasadores… Precisamente, el tipo de perfiles con los que Víctor menor se ha manejado en su trayectoria.

Sin embargo, desde la pizarra del técnico, tampoco han salido aún fórmulas para arreglar los problemas ofensivos en base a los recursos disponibles. El resultado es un equipo que no marca goles, porque, en gran medida, tampoco se abre caminos hacia ellos ni es capaz de generar situaciones para hacerlos por una relación de defectos que nace atrás y muere delante: el equipo construye lento y mal; no progresa el juego fluido; no lo conduce al último tercio rival; no produce ventajas ni desequilibrios en esa zona; no genera cantidad (volumen) ni calidad (situaciones); ni tampoco domina el área; ni la precisión en los remates. Así, el Zaragoza es un equipo cómodo de defender porque su juego es denso, previsible, horizontal, aculado...

En Miranda, se observó un equipo muy deficiente en el juego interior, incapaz de generar por dentro y dominar el territorio de tres cuartos. Apenas se juega hacia delante en esas zonas, ni se superan líneas con pases o conducciones. Nadie, además, por talento individual crea y desequilibra en esos espacios intermedios. Al equipo le falta calidad para ello, pero también automatismos y artesanía táctica. Ante esto, el Zaragoza escupe su juego fuera. Frente al Mirandés, casi todas sus aproximaciones fueron exteriores, con Liso como principal argumento. Quizá, el equipo debe simplificarse y buscar esa vía. Sin embargo, el Zaragoza, ante ese tipo de juego, exhibió otra herida: no llena el área. Hay una contradicción entre jugar por fuera para centrar y cómo se ocupan las zonas de remate. Liso centraba y ni Bakis, ni Valera en segundo palo, ni Maikel Mesa aparecían… nadie atacaba el punto que debía. El propio Víctor pareció verlo porque lo denunció en la sala de prensa. “Liso ha tenido descaro y ha sido el jugador al que menos le ha pesado el partido en el primer tiempo. Es el que más profundidad y verticalidad ha intentado dar y ha sacado dos o tres centros en los que hemos ocupado muy mal los espacios en el área”, señaló el entrenador. Ahí también tiene trabajo Víctor, pues es una faceta del juego muy entrenable, más allá de la capacidad de los jugadores.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión