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¿Cuál sería el plan B si no hubiese acuerdo con Víctor Fernández para relevar a Velázquez?

La opción del entrenador del filial, Emilio Larraz, o la contratación de un nuevo técnico foráneo y ajeno a la órbita del Real Zaragoza son las dos cartas de Sanllehí y Cordero, sin despejar preferencias aún.

Raúl Sanllehí y Juan Carlos Cordero, director general y director deportivo del Real Zaragoza, en una rueda de prensa reciente.
Raúl Sanllehí y Juan Carlos Cordero, director general y director deportivo del Real Zaragoza, en una rueda de prensa reciente.
Oliver Duch | Francisco Jose Gimenez Vidal

El Real Zaragoza, a través de sus ejecutivos y dirigentes del área deportiva, lleva varias horas negociando con Víctor Fernández, el veterano y laureado entrenador aragonés, su contratación como relevo de Julio Velázquez, que va a ser destituido al frente del banquillo zaragocista. Es, en estos tensos momentos previos a la llegada del tercer técnico del curso al vestuario blanquillo, la primera opción elegida desde la entidad (no fue así en noviembre, donde se rehusó la bala de Fernández y se prefirió a Velázquez).

Pero, ¿y si falla Víctor Fernández? ¿Qué harán los responsables de la sociedad si no se cuadra un acuerdo con el preparador del barrio Oliver, circunstancia no desdeñable por la singularidad del caso? ¿Cuál será el plan B?

En la recta final del domingo, 24 horas después de que la derrota en Valladolid por 2-0 dejase fulminado a Julio Velázquez, cuyo cese de funciones es inevitable ya para los gestores del Real Zaragoza, esta baza alternativa aún está guardada en las mangas de Cordero y Sanllehí. Son dos cartas las que hay boca abajo, por si es necesario utilizarlas. 

Una, obvia, es la del entrenador del filial, Emilio Larraz. Y otra, cuyo nombre no se conoce más allá del 'petit comité' de los altos ejecutivos de la SAD, es la de un técnico foráneo, otro más, que llegaría desde una órbita ajena al Real Zaragoza (del catálogo de los Carcedo, Escribá, Velázquez...). Parece una respuesta y una exposición de Perogrullo, pero no lo es. 

Larraz está a mano. Todos los días trabaja en el club, en la Ciudad Deportiva, en el campo de al lado del primer equipo, al frente del RZD Aragón de Segunda RFEF. También veterano (acaba de cumplir 56 años), en su larga trayectoria en los banquillos de la región y en varias aventuras fuera de ella, Emilio Larraz está todavía por debutar en el fútbol profesional. Y eso, en una situación delicada como la que concurre en este marzo de 2024, es un factor muy mirado desde la dirección. 

En la otra manga, la figura de un nuevo preparador aleatorio, uno más de la inmensa rueda de entrenadores que aguardan en los bancos del desempleo una oportunidad, también da respeto a los rectores después de los dos batacazos seguidos experimentados en apenas siete meses con Escribá y Velázquez. 

La encrucijada en la que se ha metido el Real Zaragoza es de enrevesada salida. Desde cualquier prisma en que se analice el problema surgen dificultades y contraindicaciones. Es como un laberinto kilométrico, muy tupido y estrecho, en el que encontrar la única salida existente es una quimera

Hasta el mediodía de este domingo, hubo una tercera baza sobre el mazo en el tapete: que Velázquez pudiera continuar y dirigir al equipo esta semana hasta acabar sentándose en el banquillo de La Romareda frente al Espanyol. Alguien, en un momento determinado, sentenció que esa alternativa es echar gasolina al fuego que ya afecta a buena parte del zaragocismo dentro de la decepción y hundimiento moral que se vive tras el descarrilamiento del equipo una temporada más, especialmente en esta 23-24 en la que tantas ilusiones se generaron en su gestación. Esta posibilidad no cabe. Sería dirigir todos los cañones de la crítica hacia el palco de manera unánime y automática. Y eso no se va a favorecer desde los propios puestos de mando. 

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