Redactor de HERALDO DE ARAGÓN en la sección de Deportes.

Descolocados

Imágenes del Real Zaragoza-Cartagena, partido correspondiente a la jornada 27 de la Segunda División.
El Real Zaragoza fue incapaz ayer de ganar a un Cartagena que jugó casi una hora con uno menos.
Guillermo Mestre

Nos pasamos la vida pensando en grande, y no. La realidad del Real Zaragoza es otra ahora mismo. El Cartagena, con un hombre menos durante casi una hora, desnudó ayer las carencias de un equipo alocado, cambiante, que ha perdido el dominio de las áreas y siempre aparenta estar a merced de sus rivales.

Ante el Eibar, la pasada semana, sufrimos una bofetada de realidad. Lo de anoche es más preocupante. Por la recurrente incapacidad ofensiva y, sobre todo, por la fragilidad trasera pese a conservar el sistema de tres centrales.

Con los merecimientos no basta. Esto va de ganar partidos. Y el Real Zaragoza solo lo ha hecho en tres (Leganés, Andorra y Sporting de Gijón) de los 11 partidos que Julio Velázquez lleva al frente del banquillo. Dato concluyente. Tan manifiesto como el desconcierto que ayer reinó en el encuentro.

La versatilidad que siempre reivindica Velázquez se tornó en confusión. Sentaron bien las variaciones introducidas al descanso, pero no las posteriores. Hubo futbolistas de refresco que tuvieron buen impacto en el choque, como Germán Valera, y después se perdieron entre tanta corrección. Otros ni eso: pasaron desapercibidos mientras la afición se desesperaba.

Otro fin de semana que empieza torcido. Otro viernes de fútbol -y ya van unos cuantos, tal y como reivindicó La Romareda- que trajo la primera derrota de Julio Velázquez en La Romareda, que era su principal sostén, en un partido que no admite defensa.

No la hubo en el primer gol de Darío Poveda, el cuarto de cabeza que recibe el Zaragoza en sus compromisos recientes, ni tampoco en el 1-2 firmado por José Fontán después de que Toni Moya anduviese blando con Oliva y los zagueros perdieran sus marcas en el área.

Entre tanto, el empate de Alejandro Francés. Del omnipresente Francés. El paradigma -junto a un Víctor Mollejo que también se movió por todas las zonas del campo- del desorden que se vivió ayer. Desde sus internadas por la banda izquierda durante la primera parte, fuera de posición y con continuos centros sin rematador, hasta ese tanto a balón parado que hizo creer.

¿En qué? En otro final sin premio. De castigo. De frustración. De falta de recursos. Porque el Real Zaragoza no está anclado en un sistema, pero sí en un juego que no evoluciona y ayer volvió a quedar en evidencia.

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