Toni Moya ejerció de portavoz del Real Zaragoza este jueves, a 72 horas vista del partido en Ipurúa frente al Eibar, 2º clasificado en la liga. Moya siempre es prudente en sus declaraciones. Difícilmente ofrece grandes titulares. Esta vez no fue diferente, y eso que venía de hacer un buen partido en la goleada por 3-0 ante el gentil Sporting de Gijón el pasado lunes.

El Real Zaragoza del presente, por línea editorial de su propiedad y gestores, es una fuente de noticias plana. De control máximo de todo. También de sus gestos, palabras y cualquier cosa que permita lecturas entrelíneas. Por eso nadie habla desde julio con la palabra 'ascenso'. Está fuera de circulación en el seno de la entidad. Provoca vértigos. Y, con la llegada del segundo entrenador del curso, Julio Velázquez, cuya oratoria permite dar vueltas permanentemente a la noria de la actualidad sea cuándo sea, el lema 'partido a partido', simplificación simplificada de lo más simple, se ha inoculado entre la plantilla para que nadie se salga del carril. 

Moya lo ha seguido a pies juntillas. "Claro que a todos nos gusta ganar cada fin de semana, pero también es importante no perder. Ha habido partidos en los que no hemos estado bien y, aun así, hemos sido capaces de sumar. Cada punto es importante y eso es lo fundamental", comenzó razonando enseguida el extremeño, para acotar preguntas más comprometedoras, esas que siempre llevan al ascenso como objetivo del Real Zaragoza y que tanto sarpullido provocan en los puestos de responsabilidad. Desde el primer día se ha tratado de evitar esa presión natural que destila el zaragocismo por su idiosincrasia, que nadie la podrá variar (al menos, a corto plazo). 

Moya fue preguntado por la enorme importancia que tendría ganar en Eibar, pues los vascos marcan hoy el 2º puesto en la tabla (ascenso directo), con solo 6 puntos más que el Real Zaragoza (42 por 36). Se le instó a que valorase este duelo, que puede dejar a los aragoneses a tiro de piedra de la cabeza de la clasificación, lugar que empezaron a abandonar hace 5 meses tras su fulgurante inicio de liga que no tuvo ninguna continuidad. Y, ni por esas, Moya se saltó los mandamientos de su iglesia y se autolimitó la respuesta.

"No es diferente. Nosotros vamos a ir a por los 3 puntos igual que cada día. No vamos a especular y a ver qué pasa. Pero creo que es muy importante sumar, esta es una liga muy larga y hay que ir sumando poco a poco", inició su respuesta, mitad bajo el formato del tópico, mitad emitiendo ese tipo de ondas que hacen entender cómo se evalúan muy positivamente los puntos logrados, por ejemplo, en Amorebieta (1-1), en Elda (1-1) o en Alcorcón (0-0), con propuestas futbolísticas escasas de plasticidad, cargadas de espesura y fealdad que, sin embargo, acabaron con rentas. 

Moya sustentó la tesis. "Estamos viendo que en esta liga todo el mundo suma y todo el mundo se deja puntos. Hay que aprovechar para sumar en cada partido", insistió en el verbo. Es decir, sumar. No se especifica si de a 3 o de a uno. Viene a ser parecido, en especial cuando el partido es fuera de casa. A Velázquez, la actual media inglesa (ganar en La Romareda y empatar a domicilio) le deja buen sabor de boca. 

No fue la única exposición de este tenor del mediocampista canterano del Atlético de Madrid. Hubo más. "Está claro que nos gustaría ganar todos los partidos fuera de casa e intentaremos corregir y mejorar lo hecho en días anteriores. Pero, si no se puede, hay que dar por bueno el punto, según haya situaciones en el partido", dijo Moya en otro pasaje. 

Y, aún más: "En esta categoría, lo más importante es mantener la portería a cero y, así, ir sumando cada jornada. Sumando cada día, al final de temporada estaremos arriba", reincidió en su teorema. 

Y como corolario, un nuevo martilleo: "¿Cuál es el objetivo? Jugar cada fin de semana el partido que toque. Mirar más allá sería un error. Hay que ir partido a partido", abundó Moya. Que nadie espere estímulos dialécticos extraordinarios desde el vestuario. No es el método. Planicie y precaución son las pautas a seguir. La manida 'humildad' que se quiere convertir en virtud dentro de un club grande, histórico, siempre ambicioso, que está fuera de sitio hace más de una década y al que, parece ser, perjudica manifestar sus características y sus aspiraciones públicamente. Singular situación.