REAL ZARAGOZA

Los 30 fichajes de invierno del Real Zaragoza en su década en Segunda División: un poema

En el inicio del mercado de enero de la 11ª temporada, ventana en la que el club zaragocista va a ejecutar varias contrataciones, el repaso del historial reciente es una fotografía nítida de la era presente.

César Arzo, a la izda., tras encajar un gol Leo Franco en La Romareda ante el RM Castilla en la liga 13-14.
César Arzo, a la izda., tras encajar un gol Leo Franco en La Romareda ante el RM Castilla en la liga 13-14.
Aránzazu Navarro/Heraldo

Acaba de abrirse la persiana del mercado de fichajes y traspasos de invierno en el fútbol español, a mitad de la liga 23-24. A partir de las 9.00 de este martes 2 de enero ya es posible inscribir o desalistar futbolistas en cada plantilla. Y el Real Zaragoza tiene la intención de visitar y hacer fila en cada una de las dos ventanillas de aquí a las 00.00 del miércoles 31 de enero, cuando se vuelvan a cerrar las puertas hasta el verano. 

No es un mercado fácil de desarrollar. Con la liga a plena velocidad, se trata de un tiempo de vértigos, género reducido, procedente de taras o defectos de fábrica en los planes iniciales de cada club que desea prescindir de los futbolistas que otros pasan a desear o a necesitar. Y todo ellos, además, con el hándicap de las apreturas económicas de los compradores o arrendadores, pues los presupuestos anuales rigen desde agosto y, en mitad de la anualidad, están muy constreñidos -en el mejor de los casos- y dan de sí para pocos alardes. 

El Real Zaragoza, en su década consecutiva afincado en Segunda División, ha consumado 30 fichajes en este tiempo invernal. Hubo años de una sola contratación. Y el récord en cantidad alcanzó los seis, en el ecuador de la liga 15-16, donde también cambió de dirección deportiva y entrenador. 

El análisis de la rentabilidad de estas incorporaciones al trote es todo un poema. Salvo muy escasas excepciones, la repercusión de los llegados a la plantilla en la burbuja de enero fue menor, su rendimiento no causó grandes repuntes al equipo y, como consecuencia de ello, se convirtieron en futbolistas de paso, de aluvión, sin continuidad. 

Arzo, el primero en la liga 13-14

El primer fichaje invernal del Real Zaragoza en Segunda fue el central César Arzo. Veterano, con pasado brillante en el Villarreal, fue captado libre tras dejar el Gent de Bélgica. Jugó con el '2' a la espalda en la segunda vuelta, primero con Paco Herrera y, al final, con Víctor Muñoz como técnicos. Fue de paso fugaz e intrascendente (jugó 18 partidos) en un equipo reventado desde dentro por su director general, Jesús García Pitarch, cuando el máximo accionista, Agapito Iglesias, fue acorralado desde la propia Liga de Fútbol Profesional (LFP) hasta forzar su salida de la SAD.

Ese invierno, en sentido contrario, las salidas fueron Ortí (se marchó cedido al Villarreal B) y José Mari (traspasado al Colorado Rapids, de Estados Unidos). También cabe señalar el despido laboral de Movilla y el apartamiento del equipo de Paredes, dos de los capitanes. 

Mínima capacidad de maniobra en la 14-15

En la segunda liga en la categoría de plata, bajo la tutela de la nueva propiedad de la Fundación Zaragoza 2032, la depauperada situación financiera apenas dio para hacer un fichaje invernal. Fue el centrocampista Natxo Insa, que vino libre del Antalyaspor de Turquía. Jugó en 17 partidos, apenas 850 minutos, pues fue más suplente que otra cosa, y no continuó más en el equipo. 

En el apartado de marchas, solo se dio la rescisión del contrato del uruguayo Diogo, gravemente lesionado. Fue un mercado sin apenas pretensiones por parte de un Real Zaragoza sumido en una mala salud económica que no permitía entrar en ninguna puja o mejora del equipo.

El récord hasta ahora: 6 fichajes en la 15-16

En enero de 2016 el moderno Real Zaragoza de Segunda llevó a cabo la mayor revolución hasta la fecha en tiempos de invierno. Fichó 6 jugadores, cambió la dirección deportiva y también el entrenador. Y eso que el equipo acabó la primera vuelta por Navidad ¡en 8ª posición y a tiro de piedra de la promoción de ascenso!

Llegaron al cuadro de mandos deportivo Narciso Juliá y Albert Valentín, en sustitución del despedido Ángel Martín González. Y, con ellos, el entrenador Lluís Carreras, en vez del destituido Ranko Popovic. Esta nueva plana mayor decidió las contrataciones del delantero centro Dongou (del Barcelona B), del centrocampista Javi Ros (del Mallorca), del lateral derecho Campins (del Barça B también), de Lanzarote (vino del Asteras Tripolis de Grecia), de Culio (de Las Palmas) y de Guitián (del Sporting de Gijón). 

Para hacer hueco, dejaron el Real Zaragoza el ariete Ortuño (volvió a Las Palmas, de donde estaba cedido, y se fue al Mallorca); el mediapunta japonés Hasegawa (se fue a su país, al Shonan Bellmare); y el extremo Jorge Díaz (cedido al Numancia, el uruguayo).

De todos los fichajes, solo Javi Ros echó raíces en Zaragoza y tuvo unos mínimos de relevancia en el presente y a futuro. En un segundo plano, vinieron bien los 5 goles de Lanzarote, jugador frío e intermitente que, al menos, aportó calidad a balón parado; y también dio algunos matices positivos -en un principio solamente- a una defensa que era muy blanda la incorporación de Guitián. Los demás, no alcanzaron las expectativas. 

Otra revolución en la 16-17, con 5 caras nuevas

Los malos pasos en la clasificación, bajo el mando de Luis Milla y su relevo Raúl Agné, obligaron a la directiva a ejecutar una nueva revolución en el mercado de enero de la liga 16-17. Llegaron 5 caras nuevas

Jesús Valentín, defensa central, fue fichado del Huesca; Edu Bedia, centrocampista creativo, vino del Real Oviedo; el veteranísimo portero argentino Saja fue captado libre tras dejar el Nástic de Tarragona; el Getafe cedió al defensa polivalente venezolano Rolf Feltscher; y ya fuera de plazo, del mercado del paro, completó la escuadrilla el internacional griego Samaras, que llegó el 6 de febrero tras haber jugado hasta dos meses antes en el Rayo Oklahoma de Estados Unidos. 

En sentido inverso, se marcharon Juan Muñoz (revocó el ariete su cesión desde el Sevilla y acabó en el Levante); el central rumano Popa fue a préstamo al Burgos; y Morán se despidió para irse al Leganés. 

Puede aseverarse, sin riesgo de errar o exagerar, que ninguno de los cinco fichajes invernales dio la talla. Por ello, ninguno ayudó a elevar el tono bajo de una plantilla que pasó apuros para eludir el descenso a Segunda B, de la mano de un tercer entrenador, el local César Láinez

Apretón del cinturón en la 17-18

La ventana de fichajes de invierno en la liga 17-18 fue recortada esta vez en los despachos de un Real Zaragoza muy ahogado en economías. En enero de 2018 solo se llevaron a cabo dos fichajes y, curiosamente, fue el único año de esta década en el que no hubo ni una sola salida de la plantilla. 

Las dos contrataciones fueron el extremo-delantero Jesús Alfaro, que vino del Barcelona B, y el defensa central brasileño Perone, del Nástic de Tarragona. El primero fue un fiasco monumental, pues solo se le vio en 73 minutos repartidos en cuatro suplencias accesorias. Y el segundo nunca elevó el nivel del puesto de centrales en sus 12 apariciones (890 minutos) en un año malo de todo el equipo. 

En la 18-19, dificultades sin euros: parcheos locales

Cuando llegó el mercado invernal en enero de 2019, el Real Zaragoza estaba lleno de apuros clasificatorios tras las dos etapas fallidas de Idiakez y Alcaraz en el banquillo. Pero el evidente riesgo de descenso a Segunda B no se pudo combatir con fichajes, pues las arcas estaban vacías casi por completo. 

Se cambió de entrenador y llegó en este tiempo del intermedio de la liga el tercero del curso: Víctor Fernández, la gran apuesta para salir del atolladero. Días antes de la apertura de las ventanillas, en diciembre, el club aprovechó la baja de larga duración del central suizo Grippo para volver a fichar por segunda vez en tres años (después de una salida polémica) a Guitián, que acababa de dejar el Valladolid. 

Y a ese parche obligado solo lo acompañaron un mes después dos refuerzos veteranos y de troquel local, dos canteranos zaragocistas que más de una década hacia atrás se habían ido de la Ciudad Deportiva sin poder debutar con el primer equipo: se fichó al delantero centro Linares (36 años), libre tras la desaparición el Reus; y al central Dorado (también 36 años), desvinculado del Rayo Vallecano. 

Para aligerar algo la carga salarial, se dio salida al mediapunta suizo Buff (al Anorthosis Famagusta de Chipre); a Perone de le cedió al Extremadura; al ariete colombiano Jeison Medina le rescindieron el contrato y volvió al Leones Itagüí de su país; y el delantero brasileño Raí Nascimento fue cedido al Ibiza. 

Ni Guitián mejoró las irregulares prestaciones de su primera etapa zaragocista; ni Linares y Dorado, como era natural, fueron dos flotadores relevantes del bajo nivel de juego global. Fue un mercado hecho más para cumplir el expediente que para obrar una reparación seria de los problemas. 

La 19-20, 4 piezas en busca de un ascenso frustrado

El año de la pandemia, el del frustrado ascenso a Primera derivado del parón liguero y de la incomprensible gestión final de la reanudación del torneo, el Real Zaragoza hizo cuatro incorporaciones en enero en busca de apuntalar su gran clasificación, en todo lo alto de la tabla todo el curso.

Fueron cuatro los puestos que Lalo Arantegui le reforzó a Víctor Fernández. Vinieron el delantero centro Pereira, del Oporto portugués; el defensa central marroquí El Yamiq, del Genoa italiano; el medio centro Dani Torres, colombiano del Alavés; y el extremo Burgui, también del equipo vitoriano, este ya en febrero aprovechando la lesión grave de Javi Ros. 

Para hacerles espacio, la dirección deportiva mandó fuera a Pombo (cedido al Cádiz), a Papunashvili (cedido al Racing de Santander), a Lasure (prestado al Tenerife), Bikoro (cedido al Badajoz) y a Grippo, que se fue rescindido al Oviedo.

Salvo El Yamiq, un central solvente en los 12 partidos completos que jugó, los demás se quedaron escasos, muy escasos incluso. Su concurso fue un cúmulo de desdichas. Pereira apenas contó en punta por su inoperancia. Torres fue un suplente habitual. Y Burgui, que participó en 16 partidos sin llegar a los 950 minutos (su condición física no era buena), hizo más ruido que nueces. Ninguno siguió en el equipo, claro. 

3 refuerzos bajo mínimos en pos del milagro 20-21

El año del fútbol sin público, el pos pandemia, el Real Zaragoza firmó su peor campaña en la década horrible en Segunda División. Estuvo más cerca del descenso a Segunda B que otra cosa. Juan Ignacio Martínez 'Jim' vino como tercer entrenador del curso a relevar a Baraja e Iván Martínez, aún en noviembre. Y en el mercado de enero pidió lo que le pudieran dar. Sin dinero, poco podía ser. 

Al final, fueron tres los refuerzos hechos bajo mínimos. Tres cesiones. Llegó el central francés Peybernes, del Almería; el delantero centro Alegría, del Mallorca; y el joven uruguayo Sanabria, del Atlético Madrid B, de categoría inferior. 

Se abrió espacio con las salidas de Papunashvili (definitiva, al Apollon Limassol de Chipre); de Raí Nascimento (también definitiva al Deportivo de La Coruña); de Nick Buyla, al UCAM Murcia; y de Guitián, al Bolívar La Paz.

Ninguno de los tres refuerzos fue tal. Peybernes, dado el bajo rendimento del equipo todo el año en defensa, pareció subir algo la solvencia en algunos momentos puntuales. Pero sin mayores brillos. Alegría fue uno de los grandes fracasos en punta del último trienio. Y Sanabria pasó desapercibido por completo.

Otros 3 remiendos en la 21-22 dentro de la planicie

En el mercado invernal de 2022, los refuerzos fueron el medio centro Grau (del Osasuna), el centrocampista organizador Eugeni (vino del Arouca portugués) y Sabin Merino, delantero centro del Leganés con pasado en el Athletic de Bilbao. Curiosamente, esta vez se apostó por fichajes en propiedad, no por cesiones. 

Los dos primeros, que continuarían el año siguiente, fueron ponderados positivamente en el club, aunque de puertas afuera generasen dudas sus rendimientos en aquella mitad de liga, que Jim salvó de nuevo con apuros y fealdad. Por su parte, Merino se encuadra en el saco de los grandes fiascos vividos en las apuestas como goleadores de muchos delanteros que se han marchado sin marcar un solo tanto en Zaragoza. 

Este enero, el vestuario se aligeró con las salidas de Clemente (cedido a la Real Sociedad B), Adrián González (fue al Fuenlabrada), Eguaras (al Almería), Igbekeme (cedido al Columbus Crew norteamericano), Javi Ros (prestado al Amorebieta) y el panameño Yanis (se marchó al Zamora). 

El año pasado, aún reciente: cara y cruz en enero

La pasada liga, la 22-23, el Real Zaragoza abordó un mercado de invierno de segundo o tercer nivel. Sin grandes aspiraciones por falta de presupuesto, el club cambió de dirección deportiva y llegó Juan Carlos Cordero en vez del despedido Miguel Torrecilla. Antes de esta maniobra ya se había contratado, cedido, al centrocampista internacional chileno Alarcón, cedido por el Cádiz. Y, ya con Cordero en Zaragoza, vino Bebé, extremo de alto rango prestado por el Rayo Vallecano. En sentido contrario, se dio salida a Lasure (esta vez para siempre, al Eibar) y a Petrovic (se fue al Ordarasy de Kazajistán semanas después). 

Este último protagonista, el fichaje 30º de esta etapa del Real Zaragoza en Segunda, el luso-caboverdiano Bebé, es el único que puede afirmarse con rotundidad que ha dado resultado adecuado como refuerzo invernal. Sus goles (4), su desequilibrio, su disparo, su velocidad en desborde, su carisma y su calidad individual fueron decisivos para eludir los problemas clasificatorios que padeció, un año más, el equipo aragonés. 

Esta es la historia zaragocista en los últimos 10 años en un apartado singular de la vida de los equipos cada año: el mercado de invierno. Ahora, acaba de iniciarse el del 11º curso consecutivo en el segundo escalón del fútbol español. Un melón aún por abrir. 

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