REAL ZARAGOZA

Velázquez devuelve a la vida al Real Zaragoza

El nuevo entrenador, en plena fase de diagnósticos sobre los problemas del equipo, pide «relajación cero» tras el meritorio y vital triunfo ante el líder Leganés.

Julio Velázquez, en voz alta, da indicaciones a los jugadores desde el banquillo el pasado sábado en La Romareda.
Julio Velázquez, en voz alta, da indicaciones a los jugadores desde el banquillo el pasado sábado en La Romareda.
Toni Galán

Julio Velázquez consiguió este pasado sábado meter en vereda a un equipo descarriado desde hace dos meses y medio. Es el gran mérito del nuevo entrenador del Real Zaragoza en su segundo partido al frente del bloque heredado, con síntomas catatónicos, de manos de su predecesor, Fran Escribá.

Había comprobado en Albacete una semana antes, en su estreno súbito y de primera mano, la gravedad de las afecciones futbolísticas y anímicas que han llevado al cuadro zaragocista a su habitual crisis de otoño año tras año. Y en apenas 10 días reinventó una fórmula, extraña tácticamente en Zaragoza, para dotar de pulso, vida y efectividad puntual a un grupo con síntomas propios de moribundos. Su sistema 5-3-2, con el fortalecimiento de la línea defensiva, la repoblación masiva de la zona medular y la adaptación de la delantera a base de jugadores inhabituales como arietes trajo el necesario, anhelado y crucial triunfo ante el adversario más difícil del momento, el Leganés, por su condición de líder destacado, aunque su partido en La Romareda estuviera muy alejado de sus credenciales.

Velázquez ha tardado solo 10 días en ofrecer a la dirección deportiva, a la regencia de la SAD y, por extensión, a la afición y al zaragocismo en general, la medicina y la solución que siempre se busca cuando es perentorio e inevitable despedir al primer entrenador de un proyecto y acudir a un segundo cuando la liga aún va por la primera fase. Ganar. Retomar el hábito de sumar un día, por fin, tres puntos de una tacada. No prolongar demasiado la serie nociva de derrotas y empates dañinos.

En otros casos pretéritos la tardanza fue mayor. Y eso, está comprobado, genera problemas sobre problemas. Velázquez ha sido rápido. Tiene gran importancia siempre esta celeridad del recién llegado en acertar con el antídoto al colapso. No es sencillo revivir a un muerto y, menos, en Zaragoza en esta década oscura de Segunda División.

No lo tenía fácil el técnico castellano pues, paralelamente a la desorientación futbolística del equipo desde septiembre, se le unía (y se le une) la acumulación de bajas de gran relevancia en el reparto de roles del vestuario. Velázquez encabezó este sábado un movimiento de revitalización del Real Zaragoza cargado de bonus emocionales de cara al futuro inmediato. Un episodio favorable, con paladar positivo, que ha de saber aprovechar y convertir en basamento para el impulso que lleve al equipo de nuevo a la zona noble de la clasificación, de la que se ha caído estrepitosamente tras un inicio impecable del torneo liguero que hace días quedó definido como un espejismo.

No se fía, la experiencia avisa

Pero Julio Velázquez es un experto en este tipo de misiones de reconstrucción de proyectos extraviados, unas veces con éxito, otras no. Y, por eso, quiso dejar remitido a todos los escuchantes de su rueda de prensa posterior al 1-0 logrado ante el Leganés, en caliente todavía, sin abandonar aún La Romareda, que no es momento de bipolaridades. Que no se puede pasar de la gran secada a la gran remojada por haber ganado este duelo, algo, por otra parte, muy del carácter aragonés. Calma.

El nuevo entrenador blanquillo fue contundente: «Relajación cero. En esta vida, hay que saber alegrarse... y vale», recomendó en su largo discurso, que ya está haciéndose habitual cada vez que asoma ante los micrófonos.

Velázquez avisó: «Es el primer paso nada más. Y unos días estaremos mejor y otros peor», espetó para rebajar las pulsaciones de los corazones más dados a la pasión excesiva. Sugiere el vallisoletano que a este Real Zaragoza le pueden suceder todavía algunos accidentes más hasta que, a medio plazo y con el mercado invernal de por medio, se pueda rearmar y reconducir con mayor sustento futbolístico el fallido proyecto inicial descarrilado.

«Debemos seguir trabajando, evolucionando y ajustando. No hablo de jugadores en concreto, sino de intenciones globales. No de quiénes, sino del cómo», apostilló para poner en evidencia que, pese a la celebrada victoria que ha servido de bálsamo a los males amontonados durante casi un trimestre en el vestuario zaragocista, el fútbol y los modales del equipo aún requieren innumerables reparaciones y mejoras.

El 5-3-2 no vino para quedarse

El factor visual más llamativo en el primer éxito de Velázquez al frente del Real Zaragoza fue este sábado ante el Leganés el sistema táctico elegido: el 5-3-2, que en La Romareda siempre es rareza por no ser el equipo aragonés, nunca en su historia, un banco de pruebas y utilización del mismo. Normalmente, aquí esta cuestión siempre ha sido cosa de otros, de los ajenos, no propia. Velázquez, entre líneas, vino a decir que la experiencia no vino el sábado para quedarse. Esta reinvención de la disposición de los futbolistas, tan rompedora con el boceto y libreto de Escribá y Cordero que rige desde julio, va a pasar a ser una opción más entre otras. No un estilo fijo de nuevo cuño.

«Hemos visto que tenemos jugadores que se pueden adaptar muy bien a jugar con una línea de tres centrales. Pero su uso dependerá de cómo vaya evolucionando el equipo y, sobre todo, de los jugadores que tengamos aptos a nuestra disposición», subrayó para justificar que, cuando los lesionados vuelvan, lo normal será no jugar así. Las formas de este sábado fueron un además. No el método.

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