REAL ZARAGOZA

Ocho años sin tener tres porteros en la primera plantilla del Real Zaragoza

La última vez que el diseño del equipo contó con tres guardametas fue en la temporada 15-16, con Popovic en el banquillo (luego, Carreras): Manu Herrera, Bono y Alcolea.

Alcolea (izda. de espaldas, con barba); Bono (centro); y Manu Herrera (dcha.), los tres porteros de la 15-16 entrenando en La Romareda.
Alcolea (izda. de espaldas, con barba); Bono (centro); y Manu Herrera (dcha.), los tres porteros de la 15-16 entrenando en La Romareda.
Aránzazu Navarro/Heraldo

Rebollo se ha sumado, con su renovación de contrato de este jueves 15 de junio, al proyecto del Real Zaragoza de la temporada 23-24. Esa que, según el director deportivo Juan Carlos Cordero, va a tener tres porteros en la primera plantilla. El titular, de inicio, será por séptimo año consecutivo Cristian Álvarez. Y falta por fichar otro más.

La estrategia logística de la plantilla va a recuperar el año venidero el diseño de tres porteros en el equipo profesional después de 8 temporadas. Ese es el tiempo que hace que no se da tal circunstancia. Entonces, en la liga 15-16, que empezó dirigiendo en el banquillo Ranko Popovic y concluyó Lluís Carreras tras la destitución del serbio en diciembre, el plantel zaragocista contó todo el año con Manu Herrera (dorsal 25), Bono (el 13) y Alcolea (el 1).

En las 7 campañas recientes, la inscripción de porteros con ficha de la primera plantilla ha sido siempre de dos. En la siguiente, los elegidos fueron Irureta y Saja (al final subió del filial Ratón, tiempo en el que debutó de la mano del entrenador César Láinez). Y en las 6 últimas, el dúo habitual e inalterado ha sido el formado por Cristian Álvarez y el referido Ratón. Nadie más que ellos se repartió los minutos durante cinco años y, únicamente la pasada liga, se coló Rebollo, guardameta habitual en el filial -el RZD Aragón- para participar en dos partidos: ante el Huesca en La Romareda y el Butarque, en Leganés.

Las restricciones económicas bajo las que han tenido que moverse los dirigentes y ejecutivos del Real Zaragoza en la última década en Segunda División los llevó siempre a aquilatar los gastos en plantilla deportiva al máximo, obviando la presencia de un tercer portero a beneficio de poder contar con un jugador de campo más en el reparto de protagonistas durante el año. Cuando fue necesario apoyarse con un tercer portero por alguna lesión o expulsión de los profesionales, el recurso fue llamar al banquillo al del filial o, a veces, incluso el del juvenil (Acín, Carlos Azón, Sanz, Calavia, Paisa, Álex, Chueca...).

Apenas seis veces en 23 años hubo tres porteros

La anterior temporada a la citada, la 13-14 que empezó gobernando Víctor Muñoz y acabó Ranko Popovic en la promoción de ascenso fallida 'in extremis' en Las Palmas, ya había habido tres porteros en el equipo zaragocista de Segunda División, en este caso Whalley, Bono y Alcolea. Además, por diferentes vicisitudes, jugaron los tres: 19 partidos el primero, 16 el segundo y 8 el tercero. 

Para encontrar un proyecto de plantilla en verano con tres guardametas por tercer paradigma hay que retroceder a la 2007-08, la del descenso de Primera a Segunda con Víctor Fernández, Ander Garitano, Javier Irureta y Manolo Villanova en un año de cuatro entrenadores. Ahi estuvieron César Sánchez, López Vallejo y Miguel Martínez, este último sin jugar un solo minuto. 

Entremedias se dieron tres años con tres porteros participando en los partidos, pero en dos casos fueron los del filial, ascendidos puntualmente por fuerza mayor o gusto del técnico, y en otra el tercero llegó como refuerzo en enero, en el mercado invernal. 

Fueron los casos del canterano Whalley, que se sumó al final del curso 13-14 (el primero en Segunda División) a los números de Leo Franco y Alcolea; del entonces joven prometedor Alcolea en la 12-13 (año del descenso desde Primera), cuando jugó 2 partidos además de Roberto Jiménez y Leo Franco; y, en la campaña 09-10, también en Primera, en la que el citado Roberto Jiménez vino como fichaje desesperado en enero para sentar a Carrizo y López Vallejo, el dúo único e inicial de aquel plan de vuelo fallido. 

En la primera década del siglo XXI hubo algún caso más de tres porteros desde el principio. Láinez, Valbuena y Miguel Martínez estuvieron en la 02-03, en Segunda División (este, forzado porque el primero estaba expulsado por cinco partidos de la campaña anterior, por los incidentes de Villarreal en el descenso). En la 04-05, Luis García y Rubén Falcón coparon titularidad y banquillo, con Láinez en la plantilla pero lesionado todo el curso. Y en la 05-06, César Sánchez, Valbuena y Miguel Martínez fueron el trio de guardametas el plantel. Y no hay más casos.

En tiempos bastante más pretéritos sí que hubo modas en los equipos de la máxima categoría que llevaron a tener tres porteros. No eran años de límites salariales ni de topes de fichas. Todo era libre. En los 80-90, el Real Zaragoza gustó varios años de esto, con Cedrún-Vitaller-Ruiz como terna, variada en otro bienio por Chilavert-Cedrún-Ruiz. Antes, en los 70, Nieves e Irazusta compartieron puesto, primero con Manolo Villanova, luego con Junquera, después con Zubeldia y, al final, con el emergente Vitaller. 

Juan Carlos Cordero parece decidido a devolver ese diseño de plantilla con tres especialistas en la labor de guardametas entre los dorsales 1 y 25. Cristian Álvarez y Rebollo ya tienen su lugar. Falta conocer quién será el tercero que los acompañe. Un fichaje mucho más importante de lo que puede parecer a estas alturas del inicio del verano futbolístico de 2023. 

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