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Las salidas, cuestión ya urgente en el Real Zaragoza

A 20 días del inicio de la liga, el Real Zaragoza sigue maniatado en el diseño de su plantilla por exceso de jugadores. Al menos 12 siguen en situación de posible marcha.

La plantilla del Real Zaragoza, al inicio de un entrenamiento de esta semana.
La plantilla del Real Zaragoza, al inicio de un entrenamiento de esta semana.
Javier Belver

"Tenemos que empezar a aligerar la plantilla con mayor velocidad", aseguran en el seno del Real Zaragoza cuando se han pasado ya el 75% de los días del periodo de verano entre ligas y apenas restan 20 para que la competición de la 22-23 arranque en Las Palmas de Gran Canaria el próximo 13 de agosto. El cuerpo técnico, encabezado por Juan Carlos Carcedo, sigue trabajando –como desde el inicio de la pretemporada el pasado día 5– con alrededor de una treintena de futbolistas, un exceso que, además de dificultar el programa de las tareas diarias por motivos obvios, está ya maniatando la labor de diseñar definitivamente, paso a paso, el rostro que va a tener el Real Zaragoza en el próximo curso.

Como se sabía y asumía desde el mismo final de la campaña anterior, la herencia de contratos en vigor que recibía la nueva era zaragocista que nace este verano era circunstancialmente elevada. Si, como se está en proceso aún, era necesario reforzar el equipo con un número ostensible de nuevos fichajes en puestos claves, el número de salidas estaba abocado a ser importante.

Hay dos razones evidentes e inexorables para que Raúl Sanllehí y Miguel Torrecilla, director general y director deportivo, respectivamente, del Real Zaragoza, deban esclarecer el elenco inicial de jugadores con compromiso contractual con la SAD. Una, que La Liga solo permite 25 fichas del primer equipo, ese es el límite, como todo el mundo sabe. Y otra, piedra angular del proceso, el límite salarial que tiene el cuadro zaragozano según los parámetros establecidos en la competición. Hay que cuadrar los números, contando con las nuevas incorporaciones –que son básicas para crecer tras dos años de malos resultados deportivos y apuros clasificatorios–, por lo que son necesario un buen número de huecos libres en el reparto de futbolistas con los que va a contar Carcedo cuando el fútbol ya sea de verdad, en menos de un mes.

Es tal el volumen de operaciones que son necesarias para redondear la plantilla final que, aunque los ejecutivos zaragocistas ya han consumado a estas alturas de julio nueve bajas respecto del plantel que concluyó con contrato la pasada liga, el proceso está a mitad de camino. En cualquier otra temporada ordinaria, esa cifra de salidas sería sinónimo de tener esa faceta de restauración del equipo casi concluida. Este año no, ni mucho menos. Queda otro tanto y, además, con piezas de enjundia, tanto en términos futbolísticos como dinerarios, por lo que suponen dentro del techo salarial global del equipo algunos de los jugadores que están en la puerta de salida según criterios de la SAD.

Hasta hoy, los ejecutivos zaragocistas han consumado algunas salidas. Las primeras llovieron solas, pues se marcharon para no volver los tres cedidos del año pasado, Álvaro Giménez, Nano Mesa y Borja Sainz. Además, se desplazó fuera del vestuario a Sabin Merino cedido al Atlético San Luis de México; a Marc Aguado al Andorra FC; a Baselga al Calahorra, donde también se marchó el joven del filial –habitual en la primera plantilla todo el curso pasado– Ángel López; se certificó el no regreso de Vuckic de Croacia; y, la más reciente operación, se rescindió el contrato de Javi Ros.

Hay jugadores que saben que, pese a que siguen a las órdenes de Carcedo en esta recta final de mes, no tienen sitio en el Real Zaragoza que viene. Bikoro es el más flagrante, pues ni siquiera se incorporó a la pretemporada y sigue de vacaciones indefinidas. También, según la pauta diseñada en origen, han de buscar y definir acomodo Nick Buyla, Carbonell, Clemente y Larrazabal, cada uno con sus circunstancias dispares de índole deportiva y económica.

A otros se les instó a encontrar equipo bajo determinadas coordenadas de salida, casos de Narváez, Petrovic o Ratón. Si hallasen un club receptor que satisfaga a todas las partes, el Real Zaragoza no pondrá un solo impedimento en hacer las operaciones. Algo similar, en menor grado, sucede con Vada. En este grupo, el hecho de que pueda llegar el 31 de agosto sin que ninguna de estas salidas haya cuajado, se contempla como un mal menos que se deberá asumir, aunque ello repercuta directamente en el cierre de otros fichajes que están en cartera y que tienen, natural mente, vínculo directo con el éxito o aquiesciencia por parte de los afectados en estas marchas.

En el lateral izquierdo de la zaga aparece otra disyuntiva a resolver: además del titular, Chavarría, el dibujo del equipo presenta a dos especialistas más, Nieto y Lasure. Una superpoblación que aconseja rebajar, al menos en una pieza, ese flanco de la pizarra de Carcedo. Uno de los dos debería salir, si no ambos.

Y como corolario a esta extensiva labor de reconstrucción de la plantilla del Real Zaragoza está el caso de Vigaray. Lesionado de gravedad en una rodilla, el lateral derecho se pasó todo el año pasado en blanco, sin jugar un solo minuto y sin pisar el césped en su recuperación durante casi 10 meses. En esta precampaña, el ‘2’ blanquillo no ha podido entrenarse prácticamente ni una sola vez con el grupo y el ritmo de su readaptación a la dinámica del fútbol competitivo está, evidentemente, alejado de los mínimos necesarios para el cuerpo técnico.

La suma es sencilla. Son 12 los futbolistas que están ahora, en plena pretemporada zaragocista, en un estado volátil, sin tener su futuro consolidado al cien por cien en el grupo con el que contará Carcedo a partir de septiembre. Demasiados, según pasan los días. Es la mitad del actual plantel, si se considera que en él están incluidos los filiales Acín, Vaquero y Luna, que retornarán al Aragón de no mediar una monumental sorpresa.

Y, claro está, hay más fichajes en ciernes, cada vez más cerca de ser necesarios y de cerrarse. Por todo esto, lo que hasta hace unos días era una misión con cierta calma, ahora ya es urgente.

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