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Adiós a un año de dura digestión

El Real Zaragoza ha vivido momentos de máximo riesgo deportivo y societario salvados in extremis sin consecuencias drásticas. 2021 mezcló el fútbol sin público, una permanencia milagrosa y un nuevo proyecto condicionado por las limitaciones financieras.

El  momento clave de 2021: Francho marca el 1-0 que iniciaba el triunfo ante el Castellón, el 20 de mayo, para firmar la permanencia en Segunda División.
El momento clave de 2021: Francho marca el 1-0 que iniciaba el triunfo ante el Castellón, el 20 de mayo, para firmar la permanencia en Segunda División.
Guillermo Mestre

Se acaba 2021, un año de dura digestión en el día a día futbolístico del Real Zaragoza, un tiempo de dificultades capilarizados en todos los ámbitos de la SAD que dará paso a 2022 afortunadamente. Porque, de no haber surgido un milagro deportivo en la primera mitad de la anualidad, en forma de permanencia de un equipo que arrancó el 1 de enero con números de descenso casi irreversible, es probable que ello hubiese derivado en una liquidación y desaparición, pues esta entidad no está en disposición de caerse fuera del fútbol profesional, como estuvo a punto de suceder. Tras un verano lleno de incertidumbres, con la reestructuración de la plantilla congelada más de mes y medio, la segunda mitad del año ha presentado una mejoría en lo futbolístico, dentro de un tono gris y sin alardes.

ENERO: Los miedos y la incerticumbre eran extremos

El año 2021 empezó con el Real Zaragoza en puestos de descenso en un fútbol en vacío, sin público desde hacía seis meses. Viajó a Cartagena para jugar el día 2 el primer partido del año nuevo en el puesto 21º, penúltimo con 16 puntos… y eso que venía de haber ganado 1-0 al Lugo el 18 de diciembre, en el último partido del 2020, previo al parón de Navidad, que había sido el debut en liga de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’ con el equipo último en la tabla, con solo 13 puntos. Sumó solo un punto y muy al final. Fue el aviso de que la salvación, si llegaba, iba a ser un suplicio largo y de enorme aplicación general. Se tiró la Copa por el sumidero, perdiendo 2-1 en Alcorcón el día 5. Era un estorbo. Había que aquilatar esfuerzos, todos en la liga.

A perro flaco… Tejero dio positivo en covid-19 el día 4 y quedó confinado. Aun así, en las primeras horas de la borrasca Filomena, el día 8 el Real Zaragoza volvió a ganar el La Romareda, 2-0 al Logroñés, nevando sin cesar desde el descanso. Ahí, el equipo salió del vagón de la muerte por primera vez en muchas semanas y alcanzó los 20 puntos. Se vio un primer atisbo de luz. Mientras tanto, Miguel Torrecilla, el director deportivo recién llegado, se afanaba en remodelar el equipo, sin apenas dinero, en el mercado de invierno que estaba abierto. Y la covid seguía distorsionando el día a día: el exentrenador del primer equipo, Iván Martínez, dio positivo en medio de un brote más amplio en el filial, el Aragón, al que había vuelto a entrenar tras su destitución. La Ciudad Deportiva era un búnker pero el virus se colaba.

Torrecilla patinó en su primera decisión: René, portero andaluz que venía del Dinamo Bucarest rumano, no pasó el reconocimiento médico por un problema de rodilla y se revocó su fichaje in extremis. Ratón, que había pedido irse, estaba ya en Tarragona para firmar por el Nástic… y tuvo que regresar tras abortar su marcha. Todo seguía saliendo mal y era ya mitad de mes, el día 15. Por la noche, se anunció, sin incidencias, la llegada de Peybernes, central francés cedido por el Almería. Fue el primer refuerzo en pos del milagro. Alegría, ariete prestado por el Mallorca, sería el segundo, el día 19.

Ambos fichajes viajaron a Albacete para jugar el 22 una final por… todo lo bajo de la tabla. La Liga puso aún más cicuta en la pésima situación zaragocista: a última hora, solo dejó inscribir a uno para jugar en el Carlos Belmonte, denunciando así que el club estaba sin límite salarial para mejorar su plantilla. Jim eligió a Alegría. Y Torrecilla tuvo que correr a dar bajas para hacer hueco. El 25, Raí Nascimento (ahora estrella de la Primera División de Brasil) rescindió su contrato y se fue al Deportivo de La Coruña. Y Bikoro cambió su cesión, del Numancia al Badalona. El 28, Nick Buyla se marchó prestado al UCAM Murcia y Guitián rompió su contrato para irse al Bolívar La Paz de Bolivia. Se miró el fichaje de Kagawa por el Paok Salónica griego, por si liberaba dinero al Real Zaragoza… pero no fue así. El club ya no pudo traer más que un último parche, baratísimo, de coste mínimo: el uruguayo Sanabria, cedido por el Atlético de Madrid B (que era colista de Segunda B).

La derrota en Albacete (1-0) con un penalti polémico en contra había devuelto al Zaragoza a los puestos de descenso. El juvenil Carbonell, que había debutado en el primer equipo poco antes, se rompió la rodilla el día 31. El goteo de problemas no cesaba. Solo el triunfo por 1-0 ante la Ponferradina, con un gol de espuela (tacón) de Narváez, arreglaba aquel maremágnum de enero que seguía anunciando mil calamidades.

FEBRERO: Atisbos de mejoría que concluyen de nuevo en desconcierto 

El mercado de invierno se cerró el 1 de febrero. Lo único que pudo hacer el Real Zaragoza en las últimas 24 horas fue… cambiarle el dorsal a Francés, dejando el 26 del filial y adoptando el 6 como nuevo indicativo de jugador profesional. Solo quedaban en la hucha unos pocos euros que no daban para el cuarto refuerzo, calderilla. Antes de viajar a Málaga el día 7, el portero Cristian Álvarez se lesionaba el gemelo de la pierna derecha. El gran baluarte de aquel equipo caía y encendía las alarmas. Ratón, de irse al Nástic por voluntad propia pasó a ser titular por fuerza en el 'grave' Real Zaragoza. La sensación de mal fario seguía instalada en el zaragocismo. Ahí, en La Rosaleda malagueña, algo pareció cambiar: ganaron los zaragocistas 1-2, su primer triunfo fuera de casa en largo tiempo. Jim empezó a lucir galones de psicólogo en el abatido grupo. Y la afición se aferró a esa señal que surgió en la Costa del Sol como flotador último entre la desesperación. Hubo un segundo desplazamiento seguido, saldado con empate (1-1) en una fría noche en Sabadell. Jim empezaba a conseguir que el equipo no perdiera como hábito. La música empezaba a sonar mejor, esperanzadora… pero fue flor de un día.

El día 22, el Alcorcón visitó La Romareda y derrotó 0-1 a un deslavazado Zaragoza. Y el 28, en el final de febrero, el viaje a Oviedo volvió a poner en marcha todas las alarmas. Derrota por 1-0 en el Tartiere, en un horroroso partido del troquel de los de la primera vuelta con Baraja o Iván Martínez en el banquillo y, tras enlazar de nuevo dos batacazos seguidos, el equipo volvía a puntuación de descenso (27). La sensación era de que se había nadado mucho en dos meses para caer de nuevo al mismo pozo negro. Y las brujas perniciosas seguían asomando por las esquinas: el día 24, Francho quedó aislado al ser una nueva víctima de la infección de la covid.

MARZO: Ligero, insuficiente repunte, pero sin cesar los inconvenientes

Marzo nació con el temblor de piernas que generaba ver ya muy de cerca el final de la liga. Quedaban solo 15 partidos, 45 puntos por disputar, y el Real Zaragoza tenía muy poco margen de error. Debía sumar una barbaridad de ellos y mirar alrededor, para orientarse sobre la exigencia de permanencia que iban a marcarle los rivales directos en esa histérica pelea por huir de la cola de la clasificación. De entrada, todo empezó bien: victoria por 1-0 ante el Tenerife el día 6. Pero, para no variar dinámicas precedentes, el siguiente duelo, en Vallecas, supuso un rejonazo al ánimo de la tropa: tras ir ganando 0-2 a la media hora, el Rayo remontó y ganó 3-2. Los de Jim regresaron de Madrid abatidos, impotentes, acomplejados en gran medida por su falta de pericia y calidad. La vaca no daba más leche. Dos lesiones de cierta gravedad surgieron en la semana siguiente: Atienza -que contaba poco- se rompió el gemelo izquierdo e Igbekeme se hizo un esguince de rodilla. Dos bajas más a un grupo cada vez más disminuido.

El mes acabó con un balsámico triunfo por 1-0 ante el Mirandés en casa y otro empate, 1-1, en Logroño. Marzo se acabó tres puntos por encima de la línea roja de la muerte.

Para que todo no fuera ilusionante (algo que parecía prohibido en el zaragocismo durante meses), Atienza, en su estancia en la enfermería, dio positivo en covid y Nieto se lesionó en los aductores en el calentamiento del partido de Las Gaunas ante el Logroñés. Jim se iba quedando por goteo con menos soldados útiles.

ABRIL: De lo que pareció la reacción definitiva a una nueva crisis de identidad

El estreno de abril llegó repleto de nervios e insolvencia, con un 0-0 ante el Cartagena en La Romareda en lo que era una final en la zona baja, que hizo renacer los temores entre el zaragocismo. El 1 de abril, muchos seguían haciendo cálculos y las cuentas les salían rosarios. El día 5, noche de lunes, en Fuenlabrada, hubo una aparición divina para los de Jim. El triunfo final por 0-1, de penalti en el minuto 87, tras haber podido ser goleados (los madrileños fallaron antes otra pena máxima), se entendió como un mensaje del destino para que el Real Zaragoza se salvara. Ahí se pasó de volver a caer a las fauces del descenso a dar el respingo quizá definitivo hacia la salvación. Ese influjo positivo se manifestó en la siguiente cita, el 11 en La Romareda ante el poderoso Almería, al que se derrotó 2-1, en la primera remontada en muchos tiempos. Dos golpes de fortuna favorable que auparon a los de Jim, no solo en la tabla, sino, sobre todo, anímicamente.

Y en este episodio, casi se le va la diligencia por el barranco a Jim. Fue tal el grado de alivio y seguridad en que la salvación estaba encarada tras 7 meses de calvario que todo el mundo sufrió una desconexión al unísono: goleada en Gerona, 3-0 el día 16, con una imagen penosa, y patinazo de nuevo en casa, 0-0 con el Sporting de Gijón. El día 30, para acabar abril, llegó el choque de Lugo. Otra final directa que se iba perdiendo 2-1 en el minuto 97, lo que era una tragedia. Y ahí fluyó del cielo el gol histórico del portero Cristian Álvarez, de cabeza, en una falta lejana, con el tiempo ya cumplido. Ese 2-2, ese punto in extremis, eludió la caída al remolino letal del descenso e inyectó en vena una nueva dosis de fe. El retroceso del equipo era evidente, no obstante. Y la solución a la vida o el fenecimiento zaragocista se dejó para última hora, para un mayo que venía rusiente, porque el equipo jugaba atenazado, sin gol y sin llegada.

MAYO: Se logró el milagro de la permanencia con Jim como héroe

El mes decisivo, el del final de la liga, arrancó con un 0-0 ante el Espanyol en La Romareda. Los catalanes celebraron ya su ascenso a Primera con ese punto el día 8, a falta de cinco jornadas. Menos mal que les servía el empate y no hicieron mucho para ir a mayores. Ese punto le llovió al Zaragoza como agua de… mayo, nunca mejor expresado. El día 15, en Las Palmas, los de Jim obraron el triunfo que, con seguridad, anticipó que iban a llegar con vida a la orilla de la liga 20-21. El 0-2 logrado en Gran Canaria olió a permanencia, ante un rival sin estímulos que facilitó la labor. El calendario llevaba dos partido seguidos con el viento a favor de los zaragocistas. Y así se llegó al jueves 20. Venía el desesperado Castellón a Zaragoza. Ganar daba la salvación a los blanquillos, ya matemáticamente. Y lo lograron, por 3-0, mandando al adversario a Segunda B. Ese día fue el soñado, el anhelado durante casi nueve meses, el que se vio imposible durante siete de ellos. Se había eludido el caos, quizá la liquidación de la SAD.

Los últimos dos choques, ante el ascendido a Primera Mallorca y el promocionado Leganés, acabaron con derrotas, 2-1 en la isla y 0-5 en un vergonzoso adiós a la temporada en casa, el día 30, con todo el mundo pasota y dejando un paladar agrio (el que merecía, seguramente) tras esta tortuosa campaña. Sin público en las gradas, todo sucedió como en una pesadilla apócrifa.

JUNIO: El mes en el que no pasó nada 

Junio fue el mes de la nada en el apartado deportivo en este 2021 zaragocista. Todo el mundo huyó de vacaciones tras el relax extremo pos salvación. Y hablar de fútbol en Zaragoza generó durante semanas cierto rechazo. La Eurocopa ayudó a solapar el apagón blanquillo durante largos días. 

El inicio del verano llegó en medio de un vacío terapéutico total en lo referente al futbol puro y duro. Tocaba esperar acontecimientos.

JULIO: La pretemporada, entre la parálisis de fichajes

El día 1, inicio natural y legal de la nueva campaña 21-22, se supo de la jubilación del secretario general, Paco Checa, tras cuatro décadas en el cuarto de máquinas del club. Y, horas después, sorprendió el despido de Iván Martínez como entrenador del filial, después de haber sido confirmado días antes. Antes de empezar la pretemporada, prevista a partir del día 7, Torrecilla envió cedido a Nick Buyla al Nástic de Tarragona y rescindió el contrato de Atienza. Ninguno contaba y no se quería que empezasen ya con el grupo. El 8, se conoció que Vigaray había retornado del verano con la rodilla dañada en la recta final de la liga anterior (la acabó forzando ) en muy malas condiciones. Se le operó de primeras y se vio una lesión de larga duración y dudosa recuperación al cien por cien. El director deportivo, sotto voce y nunca públicamente, dejó claro que no podía moverse en el mercado al no saber de cuánto dinero disponía para gastar. 

Ante la baja inesperada de Vigaray y sin un lateral derecho en la plantilla (Tejero había vuelto de su cesión al Eibar), Torrecilla pidió la venia para fichar a Gámez, descartado por el Mallorca para Primera, que llegó el día 15 y sería durante mucho tiempo el único refuerzo.

Clemente dio positivo en covid el 16 y, así, se perdió por completo la pretemporada en San Pedro del Pinatar (Murcia), que tuvo lugar entre el 23 y el 31. Su caso provocó la suspensión del primer amistoso estival en Teruel. No se jugó en Pinilla el 17 por precaución y protocolos. El Zaragoza, sin más cara nueva que Gámez y con varios chicos del filial y del juvenil (Puche, Ángel López, Cortés, Javi Hernández, Castillo y un recuperado Carbonell, jugó y perdió 2-0 en Calahorra el día 20 antes de ir a tierras murcianas. Allí, ganó 2-0 al Elche el 24 y al Valencia, también 2-0 el 28, ambos equipos de Primera; y empató 1-1 con el Atromitos Atenas griego, también de Primera, el día 30. Entretanto, Bikoro se fue cedido al Hércules y Baselga al Zamora. Poca cosa para lo que era menester a pocos días el inicio de la nueva liga 21-22.

AGOSTO: La liga se puso en marcha en precario

Agosto empezó con el chasco de que Peybernes, al que se esperaba en propiedad, rehusó la oferta zaragocista y se fue al Málaga. El día 4, mientras se jugaba un descafeinado Trofeo Ciudad de Zaragoza-Memorial Carlos Lapetra ante el Getafe (0-0 y derrota por penaltis ante otro Primera), se supo que La Liga inyectaría un dinero al Real Zaragoza tras llegar a un acuerdo global con el fondo internacional CVC, momento clave para que Torrecilla pudiera acelerar los nuevos fichajes. La liga empezaba en día 13 en La Romareda ante el recién ascendido Ibiza y el equipo estaba en pañales, muy incompleto. El día 5 llegó Borja Sainz, cedido del Alavés. Y el 10, Petrovic, en propiedad tras dejar el Almería. Así se jugó con los baleares, no pasando de un feo 0-0 que denotó carencias a todas caras. Ese mismo día se cerró la salida de Vuckic, delantero ciego ante el gol el curso anterior (lo mismo que Gabriel ‘Toro’ Fernández, que había retornado al Celta), rumbo al Rijeka croata. Tras esa primera jornada, jugada casi a traición antes de la Virgen de Agosto -algo inédito en la liga española-, el Zaragoza fichó al ariete Álvaro Giménez, cedido por el Cádiz el día 15; y a Lluís López, central que venía del Espanyol para cubrir la huida de Peybernes, el 18.

Se fue a Valladolid para perder 2-0 en la segunda jornada, el día 20, con Cristian Álvarez lesionado en los isquios. Todo se parecía mucho a la temporada pasada y daba pavor. Sin gol, en la cola de la tabla desde el principio, sin equipo conformado… El 24, Torrecilla colocó a Larrazabal, otro fiasco de la anterior época heredada, en el Amorebieta. Y el 28 llegó Nano Mesa, también a préstamo desde el Cádiz, grifo de recurso último ante los problemas para convencer a jugadores más valorados en el mercado en general. El Cartagena, el día 30, puso al Zaragoza en unas coordenadas de susto mayúsculo ganando 0-1 en la tercera jornada. La pinta de la temporada se tornaba de nuevo negra.

El mercado estival concluía en 24 horas y los cambios podían ser mínimos. Yanis, fichaje extraño a más no poder, vino de Panamá casi de extranjis. Carbonell se fue cedido al RM Castilla en una rara maniobra y, finalmente, el 31, a última hora, Vada fue fichado tras irse del Almería, otro grifo repetido por Torrecilla en su singular mercado de verano. El ‘nuevo’ Real Zaragoza quedaba cerrado, tarde y sin atender a las expectativas de revolución masiva en su vestuario. Sin dinero no fue posible hacer más… al menos el director deportivo no lo logró.

SEPTIEMBRE: Empieza el serial de empates 

El equipo logró un asidero de cierta calma al ganar 1-2 en Alcorcón (a posteriori, sería su única victoria en dos largos meses) en un duelo de colistas el día 5. Y, a partir de ahí, empezó su serial de empates que batió el récord en España, con nueve seguidos, y se quedó a solo uno del récord mundial. El primero fue en Fuenlabrada (1-1) el día 12. El segundo, en casa ante la Real Sociedad B (1-1), el 18. Y el tercero, en Lugo (1-1), el 26. Entremedias, las noticias sobre la compraventa de la SAD fueron trufando el día a día.

Tangencialmente al día a día, Vigaray fue operado de segundas de su lesión de menisco el día 7 y se anunció una larga baja médica para el jugador.

OCTUBRE: Epidemia de igualadas, caída a la zona de descenso y alarma general

Deportivamente, el mes se puso en vigor con el aluvión de empates en plena efusividad: dos 0-0 encadenados en La Romareda, ante Oviedo y Huesca, los días 2 y 11. Otro en Málaga (1-1) el 16. Uno más en casa ante la Ponferradina, también 1-1 el 21. Repetición del caso en Gerona, el día 25. Y una nueva reverberación en La Romareda con el Mirandés, enésimo 1-1 el 31, para poner un broche anómalo a un octubre que puso las viejas sirenas de alarma a gritar de nuevo porque el equipo se había caído a la zona de descenso por incapacidad para ganar. No perdía, pero no sabía vencer. Jugaba alegre pero carecía de gol y de consistencia atrás: con poco, los rivales dañaban mucho al Zaragoza. Hasta Jim pasó a la diana de posibles soluciones a corto plazo si no surgían remedios rápidos. La cosa se puso fea.

Y, por goteo, las lesiones importantes siguieron apareciendo: Narváez y Vada se rompieron sendos músculos en Gerona y tuvieron para semanas.

NOVIEMBRE: Tres victorias con cambio de método de juego, bálsamo y, de nuevo, chasco

El primer partido de noviembre, el día 4 en El Plantío, resultó clave para llegar al inicio de 2022 con la actual calma. Perder en Burgos hubiese generado una crisis que se tocaba ya con la yema de los dedos. El Real Zaragoza jugó distinto, más feo, atrás, a que no pasase nada, al estilo de la liga precedente en el que Jim sustentó la salvación. Pudo encajar dos o tres goles de los castellanos, recién ascendidos, pero los palos y Cristian Álvarez lo evitaron. Y faltando 9 minutos, Alvaro Giménez anotó su primer gol de la temporada (le costó cuatro meses) para ganar 0-1 y dar un giro a la tendencia ruinosa que traía el equipo. Porque, además, en la siguiente cita, el día 7, el Zaragoza derrotó 2-0 al Sporting de Gijón y obtuvo así su primera victoria como local desde agosto, rompiendo un lastre pernicioso que anunciaba curvas de muchos grados de manera inminente. Seis puntos de tacada en cuatro días que sacaron al equipo del vagón letal de la clasificación. Y, con los hados como aliados, aún llegaría un tercer éxito consecutivo, el triunfo 2-3 en Las Palmas, en otra noche afortunada el día 13, que metió a los de Jim en una celebrada dinámica favorable que acabó de cuajo con los pensamientos acelerados y negativos de buena parte del zaragocismo, fuera y dentro del club.

Como siempre es hábito por estos lares y previendo que se jugaba de seguido ante el Leganés (antepenúltimo entonces) y Amorebieta (penúltimo), muchos elucubraron sobre la presencia próxima del Real Zaragoza en la zona de promoción, la ya famosa ‘pomada’ que había anunciado Torrecilla en verano como objetivo del equipo en este curso (traducido, la pelea por la promoción de ascenso). Pero la ausencia de personalidad de la plantilla se plasmó precisamente en estos dos duelos de máxima exigencia para dar el salto cualitativo soñado: derrota por 0-2 ante los leganenses en La Romareda, en un partido catastrófico, y empate 1-1 en Bilbao ante los vizcaínos, sin saber acosarlos pese a jugar media hora con un hombre más por expulsión de un rival.

Las lesiones reaparecieron, en esta caso con una dolencia muscular de Nano para un tiempo prudencial.

DICIEMBRE:  De los sueños de recuperación a un baño de realidad muy limitada

El mes vigente, el que se acaba y manda al archivo este 2021 de dura digestión, empezó bien. El equipo, con su segunda unidad sobre el campo (suplentes, menos habituales y hasta el juvenil Ángel López debutando), superó en La Palma la primera ronda de la Copa del Rey, ganando 0-1 al modesto Mensajero. Y el día 5 se dio una victoria zaragocista por 1-0 ante el potente Eibar (2º en la tabla), triunfo de prestigio que retomaba el optimismo tras los dos varapalos previos. Pero el calendario, que había guardado al Zaragoza un final de primera vuelta de alto rango, no permitió a los blanquillos redondear ese buen regusto que quedó ante los guipuzcoanos. El súper líder, Almería, lo tumbó por 3-0 en campo andaluz, desnudando las carencias de los de Jim. Y el Tenerife (3º en la clasificación), redundó sensaciones al ganar 0-2 en La Romareda el reciente día 19, cuando se paró la competición hasta los albores de enero. El equipo es el 14º en el escalafón de Segunda División en el ecuador de la liga. Cinco triunfos, once empates y cinco derrotas. Trayectoria anómala, que deja destellos de insuficiencia para aspirar a algo más.

Torrecilla salió en rueda de prensa el día 22 advirtiendo de que "ahora, no hay dinero para que el Real Zaragoza acuda al mercado invernal de fichajes". Tras todo esto, llega 2022.

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