Real Zaragoza, una segunda vuelta para renacer

El conjunto aragonés llega al ecuador de la temporada muy lejos de su objetivo inicial, pero resucitado tras el efecto ‘Víctor Fernández’

Víctor Fernández dialoga con Loreto sobre el campo.
Víctor Fernández: "Quiero que el Zaragoza traslade su ambición al Molinón"
Guillermo Mestre

Clausurada la primera vuelta con unos números insuficientes y una recorrido convulso, el Real Zaragoza se asoma ya a la segunda parte de la temporada con el propósito de corregir su rumbo, evitarse apuros clasificatorios y acercarse todo lo posible a las posiciones de privilegio. Las primeras 21 jornadas han estado marcadas por la inestabilidad de su resultados: solo cinco victorias y 22 puntos, crisis deportiva y de expectativas, un paso por los puestos de descenso, tres entrenadores (Imanol Idiakez, Lucas Alcaraz y Víctor Fernández)… Las consecuencias pueden observarse en la tabla: el Zaragoza es 16º, solo respira un punto por encima de la zona roja de la clasificación y tiene sus objetivos de principio de curso a una distancia desesperante: la promoción se escapa a los 13 puntos, mientras el ascenso directo exigiría una remontada casi utópico, de 16.

El equipo ya hace días que reordenó sus metas, y asegurar la salvación ocupa ahora el centro de las prioridades, una vez que se han recuperado las constantes vitales en el juego. La llegada de Víctor Fernández, en este sentido, ha tenido un efecto incuestionable. Se han ganado dos partidos y se ha perdido uno, contra el poderoso Málaga, en el que se ofrecieron razones y fútbol para vencer con solvencia.

Este es ahora el suelo que pisa el Zaragoza, muy diferente al que hace un mes tenía bajo los pies con Lucas Alcaraz. Entonces, no se observaba ninguna ventana hacia el optimismo. Ahora, en cambio, con 21 jornadas aún por delante, el equipo aragonés ha confirmado que tiene argumentos para renacer. Las sensaciones, en este sentido, son positivas, emitiéndose síntomas de recuperación en la etapa de Víctor Fernández que ratifican que el Zaragoza tiene mucho más fútbol y capacidades de lo que dicen sus resultados. El técnico aragonés le ha devuelto al equipo un estilo y una identidad. Hay un camino recto y coherente hacia el final del laberinto.

En este sentido, sirve como contraste el Zaragoza de la pasada campaña. Al cierre de la primera vuelta, con Natxo González, sus números eran muy similares. Entonces, las conclusiones anunciaban que el equipo aragonés había exhibido más argumentos que puntos cosechados. Aunque su clasificación era un puesto peor (17º), contaba con dos puntos más (24), tenía tres puntos de ventaja sobre el descenso y la desventaja con la sexta plaza era de 10 puntos (15, con el ascenso directo). Pero, sobre todo, aquel Zaragoza había ido dejando en el camino de la primera vuelta muchas promesas a nivel de juego.

Las sensaciones, la imagen, salvo una depresión otoñal, siempre avisaron de que el Zaragoza, por entrenador y por jugadores, podía romper a ganar. Y, en efecto, así fue: su segunda vuelta fue asombrosa. Pasó de sumar 24 puntos a 47 tras el ecuador, para alcanzar los 71 finales que le dieron la tercera plaza y un billete de promoción, quedándose a solo cuatro puntos del ascenso directo (recortó 11) y sacando seis de ventaja al 7º (su renta en referencia a esa posición en la segunda vuelta fue de 16 puntos a favor).

Reeditar esa reacción es improbable, muy complicado, pero el Zaragoza vuelve a tener un buen punto de partida para resurgir hasta donde le llegue: los últimos tres encuentros con Víctor Fernández. Ha recuperado ánimo, resultados, fútbol, personalidad, pero, sobre todo, sensaciones de que en el equipo hay material para renacer. Los números le siguen desnudando y la amenaza no ha cesado. Pero el Zaragoza de Víctor es otro Zaragoza.

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