La idea móvil en la táctica de Fernández, un modelo sin rigideces

El Real Zaragoza afrontó el estreno del nuevo entrenador ante el Extremadura con un esquema de difícil plasmación en un papel.

Así plasmó el club el novedoso sistema de Víctor Fernández en su estreno ante el Extremadura. En realidad, no se ajustó a lo visto sobre el papel.
Así plasmó el club el novedoso sistema de Víctor Fernández en su estreno ante el Extremadura. En realidad, no se ajustó a lo visto sobre el papel.
RZ

Víctor Fernández anunció en su presentación del miércoles y redundó en la previa del viernes que, en su estreno ante el Extremadura, "el equipo se iba a parecer poco a lo que se había visto" con anterioridad. Avisó de una revolución, no tanto en cuanto a nombres (que también), sino en la forma de jugar, en el mecanismo táctico a utilizar en busca de salir del pozo de la clasificación a base de las necesarias victorias que tanto está costando lograr este año. Y, vista la puesta en escena, ciertamente las novedades mayores fueron bastantes.

Nominalmente hubo 5 jugadores nuevos respecto del once inicial del último partido de su antecesor, Lucas Alcaraz: Ratón, Zapater, Álex Muñoz, Igbekeme y Pombo. Se cayeron por obligación los lesionados Cristian Álvarez y Benito, y el sancionado Verdasca. Además, el nuevo técnico prescindió de Nieto y P. Biel.

En cuestiones posicionales de partida, la más drástica, por su perfil de cambio radical para el jugador en su ámbito de juego, fue la de Zapater, que fue aplicado al lateral derecho de la defensa y no en su hábitat natural del centro del campo.

El resto, se atuvo a una idea móvil, a un modelo sin rigideces. Con grandes diferencias en los posicionamientos y las basculaciones de algunas piezas en virtud de que el balón estuviera en poder del equipo o se debiera jugar en fase defensiva, con el rival atacando. Se trata de un esquema de difícil plasmación en un papel. Tal vez por eso, en el avance de la alineación que, alrededor de una hora antes, el club emite en sus redes sociales, la estructura de 4-4-2 en línea fue solo una orientación y no algo que, en las jornadas precedentes, tanto con Idiakez al principio como, en los dos últimos meses, con Alcaraz en el banquillo, se ceñía con mucha fidelidad a lo que luego se observaba en el campo.

Víctor ya insinuó días antes que su idea no era ordinaria. "Ojalá seáis capaces de ver los cambios", dejó caer para advertir de que no se trataba de algo común o basado en estatismos. Y, observando ese diseño que trasladó el propio club 60 minutos antes de jugar contra el Extremadura, ciertamente hubo cosas bien distintas a ese esquema. Solo el portero y los cuatro defensores se ajustaron, en la mayor parte de los movimientos, a ese punto de partida táctico. Lo demás, nada.

Ni Pombo fue interior-extremo derecho, ni Igbekeme lo fue por la izquierda. Ni Raúl Guti formó a modo de medio centro con Javi Ros. Y tampoco Gual y Álvaro Vázquez compusieron un dúo atacante al uso.

En realidad, los grandes rasgos del plan de Víctor Fernández dejaron ver a Ros como pivote central, con Guti volcándose a la derecha e Igbekeme haciéndolo a la izquierda. En trazos gruesos, fueron los tres centrocampistas puros de algo que se pareció muchas veces a un 4-3-3. Porque, en punta, Marc Gual, además de ser mayormente el ariete más referencial dentro del área, pues Álvaro Vázquez siempre estuvo escorado a la izquierda, muchas veces mostrándose casi como extremo más que como interior-punta profundo y adelantado, dejando ambos el carril central para Pombo, que tenía su punto de arranque siempre algo más atrasado, para buscar desequilibrios en la ruptura de la línea defensiva rival a base de su esgrima y su encare.

Esto, cuando tocó retroceder, se hizo 4-4-2 en rombo inicialmente al recular Pombo automáticamente por delante de Ros y con Guti e Igbekeme en los flancos. Y acabó varias veces en un 4-5-1, cuando Vázquez también era obligado a replegarse por la izquierda hasta la línea divisoria, quedándose solo Gual descolgado hasta nueva jugada colectiva en ataque.

Los encargados de juntar al los puntas en el área fueron, en determinadas oleadas ofensivas, por un lado los laterales, Lasure y Zapater. Sobre todo cuando era Lasure el que subía hasta arriba, hacía de cuña con Álvaro Vázquez, que entonces sí pisaba el área más cerca del marco, armando una tripleta de posibles receptores de centros o pases con Gual y el incorporado Pombo desde el eje central, desde la corona, en torno al punto de penalti. Por otra parte, cuando los dos centrocampistas con obligaciones de desdoblamiento y llegada desde atrás al área rival, Guti por la derecha e Igbekeme por la izquierda, se acercaron al área, el movimiento de los tres puntas fue a modo de acordeón, ocupando carriles de abordamiento hacia la portería del Extremadura como si de balonmano se tratase. En un momento determinado, hasta Zapater lo hizo (minuto 44) pegado al callejón más a la derecha, y casi anotó gol al borde del descanso.

Después, con los cambios, Delmás y Papunashvili, en los puestos iniciales de Zapater y Guti, dotaron al mecanismo de mucha más verticalidad ofensiva, dejando en segundo plano las obligaciones defensivas. Era el fruto del marcador (no victorioso todavía) y de la clara actitud de encerrarse que mostró el Extremadura con sus sustituciones, en especial cuando retiró al delantero Willy para sacar al defensa central Marcelo Djalo. De esa mezcla entre ambos sustitutos nacieron varias acciones de peligro de las que, en el minuto 76, llegaría el 2-1 ganador del georgiano Papu.

Estos son los principales epígrafes del prospecto de Víctor Fernández en su puesta en escena. A partir de ahora, mucho más según se vayan recuperando jugadores importantes ahora autentes (como los citados Cristian Álvarez, Benito, Verdasca o, también, Eguaras), al margen de los refuerzos que puedan venir a partir de la semana que viene en el mercado invernal, será tiempo de evolución y perfeccionamiento de algo que, salta a la vista, se parece bien poco a lo que se plasmó en el patrón de juego del Real Zaragoza desde la pretemporada.

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