El Zaragoza destituye a Alcaraz y Víctor Fernández ocupará el banquillo por tercera vez

El entrenador zaragozano, de 58 años, será presentado ya este martes, cuyo entrenamiento lo dirigirán interinamente Ubieto y Chocarro.

El zaragozano Víctor Fernández, en una imagen de archivo.
El zaragozano Víctor Fernández, en una imagen de archivo.

El zaragozano Víctor Fernández será el nuevo entrenador del Real Zaragoza a partir de este martes, 18 de diciembre de 2018. Fernández regresa así de nuevo a su casa, al equipo en el que se dio a conocer a principios de los años 90 (hace ya casi tres décadas) y en el que, tras dos etapas dispares en su discurrir al frente del banquillo, va a comenzar su tercer capítulo como máximo responsable del vestuario. Esta vez lo hace para sustituir a Lucas Alcaraz, que ha conocido su despido en la tarde de este lunes, al regreso de La Coruña con la derrota zaragocista por 3-1 en la noche del domingo.

Alcaraz, que llegó al Real Zaragoza a mediados de octubre -hace solo dos meses- para tomar el testigo del entrenador que inicio el curso, Imanol Idiakez, no ha logrado reconducir la mala marcha del equipo que supuso el cese de su antecesor. La derrota en La Coruña de este domingo dejó al técnico andaluz desprotegido en los números -una sola victoria, posiciones de descenso, una dinámica de 5 puntos de 24 posibles- y en los apoyos, como consecuencia directa de lo primero. La propia impotencia del entrenador, manifestada en buen a medida en la sala de prensa del estadio de Riazor, hacía inviable su continuidad a juicio de la dirección deportiva que dirige Lalo Arantegui.

Víctor Fernández, a quien se pudo ver este domingo siguiendo el partido en la tribuna de Riazor, es un entrenador con larga trayectoria en Primera División, un zaragocista reconocido y, en las complicadas circunstancias que se dan en estos momentos, un soplo de esperanza para un equipo que necesita remedios urgentes y efectivos.

Fernández asomó en 1988 en el día a día del primer equipo zaragocista, todavía sin haber cumplido los 30 años, como ayudante del entonces titular, Radomir Antic, con el que estuvo de segundo durante dos campañas. En 1990, el club que presidía José Ángel Zalba le otorgó la responsabilidad de ser el primer técnico del filial, el Deportivo Aragón en Segunda B. En ese primer cargo de cierta relevancia apenas estuvo 7 meses pues, al consumarse la dimisión del entrenador del primer equipo, el uruguayo Ildo Maneiro, en el mes de febrero, la directiva del momento apostó por darle el timón de la plantilla de Primera División a Víctor Fernández, al poco de haberse iniciado 1991. Ese fue su punto de partida profesional que, ahora, va a tener un nuevo eslabón de continuidad al frente del Real Zaragoza, esta vez en Segunda División y con unos condicionantes llenos de problemas de índole deportiva.

Los dos pasos anteriores de Víctor Fernández por el Real Zaragoza dejaron para la historia el haz y el envés del fútbol: éxitos y fracasos, grandes alegrías y serias dificultades. La primera trayectoria de Víctor Fernández en el Real Zaragoza, la más larga, ocupó el espacio de 7 temporadas, las 5 centrales completas y, tanto la primera (ya citada) como la última, en la que fue destituido y relevado por otro uruguayo, Víctor Espárrago, las desarrolló de manera incompleta. Su arco abarcó desde la campaña 1990-91 hasta la 1996-97.

En esta primera fase de Fernández como técnico zaragocista destaca, en positivo y con brillo propio, el trecho de casi dos años naturales en los que el equipo alcanzó el cénit ganando la Recopa de Europa en 1995, por 2-1 al Arsenal de Londres en París. Antes, se había hecho acreedor al billete europeo al lograr la Copa del Rey y proclamarse campeón de España en 1994 al derrotar al Celta en Madrid, por penaltis, tras el 0-0 en la final del Vicente Calderón. Y, un año antes, en 1993, ya había rozado el título, pero cayó en la final de Valencia ante el Real Madrid por 2-0, en la noche del perjudicial e histórico arbitraje de Urío Velázquez.

En el otro lado de las vivencias, las de los chascos, Víctor comenzó con un susto de gran magnitud pues el equipo logró salvar in extremis en aquella agónica promoción por la permanencia contra el Real Murcia, que en junio de 1991, el Real Zaragoza solventó empatando 0-0 en La Condomina y doblegando a los pimentoneros por 5-2 en La Romareda. No fue un buen inicio el suyo, pues cuando Víctor cogió al Real Zaragoza tras el adiós de Maneiro la clasificación, en la jornada 25, era el 12º puesto y nada hacía presagiar dificultades al final de aquel torneo (lo de la marcha del uruguayo fue más por inadaptación y malestar en la ciudad y con el entorno que por problemas deportivos). El Zaragoza fue complicándose la vida hasta acabar en el puesto 17º y quedar así obligado a jugarse a vida o muerte ante los murcianos su presencia en Primera. Y, obviamente, el paso previo al despido de Víctor Fernández en noviembre de 1996 vino precedido de un desgaste personal, de un deterioro de aquella plantilla ya abollada y modificada con bajas y fichajes que no funcionaron, que derivó en una pésima clasificación y en una salida abrupta de Fernández del Zaragoza de Soláns hijo. Aquel año, la remontada de la segunda vuelta, de la mano de Luis Costa (tuvo que ser el tercer entrenador del curso porque Espárrago tampoco funcionó), evitó un descenso que durante largos meses se rumió en La Romareda.

La segunda etapa de Víctor Fernández vino con el aterrizaje del agapitismo, con Agapito Iglesias al frente en mayo de 2006, tras la marcha de Soláns del fútbol. Fue elegido por la nueva propiedad como mascarón de proa bonito, sugerente, seductor de los años de grandeza que se prometieron en aquel verano sorprendente. Y, en esta ocasión, no duró ni dos años. La cara, la parte buena, fue la primera campaña, pues el Real Zaragoza millonario que había armado Agapito, de la mano de Fernández, alcanzó la clasificación europea y se metió en puestos UEFA, un premio que cumplía con los mínimos expansivos de aquel proyecto napoleónico. Pero enseguida llegó la cruz, el fracaso, al año siguiente: todavía con más presupuesto, con fichajes ultravalorados, con topes salariales descomunales que no cuadraban con las estructuras básicas de la SAD zaragocista, el equipo se le fue a Víctor Fernández paso a paso hacia la cola de la clasificación, con líos internos de alto calibre que acabaron con su destitución a mitad de curso. Ni el breve Ander Garitano, ni después Jabo Irureta, ni, finalmente, Manolo Villanova, pudieron evitar la caída al descenso a Segunda de aquel plantel estelar, el más caro de la historia que se fue al infierno. 

Al margen de estos dos pasos anteriores por el banquillo zaragocista, Víctor Fernández también entrenó al CD Tenerife, al Celta de Vigo, al Real Betis, al FC Oporto portugués, al KAA Gante belga y al Deportivo de La Coruña. Su última vinculación con un club de élite fue, singularmente, con el Real Madrid, donde fue designado director de la cantera del equipo merengue por un breve periodo de tiempo, que concluyó hace dos temporadas.

Ahora, más de 30 años después de darse a conocer como segundo de Antic en el mundillo del fútbol zaragocista y 29 años más tarde de su estreno al frente del banquillo del Real Zaragoza, un veterano y baqueteado Víctor Fernández reaparece para afrontar su tercer paso por el vestuario blanquillo. Lo hace en unas circunstancias límite, con el equipo antepenúltimo de la Segunda División, abocado a mitad de temporada a pelear por salvar el descenso a Segunda B que, de facto, significará en junio la liquidación y desaparición de la entidad tras 86 años de vida. Se trata de un golpe de efecto, de una maniobra en busca de la resurrección de un equipo que se le fue del guión al primer técnico del año, Idiakez, y al que el segundo, Alcaraz, no ha logrado encarrilar en sus dos meses de estancia en Zaragoza.

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