El aviso de Alcaraz: "Prudencia máxima y autoexigencia máxima, no podemos despistarnos"

El entrenador del Real Zaragoza, escasos minutos después de volver a ganar en Tarragona tras 2 meses de crisis, advirtió de que salir de la cola necesita continuidad y más éxitos encadenados.

Lucas Alcaraz, en la rueda de prensa de este lunes por la noche en Tarragona tras ganar 1-3.
El aviso de Alcaraz: "Prudencia máxima y autoexigencia máxima, no podemos despistarnos"
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Afónico. Satisfecho. Aliviado. Lucas Alcaraz acudió a la pequeña sala de prensa del Nou Estadi de Tarragona cuando el lunes 12 de noviembre ya se acababa con el espíritu en calma tras haber podido meter al Real Zaragoza, por fin, en la senda de los triunfos más de dos meses después de que el equipo descarrilase peligrosamente a primeros de septiembre y acabase cayendo a la zona de descenso a Segunda B hace una semana. El 1-3 obtenido minutos antes ante el Nástic suponía un medicamento de eficaz efecto balsámico y antipirético para un zaragocismo cada vez más alterado y ansioso por ver lo que estaba sucediendo, increíblemente, durante 8 largos partidos de patinazos, fiascos y decepciones encadenadas.

Alcaraz, por supuesto, explicó sus razones para mandar al cajón el manido sistema de rombo que tanto predicamento ha tenido desde instancias más altas a cuenta del reciente cambio de entrenador, tras la destitución de Idiakez. También la revolución zapatista que introdujo en la lista nominal de protagonistas del partido. Pero, de sus 7 minutos de rueda de prensa, tal vez los fragmentos más profundos de cuantos espetó el granadino fueron los alusivos al futuro más inmediato, al que sigue ya mismo a este éxito puntual en Tarragona que pone coto a una crisis tremenda que ha podido arruinar buena parte de las aspiraciones de la temporada salvo reacción mayúscula de aquí a junio.

"Prudencia máxima. Y autoexigencia máxima. No podemos despistarnos", avisó en plena alegría por la victoria del Real Zaragoza en campo catalán. No habían pasado ni 10 minutos desde el pitido final del árbitro y de la consumación de la necesaria victoria para disolver el bache de solvencia y ánimo que asolaba al equipo y Alcaraz ya estaba intentando atenuar cualquier brote de euforia, de pensamientos que puedan llevar a algunos a pensar que todo está ya reconducido.

"Ahora mismo, tenemos que pensar ya en el siguiente partido. El sábado hay que volver a ganar. Solo hemos ganado un partido. Se ha dado un paso, pero hay que seguir", abundó en su consejo de veterano, de experto en estas lides del sube y baja del fútbol profesional, de la montaña rusa de sentimientos y pareceres que suele rodear a los equipos cuando viven días duros y momentos complicados. Es el caso del Real Zaragoza.

Así pues, el propio entrenador es el que prohíbe cualquier efecto secundario tendente a considerar este triunfo por 1-3 en Tarragona como la apertura de la veda de la felicidad y la derogación automática de las desgracias y malas praxis de unos y otros, dentro y fuera del campo. Salir de la zona de descenso y reubicarse en posiciones más cómodas y con las aspiraciones de poder llegar a mayo o junio con opciones de algo brillante es, obviamente, cuestión de mucho tiempo. Y, en ese tramo temporal, que puede medirse en meses (como ha sido el del despeñamiento en la clasificación), es algo que requiere muchos partidos encadenados con victorias, puntos en lotes de peso y con nulos tropezones. Por eso, Alcaraz cita ya el siguiente capítulo en La Romareda ante el Mallorca, este sábado próximo (20.30). Sin un nuevo triunfo ante los baleares, lo de Tarragona perdería cotización. Todo el mundo está sobre aviso. Al entrenador del Real Zaragoza las cuestiones de intendencia no se le escapan.

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