El rombo o el triángulo... de las Bermudas

El debate sobre el sistema táctico que sostiente el área deportiva del Real Zaragoza, ese 4-4-2 con rombo en la línea media, crece en intensidad según pasan los días y el equipo no logra salir de su crisis de resultados. Tarragona será un nuevo episodio.

Los futbolistas del Real Zaragoza, en perfecta formación asidos a la portería móvil, durante el entrenamiento en La Romareda este domingo, previo al viaje a Tarragona.
Los futbolistas del Real Zaragoza, en perfecta formación asidos a la portería móvil, durante el entrenamiento en La Romareda este domingo, previo al viaje a Tarragona.
José Miguel Marco

"En ocasiones veo rombos", es una adaptación local de 'La niña del exorcista'. El mundo zaragocista actual es romboide, ni plano como decía Tales de Mileto en tiempos muy pretéritos, ni redondo, como empezaron a elucubrar Pitágoras y Aristóteles y comezó a quedar meridianamente claro tras las excursiones marinas de Colón, Magallanes y compañía hace cinco siglos. El rombo, como dijo Lucas Alcaraz en sus primeras horas en Zaragoza hace nada, "es 'trendring topic' aquí, ¿eh?". Enseguida lo vio el granadino, viejo zorro.

La cuestión tiene similitudes con el guión de 'Don Erre que Erre', una de las de Martínez Soria. Un sucedáneo del "chufla, chufla, que como no te apartes tú..." de Miguel Ligero en 'Nobleza Baturra', escena mítica rodada por Florián Rey entre Bisimbre y Borja, en el 'Escachamatas' de vía estrecha, aquel maravilloso tren que unía esta última localidad con la navarra de Cortes. El rombo une, pues, la prehistoria, la época pre Cristo, la Grecia antigua, con la actualidad, pasando por el siglo XV y el ambiente de los Reyes Católicos, pespunteando la Segunda República española o los años expansivos de la segunda mitad del siglo XX. Lo reúne todo. Sus vértices son los cuatro puntos cardinales del Real Zaragoza, el Norte, el Sur, el Este y el Oeste. Una perfección geométrica llena de contenidos filosóficos, ideales tácticos, metodologías estratégicas, patrón de sastres ante los fichajes, 'leitmotiv' de ejecutivos. Como podría asegurar en cualquier momento Juanma Lillo, si alguien le volviese a dar cuerda en la rueda de los banquillos, el Real Zaragoza "vive en rombo".

Pero del rombo al triángulo va poco. Una simple línea perpendicular que lo parta en dos y obtenga de inmediato un par de equiláteros simétricos. Y, en esa fase de metamorfosis romboidal anda viviendo el Real Zaragoza en las últimas semanas de crisis. Su rombo, manido, cansino, obsesivo por momentos, empieza a sugerir y a desembocar en el Triángulo... de las Bermudas. Un sitio en la bola del mundo justamente equilátero, con vértices en esas islas del Atlántico americano, Puerto Rico y Miami, en la Florida estadounidense, donde desde los años 50 del siglo pasado se comenzó a ubicar un lugar del océano donde las desapariciones de naves, tanto náuticas como aéreas, confluyeron en ese espacio de magnetismo especial, con olas gigantes, fuerzas de atracción desde el núcleo terrestre que parecen favorecer naufragios y hundimientos a las zonas abisales que hacen perder el rastro de cualquier aparato, por gigante que pueda ser en su estructura material. Más de una cincuentena de barcos y una veintena de aviones están en el limbo tras haberse perdido su rastro en esas millas del planeta Tierra.

En el rombo caben dos triángulos. Pavoroso si lo de las Bermudas, porque a algún estudioso se le hubiese ocurrido un día, hubiese sido un rombo. La razón dice que sus efectos paranormales serían exactamente el doble de dañinos para quienes pasaron por allí en momentos equivocados. Lo de las aguas extrañamente burbujeantes que se tragan los navíos, fruto de una emisión del centro de la Tierra de hidratos de metano, lo de la alteración de las brújulas y sistemas de navegación hasta llevar a la deriva a naves de grandes dimensiones, los huracanes o ciclones súbitos que surgen en minutos y arrasan con lo que pillan en poco tiempo de reloj sin dejar rastro... dejaría de ser cosa del Triángulo para pasar a ser asunto del Rombo.

Aquí, en el Real Zaragoza del primer trimestre de la liga 2018-19, el rombo empieza a mutar en Triángulo caribeño. Por ahora, ya han claudicado Imanol Idiakez y sus compañeros de expedición, Gibanel y Orozco. Llega el viaje a Tarragona. Y después la visita del Mallorca. Y luego el desplazamiento a Alcorcón. Y enseguida las llegadas a La Romareda de Cádiz y Córdoba de manera encadenada. Un breve tramo de un mes que se antoja decisivo para discernir si el rombo es rombo o se transforma en un doble triángulo equilátero de bermudenses efectos. En Zaragoza, al paso que va el curso, puede surgir en unos meses una nueva referencia para la Geometría mundial. Del tenor de Heródoto o Descartes, por citar solo un par de eruditos. Son las grandezas del fútbol moderno. Las riquezas culturales anejas a este mundillo que parece tan banal. Y si la cosa deriva en triángulo ufológico o de explicaciones ajenas a la ciencia, ahí asomaran virtuosos como Jiménez del Oso que encontrarán aquí sucesores. El fútbol no es tan superfluo como lo parece.

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