Una Copa a destiempo

Pendiente del futuro de su técnico, el Real Zaragoza recibe al Cádiz CF, otro equipo en crisis y con otras prioridades. Ante las lesiones y carga de minutos, Idiakez alineará a los menos habituales.

Aguirre, Grippo y Buff, en el entrenamiento celebrado ayer en La Romareda.
Aguirre, Grippo y Buff, en el entrenamiento celebrado ayer en La Romareda.
Toni Galán

A nadie le sienta bien pegarle este trago ahora a la Copa del Rey. Ni al Real Zaragoza, ni al Cádiz. Y mucho menos aún a sus entrenadores, Imanol Idiakez y Álvaro Cervera, sometidos por la tenaza liguera y más pendientes de una victoria en el próximo fin de semana que les permita ganarle tiempo al despido y a sus equipos. Ambos técnicos se encuentran en el corazón de las tinieblas del fútbol, cuando los resultados no se corresponden con las expectativas y los potenciales de sus plantillas y asoman las crisis y los truenos de una destitución. Por eso, el partido de esta noche en La Romareda, en el viejo torneo de la Copa del Rey, no es más que un pelo en la sopa para ellos, un incómodo trámite en el que tienen mucho más que perder que ganar. Quién se lo hubiera dicho a Idiakez y Álvaro cuando clasificaron para esta ronda hace justo un mes. Todo ha cambiado en sus equipos y dinámicas.

Probablemente, hubieran preferido no jugar precisamente hoy, en medio de una semana capital, en el caso del entrenador del Zaragoza, seguramente en los días más importantes de su carrera como técnico, tanto en clave de pasado como en la de futuro. La liga manda en ambos casos.

El Real Zaragoza completa el último entrenamiento antes del partido de Copa

Aun con todo, cualquier partido, por mucho destiempo al que sea, puede significar un cambio radical. A eso se agarra el Zaragoza. Su partido contra el Tenerife el domingo es mucho más relevante, pero hoy, aunque sea con una alineación de secundarios, puede comenzar a recuperar la base de todas las cosas en el fútbol: la confianza. Una victoria y un juego rehabilitado le daría un impulso anímico de alto valor estratégico para el entrenador de cara al choque contra el Tenerife.

Aunque parezca mentira, el Zaragoza se enfrenta hoy a uno de los pocos equipos con la piel más pálida que la suya. Al Cádiz no le van mucho mejor las cosas: en liga, suma siete puntos y está metido de lleno, hasta el cuello, en las posiciones de descenso (ocho jornadas seguidas sin vencer). Era un equipo con una base amplia del curso pasado, cuando, eso sí, ya dio señales a final de temporada de que su esencia de colectivo férreo, acorazado, competitivo y vertiginoso arriba comenzaba a doblarse. Aunque con un estilo de juego radicalmente opuesto al Zaragoza, su caso recuerda mucho al del equipo aragonés. Se trataba el gaditano de un proyecto llamado a estar arriba desde bien rápido. Reforzada y ampliada su plantilla, había perdido a su gran referencia, Álvaro García, pero había conservado el bloque, el entrenador y la idea de juego. Muy similar al Zaragoza, que ha perdido a Borja Iglesias, pero mantenía una continuidad y un legado táctico. El fútbol, en cambio, les ha puesto enfrente hoy a ambos equipos con la misma cara de necesidad y terror.

Como Cádiz y Real Zaragoza miran al fondo de la semana más que a hoy, sus formaciones presentarán importantes reformas, sobre todo en los aragoneses. Idiakez, en parte debido a lesiones, en parte debido a dosificación de esfuerzos, formulará un equipo inédito, sobre todo en ataque, donde Soro y Medina apuntan a la titularidad. Cambia casi todo, también el mediocampo, donde Buff, Pep Biel y Aguirre tendrían oportunidad de reivindicarse. Delmás y Nieto renovarán los laterales. Y Ratón la portería.

En el Cádiz, las bajas también hacen estragos, en su caso, en la defensa. Álvaro no puede contar con Sergio Sánchez, Marcos Mauro, Servando, Juan Hernández, Romera y Mario Barco.

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