Una reacción necesaria

El Real Zaragoza visita al Numancia necesitado de victorias y fútbol después de cuatro jornadas sin gana.

Imanol Idiakez se hidrata durante una sesión de entrenamiento.
Imanol Idiakez se hidrata durante una sesión de entrenamiento.
Daniel Marzo

Pocas leyes más convencionales y exactas redactan las bases del fútbol como aquella que remarca que no hay figura más desprotegida que un entrenador sin resultados. Así se ha escrito a lo largo y ancho de la historia centenaria de este deporte, aún más en los tiempos modernos, donde las urgencias deportivas, los ritmos del mercado de técnicos o la inestabilidad de los proyectos exponen con mayor claridad a los técnicos. Imanol Idiakez, patrón táctico del Real Zaragoza, se encuentra hoy en Soria, contra el Numancia, camino de ese implacable tendencia, vieja conocida en La Romareda de la época más reciente.

Los entrenadores han solido ser la pata más corta del banco, con la excepción hecha del pasado curso, cuando Lalo Arantegui sujetó al puesto a Natxo González en los momentos otoñales -tal como ahora- en los que el Zaragoza se alejó del hilo de los triunfos. El tiempo dio la razón al director deportivo, no por la confianza que le transmitían los resultados del equipo, sino por las sensaciones futbolísticas que fue dejando a lo largo de los primeros meses de competición. Con la salvedad de algunos días duros y ásperos, como en Huesca o Almería, el Zaragoza siempre dejó huella de tener más fútbol que resultados. Cabía observar cierta evolución hasta que el equipo cambió por completo en la segunda vuelta, cuando Natxo se corrigió y le dio al colectivo un ordenamiento natural. Ahora el escenario al que se enfrenta Idiakez es bien diferente.

El partido de esta tarde contra el Numancia tiene las hechuras de cita determinante. No por la ausencia exclusiva de resultados -al fin y al cabo, como se sabe en esta plaza, la Segunda División siempre te espera-, sino, más bien, por los problemas de fútbol. Después de cuatro jornadas sin ganar, el problema mayor no ese: es, precisamente, que el Zaragoza cosechó lo que sembró. Por eso, más allá de una derrota o un empate, a Imanol Idiakez le introducirá más o menos en los profundo de un laberinto la imagen que presente su equipo.

El calado y la ejecución

La cita, en este sentido, se reviste de trascendencia y pone en juego el crédito futuro de Idiakez. En función de lo sucedido, los debates acerca de su figura y labor cogerá una temperatura u otra. Tendrá una menor o mayor profundidad de análisis. Ley de fútbol.

Por eso, la reacción en el Zaragoza es obligada. Una quinta jornada sin ganar ubicaría al entrenador donostiarra en una delicada posición. En todo el curso pasado, el equipo aragonés nunca sufrió una sequía de victorias de cinco partidos. Vivió a principio de años tandas como la actual, de cuatro partidos, pero no más. Siempre, en este sentido, ofreció respuestas.

Eso es lo que se espera hoy del Zaragoza en Los Pajaritos: una reacción sólida, argumentada, con cuajo. Que tenga garantías de futuro y alivie la situación futbolística de un conjunto que lleva un mes atascado en su propio ideario: un fútbol tan combinativo que apenas hace daño, denso y espeso, bañado de barroquismo y una ausencia de pisada profunda en los metros finales donde se dicta la suerte del fútbol.

Para encontrar soluciones a las deficiencias de juego, Imanol Idiakez probará nuevas fórmulas en su alineación. La baja obligada por lesión de Marc Gual conducirá a la delantera a Jorge Pombo, a aquella posición en la que ha crecido él y crece su intimidación. Alberto Soro apunta a aparecer así en el vértice del rombo y James Igbekeme en uno de los interiores. De la lista se ha caído Perone y retorna a ella Álex Muñoz, aunque Verdasca y Grippo se perfilan como titulares. El resto, serán las piezas habituales. Además de Gual, el técnico Imanol Idiakez no podrá contar con otros lesionados: Raúl Guti, Gaizka Toquero y Papunashvili. Descartes por decisión técnico fueron Bruno Perone, Pep Biel, Raí y Oliver Buff.

Como escollo en este partido frontera, le surge delante un verdugo conocido. El Numancia que le apartó del sueño del ascenso el pasado mes de junio, con aquel gol envuelto de drama por parte de Diamanka. El equipo soriano mantiene su base y la esencia que le ha convertido en un clásico de la categoría: plantilla comprometidas, con más rendimiento que nombre y una presencia fuerte en Los Pajaritos. Y, como suele ser habitual, fuerte en la estrategia. Ya no esta Jagoba Arrasate, en su lugar ocupa el banquillo Lopez Garai, quien relevara a Natxo González en el Reus tras firmar por el Zaragoza.

El técnico del conjunto soriano maneja las dudas de Diamanka, Guillermo, el zaragozano Ripa y Carlos Gutiérrez por diferentes molestias físicas, y tiene la baja por lesión de Dani Nieto. Quien apunta a la titularidad es Alain Oyarzun, hace unos meses en el Zaragoza, quien ha arrancado a buen nivel el curso alternando el extremo derecho y el izquierdo. Un rival siempre enrevesado, más en Soria, al que al Zaragoza siempre le cuesta encontrarle el pulso. Hoy, más que nunca, necesita hacerlo.

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