El Real Zaragoza arregla el desastre inicial con el 2-2

Los de Idiakez, tras una primera parte muy deficiente, remontan un 2-0 adverso con goles de Gual y Vázquez.

Albacete-Real Zaragoza
Albacete-Real Zaragoza
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El Real Zaragoza evitó un problema serio en Albacete al lograr remontar un 2-0 adverso, cuajado en una pésima primera mitad de los de Idiakez, con el 2-2 definitivo que llegó a falta de poco más de 10 minutos para la conclusiòn. Los aragoneses diluyeron, en cierto modo, un lío morrocotudo para los próximos días, algo que hubiese sobrevenido inevitablemente de haber salido derrotados en el Carlos Belmonte una vez visto el percal del primer tiempo.

La revolución de Imanol Idiakez, con Eguaras, Papunahsvili y Perone en el once inicial (el centrocampista navarro tras 4 meses de baja por una severa pubalgia), quedándose fuera Grippo, Gual y el descartado Buff, pareció nacer muerta. El ideal global feneció en el minuto 2, sin romper a sudar todavía nadie. Ahí, el Albacete anotó el 1-0 en una falta de atención absoluta de todo el equipo a la salida de una falta en el centro del campo. Todos quietos, como si la fiesta no fuera con ellos, Acuña volvió un balón a la primera dentro del área y Ray Manaj remató a bocajarro a placer. Peor no podía empezar el día de la presunta reacción.

No tardó en llegar el 2-0, que se fraguó en el minuto 20, tras varios avisos albaceteños. Para más laceración, se lo marcó Verdasca en propia puerta. Va para especialista el portugués. Tocó Ros en el primer palo la salida de un saque de esquina y Verdasca impulsó después hacia el poste de atrás de Cristian Álvarez. Pareció gol de delantero, se lo llegaron a dar a Acuña por megafonía, pero no. Fue del defensor zaragocista. Tremendo rejonazo.

Cierto que, entremedias, Lasure había rematado al poste en el área tras un pase diagonal de Eguaras en el minuto 7, la única acción potable del reaparecido pivote navarro, escasamente apoyado por el equipo. Pero fue un espejismo, un amago de nada. Cada uno iba a su guerra. Papunashvili se las jugaba todas, provocando miradas fulminantes de Álvaro Vázquez. No hubo reactivación después del primer gol. Y, tras el segundo, el barco empezó a hacer aguas por diferentes vías. El exzaragocista Febas y Tejero, desde lejos, habían estado cerca de anotar más tantos en la portería aragonesa.

Entre el minuto 36 y 37, en 60 segundos, Papunashvili y Verdasca cayeron lesionados singularmente. El georgiano, tras recibir un pelotazo desde muy cerca, se quedó tendido en el suelo y salió en camilla. Enseguida, Verdasca se tiró al césped y pidió el relevo por una lesión. De repente, Idiakez tuvo que meter en danza a dos damnificados: Gual y Grippo, ambos en frío. Las desdichas venían el aluvión.

Al borde del descanso, Zapater lanzó una falta cerca del área… al segundo anfiteatro, en el único disparo del Zaragoza desde hacía más de media hora. Lo que el equipo destilaba en cada acción, en cada intento, en cada ataque del rival, era desazón, gestos torcidos, pena. O sea, las antípodas de lo que debería ser a finales de septiembre un favorito a estar en la zona alta de la tabla, como dice el guión del proyecto de Lalo Arantegui y José Mari Barba, el área deportiva de la SAD con plenos poderes. En un corto trecho de 12 días, los que unen Almería con Albacete, pasando por el capítulo del Lugo, el edificio en construcción se había venido abajo, se había agrietado. Un colapso terrible, serio. La primera parte del Carlos Belmonte emergió en el presente justo en el sentido contrario al que se requería, al que se esperaba, al que todo el mundo deseaba ver.

El segundo tiempo, tras tal catarata de adversidades y malas praxis zaragocistas, era un examen exigente para los de Idiakez. Se supone que tras 15 minutos de dureza dialéctica en la caseta tras lo acaecido  justo antes. El equipo aragonés salió con cierto interés en tener el balón, favorecido porque el Albacete esperó atrás. En las dos primeras llegadas, Ros remató a las manos de Caro y, un par de minutos después, Gual chutó raso y cruzado, fuera por poco. Y a continuación, Pombo, en una dejada en el área de tacón de Vázquez, también culminó con un remate fuera. Tres chispazos que podían hacer albergar alguna esperanza si los zaragocistas lograban enganchar el primer gol. Algo había cambiado.

Y así fue. La empanada manchega en el inicio del segundo periodo la terminó aprovechando Marc Gual para estrenarse como goleador por fin. Un contragolpe manejado desde atrás por Zapater, acabó con un pase perfecto a Marc Gual que, a quemarropa, superó a Caro, que la llegó a tocar pero no pudo deterla. Era el minuto 52 y el descanso había surtido efecto. El público local, enfervorizado tras los primeros 45 minutos por el baño que los suyos habían dado al Zaragoza y gozando de ver la clasificación provisional con el Albacete líder, no daba crédito a la pájara de los suyos. El equipo de Idiakez había hecho lo más difícil en esos momentos, que era dotar de vida a un partido cuasi liquidado.

El cuadro local replicó por casta, con un balón largo al área que Eugeni, solo ante Álvarez, cabeceó picado fuera cuando todo el mundo cantaba el 3-1 en el minuto 56. Ramis, el entrenador local, movió ficha en busca de una solución a sus inesperados problemas. Quitó a Acuña para meter al veloz Bela, para asustar más a los zaragocistas en unas contras que hacía rato no existían en el cuadro blanco. Ciertamente, los albaceteños parecían otros, del mismo modo que el Zaragoza, con gotas de amor propio en varios jugadores, había mutado para mejorar. Algo que, por otra parte, no era nada complicado dado el cariz del desastre del primer tiempo.

El duelo se metió en los últimos 25 minutos con unas sensaciones encontradas. Los locales, temerosos de estropear al final lo que había sido una exhibición al principio. Y los aragoneses, con más corazón con cabeza, intentando suturar las múltiples heridas dejadas por el pésimo y muy deficiente arranque de partido. Debían intentar no perder, puntuar como fuese, evitar tres derrotas consecutivas y una crisis evidente. Lo pelearon, robaron balones, con Zapater, Ros, Eguaras, Pombo…  mucho más activos. Pero el 2-2 no llegaba, no se vislumbraba porque faltaba tino en el último o el penúltimo pase. Demasiada precipitación.

El reloj, como últimamente, fue el peor enemigo. Corrió que se las peló y dejó al Zaragoza cada vez más desesperado, al ver que no podía apretar contra las cuerdas con mayor fuerza a un Albacete que logró desahogarse con las sustituciones. Tras varios minutos sin jugadas ligadas, con interrupciones constantes, Álvaro Vázquez encontró la gatera mágica. Un centro largo al área de Benito que se comió de manera   flagrante el central Caro I, cayó en los pies del ‘9’ zaragocista que, tras controlarlo bien, lo incrustó en la portería por alto para llevar el alivio a todo el zaragocismo. El roto estaba parcialmente remendado. Y quedaban algo más de 10 minutos… Podía suceder de todo, con el choque totalmente alborotado y roto. Los esquemas de unos y otros habían sufrido una metamorfosis increíble en el intermedio, para bien del Zaragoza.

Gual punteó el 2-3 en el 80, con un disparo desde lejos por encima del larguero. Pero la ocasión más clara la tuvo el exzaragocista Ortuño, nada más entrar al campo, en el 85, al cabecear a bocajarro una pelota franca que Cristian Álvarez sacó a córner bajo palos por encima del larguero, evitando que la reacción aragonesa quedase en nada. El envite acabó en el área albaceteña. Con el Zaragoza creyendo en el milagro de la victoria, pero sin ser capaz de construir la jugada clave, que no llegó.

El pitido final fue de hundimiento para los locales, que no supieron manejar un partido que tenían a su merced, y de sabor agridulce para los zaragozanos. Por un lado, existía la satisfacción de haber reparado en buena medida un cataclismo que se venía encima con muy mala pinta. Por otro, la gente se fue a la ducha pidiendo algún minuto más para haber acabado logrando la victoria. Fue la moraleja bipolar de una noche rara, en la que la ruleta se movió hacia todos los lados, sin saber dónde pararse hasta el final. Pudo suceder de todo, bueno y malo para el Zaragoza. La cosa se quedó en regular. En un mal menor, con el paladar agradable de que lo positivo llegó al final, y ese es el sabor que prevalece. Pero, en el fondo del partido, subyacen infinidad de cuestiones a analizar seriamente por los responsables deportivos.

Ficha Técnica

Albacete Balompié: Caro II; Tejero, Arroyo, Caro I, Fran García; Erice, Febas; Acuña (Bela, 62), Eugeni (Ortuño, 83); Rey Manaj (Barri, 70) y Zozulia.

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Benito, Verdasca (Grippo, 38), Perone, Lasure; Eguaras, Javi Ros, Zapater, Papunashvili (M. Gual, 38); Pombo (Soro, 87) y Álvaro Vázquez.

Árbitro: Trujillo Suárez (Canario). Amonestó a Arroyo (41), Grippo (49), Perone (79) y Erice (85).

Goles: 1-0, min. 2: Rey Manaj. 2-0, min. 20: Verdasca, en propia puerta. 2-1, min. 52: Marc Gual. 2-2, min. 78: Álvaro Vázquez.

Incidencias: noche cálida en Albacete, con 24 grados tras un día soleado. El césped del estadio Carlos Belmonte presentó un aspecto irregular, con zonas de calvas. En las gradas, alrededor de 7.000 espectadores.

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