Medina y Igbekeme, dos nuevas apuestas del original sello de Lalo

Ligas atípicas, equipos menores, jugadores desconocidos... Arantegui ficha ahora a un colombiano del colista de Primera y a un nigeriano que acaba de bajar a Segunda B en Portugal.

Clasificaciones de la Primera A de Colombia y la Segunda División de Portugal.
Clasificaciones de la Primera A de Colombia y la Segunda División de Portugal.
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Lalo Arantegui y José Mari Barba, las dos cabezas visibles del área deportiva del Real Zaragoza desde febrero-marzo de 2017, son singulares en su método de trabajo al frente de un apartado tan importante en un club deportivo. Diferentes, alejados de lo ordinario en un mundo bastante homogeneizado últimamente en todos los vectores del mercado de compra-venta-cesión de futbolistas y entrenadores. Los primeros pasos en la remodelación de la plantilla zaragocista de cara al curso que viene, recién terminado de manera brusca el actual, vuelven a refrendar lo que ya se apreció el verano pasado, el primero en el que ambos tuvieron la responsabilidad absoluta de construir el vestuario blanquillo casi en su totalidad. A saber:

Dos de los tres fichajes anunciados por Lalo en su rueda de prensa de este martes, el delantero colombiano Jeison Medina y el centrocampista nigeriano James Igbekeme, son dos auténticos desconocidos en el gran toldo del fútbol español. Ambos proceden de ligas poco seguidas por el gran público y, también, por buena parte de los sujetos activos en el mundillo futbolístico. Y, todavía más, los dos militaban en equipos menores, tanto que ambos son de la cola de sus respectivas clasificaciones: el Leones de Itagüí, último de la Primera A de Colombia, en el caso de Medina; y el Gil Vicente de Barcelos, penúltimo en la Segunda División de Portugal y descendido a Segunda B, en el caso de Igbekeme (ver tablas adjuntas).

Se trata, por su obvio perfil, de apuestas con sello original de Lalo (y Barba). Una capilarización en sus métodos de 'scouting' o búsqueda de promesas futbolísticas internacionales que llega a lugares donde otros muchos no lo hacen. Un mecanismo de riesgo por su propia idiosincrasia. Al Leones de Itagüí se lo está conociendo como club ahora bajo los focos del fútbol español cuando se cita a Medina. Y del Gil Vicente de Barcelos, que el año que viene estará en el tercer estrato del fútbol portugués, solo algunos lo tienen en su registro por saber de él en sus épocas pretéritas en Primera. Ni uno ni otro son clubes mediáticos per sé. Y, además, sus pasos deportivos han sido malos, deficientes en la estancia de los dos fichajes del Real Zaragoza, hasta tal punto de estar ubicados en el fondo de sus respectivas clasificaciones.

Por esto, intentar encontrar ahí pepitas de oro tiene, entre otras cuestiones, su alto porcentaje de aventura, de espíritu indómito en las figuras de Lalo y Barba. Es un modo de salirse del ruedo habitual, del zoco donde todos los demás equipos van a buscar lo mismo y a los mismos, donde cada ventana de fichajes se producen infinidad de transacciones en espiral año tras año con un volumen de género, en definitiva, limitado. Y, con las restricciones económicas de partida con las que nace cada año últimamente para el Real Zaragoza, el hecho de ir a comprar a tiendas tan alejadas de las luces principales tiene su aquel.

Lo de Medina e Igbekeme, por más llamativo que sea a mitad de este junio de 2018, no es nuevo ni en Lalo, ni en Barba, ni en el Real Zaragoza de su era. El año pasado ya actuaron así en varias de las piezas que han jugado este año como zaragocistas.

Grippo vino del Vaduz de Liechstenstein, a la sazón último clasificado de la Primera División de Suiza y, por ende, descendido a Segunda hace 12 meses. Eguaras y Oyarzun, ambos fichados desde el Mirandés, acababan de descender a Segunda B con el club burgalés y, en el caso del segundo, sin apenas jugar nada durante todo el año por una lesión de rodilla (solo participó en 2 partidos, incompletos, al final del curso). La rareza snobista de un mercado alejado e inóspito la supuso la contratacion de Papunashvili, al que fueron a sacar de Georgia, país de la vieja Unión Soviética de bajo ranquin en las evaluaciones FIFA.

El también suizo Buff vino de la Segunda División helvética, donde había competido con el Zurich. Verdasca era un chaval portugués con escaso currículum en el filial del Oporto, de la Segunda lusa. Borja Iglesias y Febas fueron captados de sendos filiales españoles, Celta y Real Madrid, ambos de Segunda B...

Es el troquel del trabajo de Lalo y Barba. Un libreto sui géneris que está siendo aplicado en este Real Zaragoza contemporáneo de la segunda década del siglo XXI, con al menos 6 años consecutivos en Segunda División y un bolsillo con telarañas. Solo ahí se concibe algo así. Y, aun así, cuesta digerirlo.

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