La ironía de Natxo, regresa el 'flow' y a vueltas con el 'fantásticamente'

La fulgurante reacción del Real Zaragoza, su huida de la cola de la clasificación y el acceso a la zona del ascenso se destila a través el discurso del entrenador, que retoma la chispa del inicio de curso, extraviada durante meses

Natxo, en el entrenamiento del Real Zaragoza este viernes.
La ironía de Natxo, regresa el 'flow' y a vueltas con el 'fantásticamente'
Toni Galán

Hubo un Natxo González con una cara vista pública ilusionada, efervescente, llena de buenos propósitos en sus primeros cuatro meses en Zaragoza, en aquel aterrizaje procedente del Reus para, de la mano de Lalo Arantegui y José Mari Barba, la dupla de la dirección deportiva del club blanquillo, acometer el reto mayor de su ya dilatada carrera como entrenador. Pero, tras los varapalos de Huesca y Almería, los pinchazos entremedias ante a Leonesa, el Reus, la caída del equipo a la zona baja de la clasificación y la proliferación, inevitable, de las críticas al bajonazo evidente del juego del equipo, el talante del técnico vitoriano se fue agriando paulatinamente, como es norma en el fútbol aquí, allá y acullá.

Como la dinámica zozobrante se alargó hasta primeros de enero, tras llegar tocado de ala al parón navideño y de Nochevieja, la cosa se tornó en un largo rato de hipertensión que se extendió por finales de octubre, noviembre, diciembre y los primeros días del año nuevo. Hubo pasajes de cierto estrés, del clásico reproche soterrado o levemente emergente. El discurso adquirió gotas de acidez, cucharadas de acritud, también con la naturalidad que deriva de un mal momento prolongado en cualquier faceta de la vida.

Natxo llegó a evidenciar dos picos de mosqueo serio. Los que se dieron en aquellos días en los que, por un lado, ante la poca credibilidad que ofrecía el Real Zaragoza semana tras semana, pidió que se le dejara "creer en el equipo" y que mantuviera "su ilusión en este proyecto" a pesar de todo; y por otro, en la rueda de prensa tras el partido de Alcorcón, donde, con gesto torcido, advirtió de que "si se le seguía preguntando por los gritos de la afición zaragocista" pidiendo su marcha se levantaba de la comparecencia y se marchaba de allí. Todo eran caras largas, posturas a la defensiva. Algo normal en un ambiente de dudas permanentes a su alrededor.

Ahora, de la mano de la fulgurante reacción del equipo desde el inicio de la segunda vuelta, que lo ha alejado de la cola de la tabla (estuvo a solo 2 puntos de los puestos de descenso el 3 de febrero) y lo ha puesto en las puertas de la pelea por el ascenso a Primera División, el talante del preparador vasco ha empezado una lógica y visible metamorfosis que lo vuelve a acercar al Natxo que se apreció nada más llegar a Zaragoza para empezar su más grande encomienda profesional, allá por julio. En sus apariciones públicas, hace ya unas semanas que regresó su particular ironía. Y, en este viernes de mitad de marzo, Natxo recuperó una de sus más personales expresiones, el 'flow' (ritmo, fluidez), que pasó de repetir con asiduidad a aparcar por completo en los tiempos malos, y se recreó en el calificativo 'fantásticamente' que se hizo viral entre el zaragocismo cuando lo espetó en Almería, tras el catastrófico partido que perpetró el equipo en aquella noche andaluza de octubre (3-0), al pedírsele que completara una frase inconclusa de aquella rueda de prensa, en la que anunciaba que él sabía "cómo va a acabar esto" y que esperaba aguantar hasta el final para vivirlo.

Este viernes previo al viaje a Pamplona, el Natxo irónico fue el que prevaleció, trufando sus chanzas con la parte seria del análisis del partido inminente frente al Osasuna. “Con los números de ahora, sí que somos los favoritos…. Estamos entre los mejores de Europa. Nos tocaría el Manchester City, ahora mismo”, dijo cuando se le otorgó el papel de favorito pese a ser visitantes en El Sadar, visitar a uno de los grandes de Segunda (recién descendido de Primera) que, además, está por encima en la clasificación por un punto.

Fue el propio Natxo el que provocó la entrada en danza de la palabra mágica, 'fantásticamente'. Lo hizo al valorar el hecho de que Verdasca, de nuevo, se quede en tierra y no viaje a Pamplona. “Me duele dejar fuera a Verdasca porque está entrenando fantásticamente. Bonita palabra, ¿eh?", introdujo el entrenador para que la canción tuviera luego continuación en las butacas de la prensa. En una repetición del estribillo, poco después, el de Vitoria aprovechó para matizar su 'frase karma': “Yo no dije nunca que la temporada fuese a acabar fantásticamente. Dije el proyecto. Es importante ese detallito”, quiso aclarar viendo la dimensión que el adverbio almeriense está adquiriendo según pasa el tiempo.

Y la coda del asunto hizo que Natxo tuviera que explicar por qué dijo en aquella espesa noche de Almería aquella cosa que tanto impactó y que ya es parte de su historia como zaragocista, suceda lo que suceda en los próximos 20 años, o más. “¿Ironía? Yo siempre he transmitido lo que yo creía. Como cuando dije ‘dejadme que yo crea en esto”, porque realmente es así. No os voy a lanzar un mensaje por lanzarlo. Porque, además, en aquel momento sabía que no me lo ibais a comprar”, apostilló el vasco al respecto.

Y, asimismo, llamó la atención de la repesca del 'flow' en su bagaje léxico explicativo de los pormenores de los partidos y el día a día de sus jugadores. Ese término inglés, nunca oído por la plaza en boca de un entrenador de fútbol (sí de baloncesto) hasta esta temporada y que Natxo había metido en el baúl en los meses de dureza ambiental. El 'flow' lo recuperó en su discurso Natxo cuando sugirió la titularidad de Pombo en El Sadar tras cumplir su sanción el último día: "Con Pombo pasa lo mismo que con los centrales. Viene de ese ‘flow’… ‘flow’. Es una opción clara junto con Borja Iglesias", dijo en concreto.

Son detalles, matices, evidencias de que los triunfos y el viento de cola ayudan siempre a que todo fluya con más engrase y menos rozamientos en cualquier aspecto de la vida. Y el fútbol no es menos que nada. Al contrario, este tipo de singularidades enseguida asoman, para bien o para denunciar dificultades. Ahora, es evidente, el ritmo cardiaco del núcleo zaragocista es hipotenso. Un buen síntoma viniendo de donde se viene.

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