Hace 22 años, justo unas semanas después de gritar el gol de Nayim en París, Eduardo Lanaspa se marchó unos meses a Costa Rica para trabajar durante medio año en una cadena hotelera. Movido por la pasión del éxito europeo y por su zaragocismo de cuna, este aragonés decidió fundar entonces la peña zaragocista El Alacrán, una entidad de la que sigue siendo orgulloso presidente más de dos décadas después.

"Llegué a Costa Rica y vi que había una tremenda pasión por el fútbol. El problema es que solo se seguía al Madrid y al Barcelona. Por eso me decidí a fundar la peña. El nombre procede de la zona en la que vivía, donde había muchos alacranes. En aquel momento, no había tanta tecnología como ahora y recuerdo que, después de algún partido del Zaragoza, mandábamos faxes al colegio de árbitros para quejarnos de alguna actuación. ¡Qué tiempos!", recuerda con nostalgia.

Eduardo, que se marchó para seis meses, ha construido una vida en Costa Rica y este domingo se casará con Maureen, una tica de San José, donde reside actualmente. No sustituirá el vals de entrada al baile por el himno del Real Zaragoza, pero sí que habrá motivos zaragocistas en el enlace matrimonial: "Cambiar la música de entrada sería el primer revés matrimonial", bromea, pero "habrá invitados aragoneses en la boda, vino de Cariñena y, por supuesto, presencia del escudo", asegura.

Durante estas dos décadas, Eduardo ha ido convenciendo a algunos de sus paisanos para que se hicieran seguidores zaragocistas y ahora la peña tiene miembros activos de Costa Rica e, incluso, de Nicaragua. "Antes nos juntábamos muchos para ver los partidos, ahora no tanto por motivos laborales pero siempre comentamos la jornada. Un día, hace unos años, llegamos a juntarnos las familias para celebrar que no habíamos descendido. Algo había que festejar", explica. Otro día, también celebraron por todo lo alto el 75 aniversario del club en el hotel. Eduardo, ahora director, preparó una fiesta zaragocista que coronó con una gran tarta con el escudo del león como motivo principal.

Todavía 20 años después de aterrizar en Costa Rica, "cuando hablas de fútbol y les dices que eres del Real Zaragoza, te mencionan del gol de Nayim y recuerdan que el club tuvo tiempos mejores", señala. Como anécdota, además, Eduardo cuenta que hay un pueblo en el país que se llama Zaragoza de Palmares y que su club de fútbol "juega con los colores blanquillos, tiene banderines enviados por el propio Real Zaragoza y una Virgen del Pilar en las instalaciones". También el equipo de los empleados del hotel en el que trabaja Eduardo jugó durante muchos años con los colores zaragocistas. Todo sirve para fidelizar aficionados, un propósito que cuenta habitualmente con el soporte del club en las visitas anuales de Eduardo a Zaragoza.

Y, ¿cómo ve esta temporada Eduardo al Real Zaragoza? "Como todas las temporadas, con ilusión por ascender. Este año siento que sí que podemos dar el salto. Solo falta la suerte de siempre y que la afición siga apoyando. ¡Ese es el deseo de todos!", concluye esperanzado.