Culio, el fichaje más raro de Juliá, ahora rival con colmillo afilado

El argentino, que insultó a la afición zaragocista en Las Palmas, tuvo que pedir perdón para jugar en La Romareda. Ahora, en Mallorca, vuelve a arremeter.

Secuencia de la vida de Culio en los últimos 16 meses. Primero, en Las Palmas, insultando al zaragocismo en la celebración del ascenso en la promoción. Después, pidiendo disculpas en su presentación como  jugador del Real Zaragoza. Y ahora, en Mallorca.
Culio, el fichaje más raro de Juliá, ahora rival con colmillo afilado
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Juan Culio, veterano centrocampista argentino que el curso pasado jugó unos meses como zaragocista, será este sábado en Mallorca rival sobreestimulado del equipo aragonés. Es la idiosincrasia de este futbolista ya de 33 años. Peleón, canchero -argentinismo de argot-, defensor de su equipo bajo cualquier circunstancia y con los métodos que sean, sin control verbal, sin mano izquierda, a pecho descubierto. Por eso, nunca queda exento de polémicas, de polvaredas puntuales. Y, por lo que sea, Zaragoza y el zaragocismo han sido uno de sus tics más desafortunados en los últimos tiempos.


Culio protagonizó en enero la presentación más estrambótica de todos los tiempos en La Romareda. Venía de insultar a la afición aragonesa meses antes, cuando ascendió con Las Palmas a Primera a costa del Real Zaragoza en la promoción y, en la celebración en la plaza de la Victoria de la capital de Gran Canaria, se le fue la lengua: "Soy muy polémico. Se lo dedicó a Popovic, con todo el corazón. Lo tenía muy armado, con Zaragoza festejándolo, pero los que lo festejamos hoy somos los canarios", dijo en su arrebato de euforia. Y se arrancó a cantar: "Parad, parad, parad para hacer una foto, que van para Zaragoza con el c... roto", entonó con la tonadilla del estribillo del 'pequeño canguro', algo que hirió a la afición zaragocista por motivos obvios.


Muchos fueron a La Romareda para abuchearle cuando Narciso Juliá, en un fichaje raro que se quiso entender, a machamartillo y con buena dosis de voluntad entre el zaragocismo, por la necesidad de remodelar el medio campo que tenía el Real Zaragoza tras la marcha de Popovic y la llegada de Carreras. Culio, viendo lo que ya se esperaba, se acercó a la banda del estadio para hablar, voz en grito, con los jóvenes seguidores más críticos y radicales en su recibiento hostil. Hizo un discurso ad hoc, populista bajo las normas del fútbol, e intentó allanar un camino que él mismo había labrado apenas siete meses antes. Y esa iniciativa gustó a muchos. Todo se quería ver con buenos ojos. Se leyó como un gesto de gallardía, de personalidad, de contrición.


Ahora, en las horas previas a la visita del Real Zaragoza a Mallorca, adonde se marchó al principio del pasado verano cuando resolvió amistosamente el contrato que le ligaba con el club blanquillo por un año más, ha vuelto a dejar en evidencia a Zaragoza y a sus breve e inerte paso por el club zaragocista. En una entrevista concedida al diario Marca, Culio asegura que "fue un error ir a Zaragoza porque mi familia no estuvo cómoda allí". El medio sudamericano sale ahora con esta explicación: "Me equivoqué en la decisión de ir a Zaragoza, porque mi familia no estuvo a gusto. Cometí un error pensando en lo deportivo sin pensar en lo demás. Fernando Vázquez (su actual entrenador en las Baleares) me llamó, pero ya me había comprometido con el Zaragoza y no podía romper la palabra. En lo deportivo estuve bien y también con la afición, pero si no es feliz mi familia, como sucede ahora, me afecta". 


Culio no rindió en el Real Zaragoza tal y como Juliá planeó cuando fraguó el fichaje más a contrapelo de la historia. Fue un fiasco rotundo. Como demuestra, tanto antes de venir como después de irse, Culio jamás debió vestir la camiseta zaragocista. Era muy difícil que aquello saliera bien. Solo participó en 12 partidos, mermado desde muy pronto por unos problemas físicos que no se pudieron evaluar con concreción. De ellos, fue titular 9 días. Solo logró completar 6 choques. Apenas sumó 790 minutos. Mucho menos de lo que se previó desde el área deportiva al hacer el esfuerzo de su fichaje. Vio 7 tarjetas amarillas y una roja, aquella expulsión de Vitoria ante el Alavés, aún en la primera parte.


Ahora, en Mallorca, regresa frente al Real Zaragoza en el once inicial de Vázquez tras guardar el primer castigo por acumulación de cinco amonestaciones. Y, fiel a su modo de ser, aguarda a su exequipo con el colmillo afilado. Su presencia en el duelo de Son Moix, a buen seguro, no pasará desapercibida. Culio no puede permitir que así sea.

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