Catastrófico y vergonzoso final

El Real Zaragoza cae goleado (6-2) por un equipo de Segunda B y no se clasifica para jugar la promoción de ascenso a Primera.

El Real Zaragoza se enfrenta al Llagostera en Palamós
El Real Zaragoza se enfrenta al Llagostera en Palamós
Jordi Ribot

Lamentable, terrible, inexplicable. No hay palabras. No existen adjetivos entre todos los idiomas y dialectos del mundo para calificar el partido del Real Zaragoza en Palamós ante un rival que era ya de Segunda B antes de empezar este epílogo de la Liga. Lluís Carreras cerró su breve, ineficaz y pésimo paso por el banquillo aragonés con una derrota hiriente, histórica por su tanteo y, sobre todo, por su formato e imagen dejada para la posteridad por un grande del fútbol español como es el equipo aragonés. Dejar escapar la promoción de ascenso de esta forma es la peor pesadilla que jamás pudo imaginar un zaragocista.


Encajar seis goles de un adversario de este perfil, en una tarde donde era obligado ganar o, como mal menor, servía el empate para pelear el acceso a Primera, es una vergüenza inigualable, un ridículo sin par en más de ochenta años de vida. Un colofón que causa el mayor de los dolores a miles y miles de zaragocistas repartidos por el mundo. Algo digno de que todos lo protagonistas que vistieron la camiseta blanca y el pantalón azul en Palamós no vuelvan a lucirla más. Es imperdonable el espectáculo visto en el pequeño estadio de la Costa Brava. Algo que tardará décadas en olvidarse. Una herida abierta, una úlcera imposible de cauterizar por más tiempo que pase en el futuro.


El desastre se fraguó enseguida. Pésimo resultó el primer tiempo del cuadro de Lluís Carreras. Algo abominable en las circunstancias de máxima necesidad como las que envolvían el partido, con el ascenso a Primera como objetivo supremo de la SAD. Ante un Llagostera descendido, complaciente sobre el césped, metido atrás a la espera de salir al contragolpe como método único de juego, el Real Zaragoza se mostró apático, lento, sin sangre y, lo que es peor, sin ningún tipo de idea o plan para atacar esta estática disposición de los catalanes. El 2-0 adverso con el que concluyó el primer acto ya hizo prever una catástrofe descomunal, sin hacer imaginar todavía lo que esperaba al final. No solo en términos numéricos. Lo más grave en la primera fase fue observar la nula iniciativa de los blanquillos, muertos sobre el campo según iban transcurriendo los minutos.


Querol, un extremo-punta de serie C que no destaca por nada en especial, un futbolista honrado y trabajador como tantos de la Segunda División actual, se convirtió en verdugo ejecutor de la indolencia endémica del Real Zaragoza en los últimos desplazamientos. Cuatro tantos firmó el catalán en un día que nunca soñó antes. Antes del descanso, sus dos disparos a puerta, ambos antes de la primera media hora, fueron los dos primeros tantos locales. Un verdadero desastre. El primero, en el minuto 11, en un mano a mano ganado a espaldas de los centrales Guitián y Cabrera que definió raso con comodidad. Manu Herrera quizá debió salir antes y no estar tan aculado atrás. El segundo, un puntillazo en la nuca del zaragocismo en esos momentos, en una plástica vaselina tras recibir un balón sin demasiado veneno en el pico del área grande que superó a un, de nuevo, desintonizado Herrera.


Carreras se quedó pasivo en la banda. Como si no previera algo así. Sin reacción. Cualquier otro técnico más vivo y dinámico hubiera hecho ya dos cambios de vez. El juego pedía otra cosa. Ángel y Jaime comenzaron a calentar. Pero en vano. Todo siguió igual hasta el intermedio. En medio del hastío, de la ineficacia, de la impotencia progresiva del peor Real Zaragoza del curso. Era increíble ver algo así en un día de esta magnitud.


En el área de René, el portero local, poco hubo de sustancia. Los dos primeros disparos zaragocistas, aún con el 0-0, fueron desde 35 metros, del caótico Morán y del impreciso Pedro. Fuegos de artificio. Lanzarote, ya con el 1-0 en contra, probó fortuna con un chut cruzado por alto que se marchó fuera por un metro. Y, tras el segundo tanto del Llagostera, la apatía zaragocista solo produjo dos acciones dignas de creer en algo parecido al gol. Un cabezazo horrible de Dongou a centro de Isaac en el minuto 32 que se marchó fuera, lejos del marco, y un disparo de Pedro en el 36 que René rechazó a dos manos en lo que fue la ocasión más clara de los de Carreras.


El descanso era, más que nunca, la última estación para la salvación de la temporada zaragocista. Había que cambiarlo todo. De arriba abajo. De este a oeste. De raíz. Carreras hizo, por fin, el doble cambio. Ángel y Jaime suplieron a Pedro y Ros. Y, se supone, debió poner banderillas negras a sus muchachos. Quedaban 45 minutos para, al menos, como mal menor, lograr dos goles (y no encajar ninguno más), empatar el choque y meterse en la promoción por la última gatera.


Pero faltaba lo peor por llegar. No solo no hubo reacción, sino que surgió un terremoto que se tragó al Real Zaragoza en apenas un cuarto de hora. Jaime y Dongou habían desaprovechado la oportunidad de hacer el 2-1 que hubiese dado vida a los blanquillos cuando Imaz logró el 3-0 en una contra de libro de los de Alsina. Aún no se había asimilado semejante golpe bajo cuando llegó el 4-0, muestra del hundimiento total. Guitián y Herrera, en una falta de conexión fuera del área, regalaron a la estrella Querol el cuarto.


Hubo cinco minutos de luz en el infierno cuando Isaac, el único que le echó algo de casta al partido, provocó un penalti que transformó Jaime en el lejano 4-1. Faltaban 21 minutos. De repente, Ángel marcó el 4-2 en el 73. Aún se podía obrar un milagro histórico, del tenor del que se fraguó hace un año en Girona, a solo 30 kilómetros de este estadio de Palamós. Pero fue un espejismo. Una falsa imagen reactiva.


Solo tres minutos después, el Llagostera aplacó cualquier opción con el 5-2. De nuevo Querol. El Maradona del Palamós. Controló en el área ante el marcaje con la mirada de los zagueros zaragocistas y fusiló a un Herrera de palo. El Zaragoza ardía ya entre las llamas. Sin remedio alguno. Dejando al fútbol español con la boca abierta, atónito y sorprendido negativamente por semejante fracaso sin precedenes en un siglo de fútbol


Y, claro, con los brazos bajados, el Real Zaragoza se expuso a un daño mayor. Jordi López marcó el sexto a falta de 12 minutos. Aquello podía haber acabado en cualquier marcador de esos del fútbol en blanco y negro, con dos cifras incluso en el casillero del equipo de Segunda B. Menos mal que el Llagostera no quiso punzar más en la brecha abierta en el corazón zaragocista.


El final del partido fue, mitad un alivio para los jugadores de Carreras, mitad el inicio del mayor bochorno que jamás vivirán todos en sus trayectorias profesionales. Diez minutos de pie ante la afición zaragocista desplazada a Palamós, en silencio y con los ojos arrasados, fue la primera penitencia de este grupo del fracaso. A partir de ahora vendrá la otra, la mayor. El Real Zaragoza queda expuesto a un futuro incierto. A preparar el cuarto año consecutivo en Segunda, con el concurso de acreedores ya activo de manera inminente.


Nadie pensó que la vuelta de Palamós fuese a ser así. Todo estaba preparado para hablar de la promoción. Del rival. De cuatro partidos épicos en pos de la Primera División. Eso ya no tendrá lugar. Al contrario, toca digerir un oprobio que deja al Real Zaragoza grogui y al borde del colapso. El 6-2 encajado ante el Llagostera es el más negro final a este episodio que vuelve a dejar al Real Zaragoza en las ciénagas del fútbol español y que marca a fuego a los jugadores y técnicos que lo protagonizaron junto a la Costa Brava.Ficha Técnica


UE Llagostera: René; Edu Oriol, Ruymán, Escassi, De los Reyes; Tito, Emilio (Pitu, 61); Querol, Imaz, José Carlos (Aimar, 57); Juanjo (Jordi López, 64).


Real Zaragoza: Manu Herrera; Isaac, Guitián, Cabrera, Rico; Morán, Javi Ros (Jaime, 46), Diamanka (Sergio Gil, 64); Lanzarote, Pedro (Ángel, 46); y Dongou.


Árbitro: Valdés Aller (Comité Castellano-Leonés). Amonestó a Juanjo (41), Aimar (66), Ruymán (68),


Goles: 1-0, min. 11: Querol. 2-0, min. 29: Querol. 3-0, min. 50: Imaz. 4.0, min. 61: Querol. 4-1, min. 69: Jaime, de penalti. 4-2, min. 73: Ángel. 5-2, min. 76: Querol. 6-2, min. 78: Jordi López.


Incidencias: Tarde nublada, con lluvia intermitente desde varias horas antes del comienzo del partido, y temperatura agradable, 22 grados. El césped del estadio Palamós-Costa Brava presentaba un magnífico aspecto. En las gradas, muy poca afluencia de aficionados y escaso ambiente: apenas 1.600 sobre un aforo de 4.800 butacas. La mitad, procedentes de Zaragoza. El ex entrenador del equipo aragonés, Víctor Muñoz, vio el partido desde el palco.

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