Llegó la asumida escabechina de la acumulación de tarjetas

Lanzarote, Dorca y Culio, tres de los siete advertidos de sanción, vieron la quinta ante el Alcorcón y será baja el domingo en Ponferrada

Munuera Montero, el arbitro jiennense del choque ante el Alcorcón, muestra la tarjeta amarilla a Lanzarote.
Munuera Montero, el arbitro jiennense del choque ante el Alcorcón, muestra la tarjeta amarilla a Lanzarote.
José Miguel Marco

Se había evitado ante el Mallorca hace 15 días. También la semana pasada en Valladolid. Pero esta vez, en el tercer asalto acometido en situación de máximo riesgo, el Real Zaragoza sufrió sin paliativos ante el Alcorcón los efectos nocivos de la acumulación de cinco tarjetas amarillas en tres de sus futbolistas: Lanzarote, Dorca y Culio. Los tres vieron de parte del árbitro, el andaluz Munuera Montero, la quinta amonestación de sus respectivos ciclos y, por lo tanto, serán castigados con un partido de suspensión por el Comité de Competición y no podrán jugar el domingo próximo en El Toralín ante la Ponferradina (19.15).


Eran tres de los siete hombres que tenía el Real Zaragoza en estos últimos 20 días advertidos de sanción. Los otros cuatro eran Rico, Guitián, Abraham y Diamanka. Desde anoche, a este cuarteto hay que añadir un quinto y un sexto nombre: Javi Ros ya está de nuevo en el vagón de los que están en capilla, a una sola cartulina de ser suspendidos. El navarro, que cumplió su primer ciclo hace apenas mes y medio en el choque ante el Albacete, ha recibido estas cuatro amonestaciones en los últimos cinco partidos. Y Erik Morán, que también pagó con una ausencia su primera recolección de cinco amarillas en el inicio de la segunda vuelta -fue baja en Almería por esta razón-, con la de ayer ya suma de nuevo cuatro y está al borde de una nueva penalización.


Es decir, que el Real Zaragoza pierde de golpe a tres de sus piezas claves para Ponferrada -Lanzarote, Dorca y Culio- pero, en contra de lo que esto podría sugerir, el contingente de jugadores que aguardan en el corredor de la sanción apenas disminuye y son seis los que ostentan ese peligroso cartel.


Este es el sino que, en el terreno de las afecciones disciplinarias, va a tener que asumir Lluís Carreras en esta decisiva recta final de la liga. La casualidad ha querido que el Real Zaragoza llegue al esprín definitivo con estas masivas coincidencias en el cúmulo de amarillas de buena parte de su plantilla. Y ante este peligro no hay medicina alguna. Por un lado, jugadores y técnicos deben asumir que la única manera de salir de esa situación es cumpliendo los partidos de castigo cuando toque, dado que las tarjetas y sus sanciones no pueden desvanecerse ni disolverse por ningún método externo. Y, por otra parte, también hay que contar con el factor suerte dado que, como sucedió ante el Alcorcón con los tres castigados, todo queda al capricho del azar y de las decisiones subjetivas y puntuales de los árbitros de turno. Una vez que los futbolistas de riesgo estén sobre el césped, las probabilidades de que caigan castigados son innumerables y, en cuanto a los sujetos que en cada lance sean señalados por los colegiados, la elección de los mismos es de imposible gobierno por parte del propio Real Zaragoza.

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