"Esta eliminatoria nos puede cambiar la vida"

En la noche del miércoles, Tito García Sanjuán ascendió al cielo del fútbol en una catedral. La majestuosa catedral de San Mamés. El técnico zaragozano escribió una página gloriosa, imborrable, en la historia del Formentera, un modesto club recién ascendido a Segunda División B que tumbó al Athletic de Bilbao en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Un equipo que jugaba hace unos meses en Tercera, borró a los vascos en su estadio de su competición fetiche.

Lo hizo, además, del modo más épico que permite este deporte: con un gol a la salida de un córner en el último segundo. García Sanjuán, expulsado hace un par de semanas en un partido de liga frente al Olot, gritó el tanto desde la grada. Todavía incrédulo, bajó corriendo a celebrar la gesta junto a sus jugadores y a los más de 350 pitiusos que se desplazaron desde la isla hasta Bilbao. La historia ya estaba escrita.

"Hasta que no hemos aterrizado en casa, no me he dado cuenta de la trascendencia de lo que hemos conseguido", relata el aragonés recién desembarcado en la isla. Dos aviones y un barco después, por fin Tito ha comenzando a comprender la magnitud de su victoria: "Estamos viviendo un sueño. Es indescriptible", subraya.

El 1-1 de la ida en Formentera dejaba relativamente abierta la eliminatoria. Sin embargo, parecía una quimera aventurarse a imaginar que los isleños derrotarían al Athletic en San Mamés. "Hacerlo así, en un templo del fútbol como este, le otorga un valor incalculable. Es el mejor escenario posible y ante un equipo con un alto número de titulares", remarca. No le falta razón: jugaron Aduriz, Raúl García, Iñaki Williams, Laporte...

El zaragozano sitúa el foco del éxito en sus futbolistas y en su formidable trabajo durante toda la eliminatoria. "La suerte a 180 minutos no existe. Esto lleva muchísimo trabajo detrás. Los jugadores corrieron, pelearon y jugaron bien al fútbol. Llevaron a cabo de un modo perfecto todo lo planteado", explica, al tiempo que reconoce que ha invertido "muchas horas de trabajo", en estudiar al Athletic en estas últimas semanas. A pesar de que podía sonar a quimera eliminarles a doble partido, su objetivo era "minimizar sus múltiples virtudes y explotar sus escasos defectos". Y vaya si lo hicieron.

Para añadir literatura a su hazaña, el agregado de la épica, que multiplica si cabe el valor de lo logrado y que, sin embargo, no es ajeno al Formentera de Tito. En la anterior ronda de Copa, eliminaron al Tarazona en los penaltis y, en la precedente, al Logroñés en la prórroga con uno menos. Perdían 0-2 en el minuto 75, hicieron el 1-2 en el 82 y empataron en el 88, ya en inferioridad numérica. En la prórroga, vencieron 4-3. "La épica es algo que está en el ADN de este equipo. Pasar tres rondas de este modo, no está al alcance de cualquiera", admite orgulloso, al tiempo que utiliza su altavoz para reclamar un cambio de formato en la Copa del Rey en dirección hacia el partido único.

En el foco mediático desde hace unas horas, el zaragozano reconoce que "esta eliminatoria nos puede cambiar la vida". A sus jugadores, "que seguro que podrán aspirar a mejores contratos" y al entrenador, un bregador del fútbol de barro, como él mismo se define. "He entrenado en todas las categorías. Empezando desde los niños y pasando por todas las divisiones del fútbol español. Ojalá esto marque un antes y un después en nuestras carreras", apunta.

Y, ¿ahora qué? Sus preferencias sentimentales apuntaban al Real Zaragoza -eliminado anoche en Mestalla- y, después, hacia "el Real Madrid o el Fútbol Club Barcelona, aunque el que toque será bienvenido". La historia ya está escrita. ¿O todavía no?