El FC Barcelona Lassa se impuso (26-23) al Fraikin Granollers en la XXX de la Supercopa de balonmano, disputada en un pabellón Príncipe Felipe que registró una pobre entrada. Los de Xavi Pascual comenzaron el partido dormidos y su rival lo supo aprovechar tomando la delantera, gracias a los goles de Arnau y Toledo, y a las paradas de un inspirado Almeida.

Con 4-5 en el marcador, Lazarov –autor de 5 goles en la primera mitad- se echó al conjunto culé a sus espaldas y dio la vuelta a la tortilla, evidenciando la calidad individual que atesoran. Y a eso se siguieron aferrando, a jugadas aisladas que compensaron un ritmo lento en muchas fases. Jallouz y Víctor Tomás se erigieron como los principales escuderos del macedonio, como contrapunto al buen trabajo de los blanquiazules, tanto en defensa como en un ataque en el que Figueras destacó con dos goles antes de enfilar el camino de los vestuarios. 13-12 al descanso y la sensación de que el Barça podía sufrir más de lo esperado.

En el inicio del segundo periodo, la tónica fue la misma: el Granollers cocinando a fuego lento cada una de sus acciones y los blaugranas dando la sensación de tener una marcha más por introducir. Figueras siguió creando problemas a la defensa culé desde el pivote y de no ser por el acierto en el marco de Pérez de Vargas, el Granollers hubiese podido volver a invertir el electrónico. No menos inspirado estuvo, en el otro área, Almeida, frenando varios contragolpes y evitando que el Barça pusiera la directa.

A falta de 20 minutos, el empate a 17 goles lucía en el luminoso, algo que no parecía preocupar en exceso al todopoderoso Barça. Lazarov siguió a lo suyo, y Sarmiento, Gurbindo y Entrerrios entraron en acción en ataque, para comenzar a establecer las primeras distancias importantes en el marcador. El Granollers perdonó varias contras y ahí perdió gran parte de las opciones de mantenerse con vida. A 10 de la conclusión, llegó la máxima ventaja hasta el momento: 23-19.

El Barça olió la sangre y, ahora sí, apretó a fondo el acelerador. La velocidad de Víctor Tomás al contragolpe, sumada a la efectividad de Sigurdsson partiendo desde el otro extremo, terminó de desmoronar la defensa de un Granollers que acusó el cansancio en el tramo decisivo. Jesper Noddesbo fue el encargado de poner una nueva máxima renta a falta de cinco (26-20) y los suyos se supieron vencedores. Se dejaron llevar en la recta final, hasta el 26-23 con el que lograron proclamarse campeones de la Supercopa por tercer año consecutivo.