Los viejos arietes nunca mueren

Alberto Morales, de 35 años, es el segundo máximo goleador de Tercera División después de toda una vida al pie del cañón en los campos aragoneses.

Alberto Morales, del Illueca, tratando de eludir la presión de dos jugadores del Utebo.
Alberto Morales, del Illueca, tratando de eludir la presión de dos jugadores del Utebo.
Rubén Losada

El grupo XVII de Tercera División está repleto de clásicos. Futbolistas de cartel tanto para las gradas como en los informes que se hacinan en los despachos del fútbol aragonés. La lista es numerosa, desde jóvenes promesas que encandilan a los ojeadores de Aragón y otras comunidades, a jugadores asentados en la categoría y viejos rockeros que todavía no han perdido el duende.

En este concurso de jugadores añejos, que como el vino, mejoran con el paso de los años, sobresalen varios nombres propios. Uno de estos es el de Alberto Morales. El delantero del Illueca, con 35 años y más de 15 temporadas cayéndosele los goles del bolsillo, es en la actualidad el segundo en máximo goleador de Tercera con nueve tantos, compartiendo cifra con Sergio Cota (Sariñena) o Miki Gavin (Brea). Solo el joven de 21 años David Ballarín, referencia del primer clasificado, el Tarazona, supera a Morales con 11 goles en su casillero. Más de 14 años de diferencia se contemplan entre Ballarín y el propio Morales. La juventud y la veteranía. El futuro, presente y pasado entrelazados. Una curiosidad que refleja la diversidad de edades y estilos que conjugan en las plantillas a nivel regional.

El último zarpazo, noveno del curso para Morales, lo sufrió el pasado sábado el Deportivo Aragón. Un ataque al espacio ganando la espalda a la zaga del filial zaragocista, un fructífero control para hacer bueno el pase del compañero y un chut potente a portería marca de la casa. Así se gestó el 1-0, que abrió el camino al triunfo final (2-1). Durante esta temporada, el delantero ha exhibido, como cada año, sus cualidades, haciendo partidos de mucho nivel. Por ejemplo, el hat-trick anotado el pasado 13 de enero al Belchite, en una demostración de que todavía le queda bastante fútbol que regalar.

En el Papa Luna llevan disfrutando del determinante delantero ocho temporadas. "Aunque es muy difícil, mi máxima aspiración ahora mismo es jugar un ‘play off’ de ascenso con el Illueca. El reto más cercano: alcanzar los 100 goles con esta camiseta, me quedan cinco", afirma el jugador, para el que "los años no pasan en balde", pero quiere "seguir disfrutando de este deporte".

Como últimos precedentes, el estilete rojiblanco fue máximo goleador de la categoría con 26 goles en el 2017; mientras que el año pasado cerró el curso con 19 dianas anotadas. Pero el idilio de Morales con el gol viene de más lejos. Formado en el Stadium Casablanca y Amistad, dio sus primeros pasos en el barro con el Valdefierro de Regional Preferente. Pero su momento de eclosión fue vistiendo la camiseta de La Almunia, donde echó raíces durante tres campañas, marcando un total de 82 tantos con un ascenso a Tercera de por medio. En esta etapa, recibió incluso ofertas del filial del Getafe, pero prefirió compaginar sus labores en las áreas rivales de los campos aragoneses con su trabajo en Figueruelas (Opel). Después, se calzó las botas en Utebo y Villanueva, antes de vivir uno de los mejores momentos de su carrera. En ambas localidades anexas a la periferia de la capital aragonesa, dio continuidad a sus gruesas cifras: 22 goles con los azulones y 26 con la elástica azulgrana.

Llegó al Andorra, y en el Endeiza quedó campeón de Liga con el equipo minero, que ascendió a Segunda División B gracias a sus 26 goles. "Es uno de los mejores recuerdos de mi paso en el fútbol, sobre todo por la experiencia de jugar en la categoría de bronce", resalta el zaragozano, que a pesar de descender de nuevo a Tercera al año siguiente, dejó su sello con 15 tantos en el tercer escalón del fútbol español.

Ahora, Morales continúa jugando sus cartas de una baraja a la poco a poco se le ve el final, y es que "el físico va dando para menos". Mientras tanto, seguiremos disfrutando de su pegada.

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