¿Por qué se caen los ciclistas?

Landa abandona con la clavícula rota y se suma a las bajas de Evenepoel, Roglic, ambos de vuelta a casa, y de Vingergaard, con lesiones más graves de las detectadas de inicio

Un momento de la caída en la Itzulia-Vuelta al País Vasco.
Un momento de la caída en la Itzulia-Vuelta al País Vasco.
@ehitzulia/Twitter

La Itzulia salió de Vitoria conmocionada por la caída de la víspera y, por si los abandonos de Jonas Vingegaard (Visma), Remco Evenepoel (Soudal) y Primoz Roglic (Bora) no hubieran sido suficientes, Mikel Landa se vio obligado a retirarse tras sufrir una caída en Mañaria, el pueblo de Julián Gorospe, justo antes de empezar Urkiola.

El alavés, que el jueves pasó primero y sin incidencias la curva fatídica de Krutzeta, sufre una factura de clavícula, que requerirá de posteriores exámenes para definir el tratamiento. Tanto Roglic como Evenepoel regresaron a casa a lo largo de este viernes, mientras que Vingegaard sigue ingresado en el hospital del Txogorritxu una vez que las nuevas pruebas médicas que se le realizaron revelaron "una contusión pulmonar y un neumotórax", lesiones que se suman a la rotura de clavícula y varias costillas detectadas desde el principio. Su equipo, el Visma, aclaró que el danés pasó "buena noche".

El nuevo diagnóstico plantea interrogantes sobre su futuro a medio plazo, con la vista puesta en el Tour de Francia, que comienza el 29 de junio. No tiene lesiones en las piernas, lo que puede permitir que llegue a tiempo aunque su equipo quiso ser muy prudente al respecto. La Itzulia llegó a Amorebieta -donde se impuso al sprint Romain Grégoire (Groupama)- aún con la cabeza en ese accidente que conmocionó al ciclismo mundial, al que privó de tres de sus mayores figuras de un golpe. Pero, ¿por qué se caen los ciclistas?

Juan Ayuso (UAE), segundo en la clasificación tras Mattias Skjelmose (Lidl-Trek) y candidato a alzarse este sábado con el triunfo final, reflexionó al respecto en Legutio, aún con el corazón caliente tras ver a los hombres fuertes de la carrera fuera de combate. "Cada puerto, cada carretera tiene lo suyo. Yo me caí camino de Altsasu en una recta anchísima. Esto es el ciclismo. Cada vez se hacen más cosas para que sea seguro, pero siempre va a ser peligroso y seguirá habiendo accidentes".

Skejlmose, desde la autoridad del maillot amarillo, señaló al final de la etapa que "la organización esta realizando un gran trabajo para preservar la seguridad de los corredores. La Itzulia siempre ha sido una carrera muy dura y este año, al haber menos dureza, todo el mundo tiene las piernas más frescas y hay mas gente en el grupo. La Itzulia cuenta con el segundo mejor pelotón después del Tour de Francia y todo el mundo quiere estar delante, pero todos no cabemos. Quizá esa sea la explicación".

Autocrítica

Las caídas son consustanciales al ciclismo, aunque pocas veces un mismo incidente se lleva a las tres grandes figuras de una misma carrera. Landa se fue al suelo en un tramo aparentemente inofensivo y la caída del jueves tampoco se produjo en una curva especialmente mala. No muy distinta a muchas otras. Hay diferentes factores que están saliendo a colación.

Destaca la autocrítica que ha partido desde el pelotón, de hombres como Pello Bilbao (Bahrain), que hablan claramente de que se asumen riesgos excesivos y asumen la culpa. Ayer mismo, el director del Lidl-Trek Kim Andersen dijo que "la culpa es de los ciclistas. Lamento decirlo pero es así". Y ofreció su versión de la caída del jueves. "Los corredores me comentaron que nosotros íbamos liderando y vinieron Landa y Remco y nos adelantaron en la bajada. Simplemente iban demasiado rápido en las curvas. Es una tendencia. Los corredores deben aprender a tener cierta consideración y adaptarse a las condiciones. No pueden marcar la diferencia arriba, así que ahora atacan abajo. Van demasiado rápido en la curva, no es más".

Tampoco faltan voces que achacan a la evolución de la tecnología en las bicicletas el aumento del riesgo. Por una parte, un aerodinamismo extremo que lanza la bici y, por otra, la introducción de los frenos de disco. La frenada que proporcionan es extraordinaria, una mejora sustancial respecto a los anteriores frenos de zapatas, pero la seguridad y fiabilidad que ofrecen con solo tocar las manetas hacen que la frenada se apure mucho más por parte de los ciclistas, lo que conduce a más riesgo. Se arriesga porque existe una tecnología que respalda esa apuesta. También existe el riesgo añadido de que en situaciones límites el ciclista sigue tirando a tope de las manetas de freno y el mecanismo del disco detiene la bici mucho más bruscamente que los frenos tradicionales, por lo que también puede provocar la pérdida de control.

La estrategia de los equipos también influye mucho en la acumulación de caídas. Todos los directores exigen pasar adelante y, por ancha que sea la ruta, no entran todos. Nadie frena y los enganchones son inevitables. Por esa obsesión de correr en cabeza incluso en zonas lejanas a la meta y poco decisivas cuando hay una caída es habitual que cace a distintos integrantes del mismo equipo o, como el jueves, a varios favoritos, que van vigilándose de cerca.

La pericia de los ciclistas profesionales es asombrosa y el número de situaciones de caída segura que salvan es infinitamente superior al de las que terminan con accidente. El contacto dentro de un pelotón es constante y la habilidad necesaria para rodar metido en el grupo es máxima.Los recorridos también influyen y son frecuentes las quejas de los corredores a las organizaciones, lo que no es el caso de esta Itzulia, aunque algunas fuentes señalaban aque Vingegaard había alertado del peligro de la curva de la caída.

El ciclismo se disputa en carreteras que acogen el tráfico normal del día a día, por lo que al borde de la calzada hay de todo: señales, guardarraíles, farolas, bordillos, zanjas... Tambien en mitad del asfalto: resaltos, rotondas, medianas, pintura más o menos deslizante, alcantarillas...La curva en la que se produjo la caída de Vingegaard, Roglic y Evenepoel estaba flanqueada por un canal de desagüe hecho de hormigón y dos grandes piedras de esas que se ponen a los lados de la carreteras para que la gente no aparque.

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