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La promesa del motocross aragonés: 13 años, dos piernas rotas y la ilusión intacta

Iker Díez, natural de Pinseque, se recupera de una grave caída. Competía en el Campeonato de España por conseguir una plaza en el Mundial.

Iker, en el hospital tras sufrir la caída que le fracturó ambas piernas.
Iker, en el hospital tras sufrir la caída que le fracturó ambas piernas.
Heraldo

Iker Díez (Pinseque, 2009) es un chaval de los de antes. Le gusta el balón, la bici y la moto. Y llegó a compaginar los tres deportes, hasta comprender que era la velocidad donde más sobresalía. Con apenas 6 años, participó en su primer Campeonato de Aragón de motocross, descubriéndose como un talento innato, y en muy poco tiempo la Comunidad se le quedó pequeña.

No hay muchos jóvenes aragoneses que practiquen esta modalidad del motociclismo, que combina rapidez y destreza sobre superficies irregulares, y la familia de Iker quiso que saliera fuera para comprobar el nivel de otros territorios.

Cataluña fue el lugar escogido para que continuase su precoz carrera, y allí comenzó a fraguar un palmarés que cuenta con un subcampeonato de España, dos Copas Yamaha P1 y varias participaciones en Europeos y Mundiales.

Iker, en plena competición.
Iker, en plena competición.
Heraldo

De hecho, en 2021 llegó a ser undécimo en la Copa del Mundo disputada en Grecia, antes de que se abriera un calvario de lesiones. El año pasado, en plena preparación para el Nacional, Iker se fracturó el cúbito y el radio, viendo interrumpida su progresión. En el inicio de este 2023, el pasado 12 de febrero y cuando volvía a aspirar a participar en el Mundial, sufrió una nueva -y seria- caída que lo mantendrá fuera de las pistas hasta verano.

El infortunio se cebó con el chaval en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), cuando, a falta de tan solo 20 metros para alcanzar la línea de meta, perdió el control de su montura y se rompió el fémur de la pierna izquierda y la meseta tibial de la derecha.

Simplemente se relajó pensando que ya estaba acabando; la moto le hizo un extraño; y salió despedido en el último salto”, explica el padre. “En ese deporte, un pequeño fallo se paga caro”, reconoce el propio Iker, que este mismo jueves visitó al traumatólogo para que le retirase las dos escayolas.

Ahora le vienen tres meses por delante hasta poder apoyar en el suelo, y otros tantos hasta volver a subirse a la moto. Un largo y costoso periodo de rehabilitación que concluirá con el salto de categoría.

“Cuando vuelva, en verano, solo quedarán dos pruebas del Campeonato de España. Lo lógico es que ya no vuelva a competir en su cilindrada actual, 85, y se centre en el año que viene, cuando se estrenará en 125”, adelanta el padre de Iker, piloto oficial del Yamaha Junior Team España.

Los primeros días tras la caída en Sanlúcar fueron duros. Verte con las dos piernas inmovilizadas es complicado, pero ya solo pienso en volver cuanto antes”, concluye el chaval, que en el último partido de fútbol sala del Pinseque, del equipo de su pueblo, fue homenajeado.

“Jugué a sala hasta que me dediqué a las motos. Ahora veo todos los partidos que puedo y animo a mi hermano Edgar, que es portero de los alevines en el club", completa Iker, agradecido por el ánimo que le dieron las personas que llenaron el polideportivo en el encuentro contra Zierbena, que finalizó con un feliz resultado de 7-1 para los locales.

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