montañismo

Andrés Vilalta: "En la montaña me siento lleno, feliz"

Profesor montisonense de 36 años, sigue la tradición alpinista de su padre José. En su primera expedición como líder ha hollado el Aconcagua.

Andrés Vilalta, ya de vuelta en Monzón tras su aventura en el Aconcagua.
Andrés Vilalta, ya de vuelta en Monzón tras su aventura en el Aconcagua.
José Luis Pano

Los montañeros Andrés Vilalta y José Carlos Cortés ya se encuentran en Monzón tras haber coronado el Aconcagua, la cima del continente americano con 6.961 metros, y el pico más alto fuera de Asia. Era la primera expedición que dirigía y su primera gran montaña sin Carlos Pauner.

¿Cómo fue lo de comerse el turrón y las uvas a tanta altura?Los servicios que prestan en el campo base del Aconcagua son geniales. Después de la experiencia en Tayikistán y en Kirguistán, el campo base de Argentina no tiene nada que ver. El idioma también facilita mucho. En esos países fue difícil mantener una relación divertida entre la gente;    los argentinos, en cambio, nos han tratado de maravilla.

¿Qué le pasa a uno por la cabeza a 7.000 metros de altitud?Llegas muy cansando a la cima y cuando llevas un rato descansando te empiezas a dar cuenta de todo lo que tienes debajo y de todo lo que has hecho para poder subir. Nada más llegar pensé en mi mujer y en la perra que tenemos. Me han apoyado tanto que la cima también es de todo el mundo que me ha empujado desde abajo.

¿También pensaría en su padre, que abrió la vía altoaragonesa del Aconcagua, pero que no pudo hollar la cima?Llegué a la cumbre, pero no por esa ruta. La tecnología de hoy hace muy distinto el montañismo de la época de mi padre. Te facilita mucho poder ascender a una cima en las mejores condiciones, con la mejor temperatura y sin viento. Se me pasó por la cabeza abrir la variante aragonesa que abrieron en 1995, pero se complicaba técnicamente y si fallabas un día tenías que regresar a casa. Queríamos hacer cima porque el Aconcagua es un miniobjetivo para el resto de las metas que tenemos.

¿Cuáles son?Me gustaría tocar el Himalaya y alguna de las cimas de más de 8.000 metros. Es mi objetivo principal. Ahora estoy en el camino hacia ello.

Eres un eslabón más en esa tradición montañera en el Cinca Medio con Pepe Chavarri, tu padre José o Raúl Martínez.Todos los que han ido de Monzón al Himalaya son unos fueras de serie. Yo estoy siguiendo esos pasos, pero todavía estoy por debajo.

A sus 36 años, Carlos Pauner ya lo considera su heredero. ¿A qué le suena eso?A una mochila con un peso excesivamente grande. Carlos no va a tener sucesor ni en Aragón ni en España. La carrera de los ochomiles no tiene el atractivo de antes porque ya se ha hecho. Ya existen alpinistas que han conseguido los 14 ochomiles. Cuando leí que me calificaba su sucesor, me hice pequeño como un enano.

Aparentemente fue un ascenso fácil, pero ¿habrá habido algún momento duro?El mayor reto era liderar esta expedición. Yo era la cabeza visible y quien iba a tomar todas las decisiones. La ruta técnicamente es fácil, no hay tramos de cuerda fija ni se necesita equipar la montaña. Prácticamente subes andando, lo peor es la altitud.

¿Allá arriba se ve más real el cambio climático?En el Aconcagua no se ha percibido tanto, pero este verano en el pico Korgeneskaya y Comunismo estaba el hielo desecho. Nos explotó un glaciar a 5.300 metros y reventó una cascada de agua y piedras por la ruta por donde teníamos que subir.

¿Qué tiene la montaña que atrae tanto pese al riesgo que conlleva?Cuando estoy en la montaña me siento libre y en conexión. Me ocurre también en el Pirineo, pero poco a poco quieres algo más y ese algo más te lo da la altura y la dificultad. Me siento lleno, feliz, te hace sufrir pero me gusta, tiene sus recompensas. Llegará el momento, de mayor, en que dejaré tantas dificultades, el entrenamiento de noche, la búsqueda de patrocinadores..., pero ahora tengo todas las ganas del mundo.

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