Redactor de Cultura de HERALDO DE ARAGÓN

Lo mejor, la afición, La Romareda y… Suiza

Marco Asensio y Jordi Alba celebran la jugada española de la noche.
Marco Asensio y Jordi Alba celebran la jugada española de la noche.
Toni Galán/Efe

La Romareda estaba a rebosar y los cánticos se multiplicaban por todas las esquinas. Sonaban ‘Borja, Borja’, que no saldría de titular, ‘Pedri Pedri’, que tendría una noche gris, de las más grises que se le recuerdan con la camiseta de la selección, y ‘España España’. Si miramos hacia atrás y jugamos a la política ficción o a la ucronía futbolística podríamos hacer un gran combinado nacional con futbolistas que formaron en el Real Zaragoza. Por ejemplo: Juanmi; Belsué, Santamaría, Violeta, Reija; Víctor Muñoz, Señor, Juan Manuel Villa; David Villa, Marcelino y Lapetra. Excepcional en cualquier época. Y aún podíamos hacer otra: Juanmi, de nuevo (Nogués fue internacional, pero no jugó en el Real Zaragoza); Salva, Juanito, Paco Jémez, Villarroya; Planas, Güerri, Santos; Pardeza, ‘Pichi’ Alonso e Higuera. Y a ellos se sumarían para el relevo Sergio García, Marcos Vales, José Ignacio, Carlos Bustillo, Ander Herrera, Rosendo Hernández, Moreno y Miguel. Y seguro que se nos queda algún nombre en el olvido. Primera impresión: hace casi tres lustros que el Zaragoza, el equipo de los nueve entorchados, no tiene internacionales. Y que lleva una década en Segunda y que, tras la tarde irrisoria de ayer en Miranda de Ebro, se nos encoge hasta la esperanza.

Había mucha ilusión tras esas dos décadas, casi, que no veíamos aquí al combinado nacional. Era para un torneo menor, pero, oficial y al fin y al cabo. La noche empezó con esas rarezas de Luis Enrique, que es muy suyo, y eso ya no es materia de discusión: le gusta desconcertar, le gusta ir a su aire como si quisiera demostrar que el único dueño de las sorpresas es él. Su libertad de elección tiende a ser inquietante. Hubo sorpresas en el equipo de salida: cinco o seis intervienen escasamente en sus campeonatos. Azpilicueta y Jordi Alba juegan poco, Eric García parece haber perdido la titularidad, y Ferrán, Sarabia y Marco Asensio apenas participan en sus equipos. En ocasiones, parece que a la selección algunos son llamados a redimirse.

Suiza, con quien que España ha tenido algún choque épico y agónico, salió con una idea y la aplicó de principio a final. Levantó una empalizada atrás, y la movió a su gusto, presionó todo el rato y se encontró con dos golpes de suerte: llevó varias veces el cántaro a la fuente y al final lo llenó con dos jugadas a balón parado. En frente, una España asustada y más bien estática. Gavi es el nuevo pulmón, y nadie le puede discutir la entrega, el sacrificio, la fe ciega, la búsqueda y el instinto defensivo. Es osado, pero ayer se necesitaba algo más. Verticalidad, desmarque y remate. En la zona de creación fue todo tan átono que el falso nueve Marco Asensio fue el distribuidor de juego y el mediapunta más dinámico, ese falso ariete que asumió la dirección de mando, o al menos una dirección colegiada con Busquets. De una gran jugada suya, con apertura y movimiento inspirado de Sarabia, llegó el gol de España que ejecutó Jordi Alba.

Suponía el empate y todo parecía que España, tras una hora de sufrimiento, había llegado a donde quería. Luis Enrique decidió prescindir de su mejor hombre, Marco Asensio, salieron Yéremy Pino, Nico Williams y el ‘panda’ Borja Iglesias. El equipo alivió algunos defectos: bisoñez defensiva, falta de ritmo y de intensidad, indeterminación y ausencia de partitura, tras ir a remolque de nuevo en otra jugada casi de chiste donde falló hasta el apuntador. Los alivió en apariencia, generaron algunas internadas, y solo Borja Iglesias tuvo un tanto claro, pero poco a poco se diluyó en la impotencia.

El equipo de Luis Enrique dejó un catálogo de defectos más que un inventario de virtudes. Si esto es cuanto tenemos pareció poco. Ni siquiera sobró corazón. Y el míster, como lo tenía previsto de antemano, retiró del campo a un Marco Asensio bullidor, inconformista y vertical. Era el mejor de los nuestros y disfrutaba con su inspiración. Suiza se crece ante España y la ha vuelto a dejar colgada en el alero. En el aire, varias dudas: ¿se podrá ganar en Braga a Portugal, es este el potencial que tenemos para aspirar al Mundial de Qatar?

Despejemos el pesimismo. Como se ha visto en otras competiciones, el equipo da mucho más de sí. Es mejor cuanto menos se espera de él. Ayer lo mejor, lo mejor de todo, la afición. No se vino abajo ni en la adversidad. Bueno, eso, y que La Romareda sea escenario de un gran evento internacional tantos años después.

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