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Carlos Peruga: "El valor humano del baloncesto está por encima de títulos o descensos"

Carlos Peruga (Zaragoza, 1976) ha cumplido los 600 partidos arbitrados en la ACB en su temporada más complicada a nivel personal.

Carlos Peruga posa en la sede de Aspanoa en Zaragoza.
Carlos Peruga posa en la sede de Aspanoa en Zaragoza.
Oliver Duch

Despide una campaña muy especial, por razones que van más allá de haber cumplido los 600 partidos arbitrados en la ACB.

Mi vida cambió a finales de septiembre. Iba a viajar a Estambul para pitar un partido de Euroliga del Fenerbahce, cuando me comunicaron que mi hijo de ocho años padecía cáncer. Había tenido algunas infecciones durante el verano, estaba un poco flojito, y decidimos hacerle los análisis que descubrieron la enfermedad.

Su actividad arbitral se detuvo de inmediato.

Por supuesto, dejé de arbitrar y mi mujer, Sandra, que es maestra en Escolapios de Conde de Aranda, pidió una excedencia para centrarse también en Lucas. Yo paré durante más de un mes. No quise hacer público lo que nos estaba ocurriendo, pero las muestras de cariño del mundo del baloncesto fueron igualmente increíbles porque, poco a poco, algunos de mis compañeros se fueron enterando.

La imagen de su regreso, con la cabeza totalmente rapada, en un Casademont-Breogán disputado en octubre, resultó impactante.

Lucas acababa de terminar su primera sesión de quimioterapia, se le había caído el pelo, y fue una forma de estar con él. A partir de ahí, entrenadores, directivos, jugadores… todos han estado preocupados, ofreciéndome su apoyo. El valor humano del baloncesto está por encima de títulos o descensos.

Tanto cariño le dio fuerzas para seguir arbitrando, para completar la que ha sido su vigésima temporada en la élite.

Sí, exigiéndome a mí mismo estar en las mismas condiciones que mis compañeros. No quería que nadie se compadeciese de mi problema personal. De hecho, tras ese primer partido de vuelta que arbitré precisamente en Zaragoza, tuve un descanso técnico, porque se apreció que había cometido un error por omisión de falta en una jugada final. Esto es una liga profesional y así lo asumí.

Fue su último descanso, antes de unos meses muy exigentes.

Los desplazamientos han sido muy duros. A pesar de que tanto la ACB como la Euroliga me han dado facilidades para cambiar la designación, ha habido situaciones complicadas. Una de ellas me tocó en Alemania. Arbitraba un partido en Berlín, a mi hijo le detectaron una infección muy grave, y tuve que hacer una locura para volver a España. Cogí un coche de alquiler; recorrí el trayecto hacia Múnich por carretera y tomé el primer vuelo para estar con los míos. En esos momentos se te pasan muchas cosas por la cabeza porque lo que mi mujer y los abuelos están soportando es terrible.

Pese a todo, ha podido terminar el curso hasta ser designado uno de los árbitros de la final Madrid-Barça. Dirigió el tercer partido, el más complicado.

Fue de más responsabilidad que el resto porque todos los focos se dirigían hacia los árbitros después de un choque en el que, por decirlo de alguna manera, hubo ruido.

¿Qué se piensa durante el trayecto por carretera, en soledad, antes de una cita así?

Uno incide en el factor psicológico porque sabe que los equipos juegan con eso también. Al llegar a Madrid, como árbitro principal, preparé a mis compañeros. Por mi situación, he conseguido desdramatizar momentos de tensión.

¿Cuál es el ambiente más hostil que le ha tocado vivir?

Como atmósfera de presión, una final de Copa y un Panathinaikos-Olympiakos de Euroliga en el OAKA; pero también ha habido otros momentos muy intensos, como el partido por el bronce en los JJOO de Río entre Francia y Serbia.

El 1 de julio vendrá la selección española a Zaragoza...

Aprovechando que la ciudad acoge este partido, la Federación Española de Baloncesto, de la que formo parte como asesor del presidente para temas arbitrales, y a su vez la Federación Aragonesa han querido colaborar con una causa tan importante como es el cáncer infantil. Los niños de Aspanoa acudirán al entrenamiento previo al encuentro para que puedan estar con los jugadores. Agradezco a estas instituciones su aportación, y también me gustaría tener palabras de agradecimiento para los servicios de oncología e infecciosos del hospital infantil, por el trato tan profesional y humano que nos dispensan. 

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