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Chema Arguedas: “Aragón tiene un gran potencial cicloturista”

Referente nacional en el entrenamiento de ciclistas y autor de ocho libros especializados, este exmaquinista zaragozano analiza su trayectoria, el boom del cicloturismo, el estado del sector en Aragón y el creciente interés por marcarse desafíos deportivos.

Chema Arguedas, entrenador zaragozano de ciclismo.
Chema Arguedas, entrenador zaragozano de ciclismo.
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Ha vendido más de 100.000 ejemplares. Repetimos: más de 100.000 ejemplares de sus ocho libros sobre entrenamiento para ciclistas y cicloturistas, cuatro de ellos, “best sellers”.  Chema Arguedas Lozano (Zaragoza, 1965) aparcó la máquina de tren que le dio una profesión, y con un método autodidacta comenzó a desentrañar las claves de la fisiología deportiva y aplicarlas en su propia experiencia. Convirtió así una pequeña pasión -el ciclismo- es una gran aventura: una marca propia, popularizada en todos los ambientes ciclistas, con una web de referencia, asesoría y servicios de entrenamiento para todos los públicos -sus planes han hecho volar a pedales a actores como Santi Millán-, un club de aficionados y seguidores (“Soy Planifica”) y un reciente sistema de becas de ayuda al ciclismo base… Un influyente universo en expansión en plena época del boom de la bici.

¿Cómo le entró el veneno de la bici?

Yo era maquinista de Renfe hasta que me despedí hace tres años. Había jugado al fútbol y no se me daba mal. Estuve en el Real Zaragoza de infantiles. Luego, Víctor Fernández fue mi entrenador en el Stadium Casablanca… Pero aprobé oposiciones de Renfe muy joven y lo dejé, jugaba solo en la liga laboral. Un día, en mi 1994, coincidí con un amigo y el tío estaba desfigurado y demacrado. Había hecho ese fin de semana la Quebrantahuesos. Yo ya llevaba un tiempo pensando en hacer algo más allá del fútbol, había ganado peso, y así di el paso. Se me metió en la cabeza como un reto: hacer la QH. Pero entrenaba sin orden, sin organización. Más tarde, en una boda, un primo, metido en Radio Ebro, me dijo que tenían un programa “Solo ciclismo”, con Javier Gómez, y me animaron a ir. Yo estaba muy enganchado a la bici. Me dieron una sección. Allí, conocí a Carlos Hernández, y le pregunté si podía entrenarme para la QH. Y así empezó: me hizo un plan que a mi me parecía la locura, iba muy despacio, haciendo una base y me pasaban hasta las abuelas. Pero el cambio fue brutal. Aquello me incitó a investigar por qué mejoré haciendo lo contrario de lo que los cicloturistas hacían entonces -no había webs, ni redes sociales, ni libros de entrenamiento, ni pulsómetros…-. Comencé a buscar todo lo relacionado con lo que sucedía en el organismo. Y así descubrí la fisiología aplicada al deporte. Yo era entonces una esponja. Era 1998.

¿Todo de un modo autodidacta?

Sí, sí. Me iba a la biblioteca de Jaca y llegó un punto que no tenía más libros relacionados con el tema que estudiar. Me iba también a la Facultad de Medicina y le daba la lata al profesor Enrique Serrano. Todo lo que aprendía lo ponía en práctica conmigo mismo y funcionaba: mejoraba una barbaridad y pasé de acabar cicloturistas de los últimos a evolucionar y crecer mu rendimiento. Acabé legando en muchas marchas en cabeza. Así pasé a entrenar a amigos cercanos. Gente que llevaba haciendo seis años la QH sin bajar de 8 horas y en el primer año con mi plan bajaban a 7 horas 20 minutos o así. Claro, me empezaron a animar a escribir un libro porque decían que explicaba muy bien todos estos temas. Y así nació en 2008 “Planifica tus Pedaladas”, el primer libro.

¿Escribió así el libro que le hubiera gustado leer en sus inicios con la bici?

En efecto. Mis amigos me decían: “Todo esto que nos cuentas de las mitocondrias lo tienes que poner en un libro”. Les daba unas ‘chapas’ tremendas. Cuando lo escribí, surgió un problema: no tenía titulación. ¿Cómo iba a sacar un libro de entrenamiento sin título? Así que cogí uno a distancia, por poder firmar como preparador físico. Era año y medio de estudios, pero yo lo necesitaba ya, y me lo saqué en dos meses. Se pensaban que me lo habían hecho. Claro, no sabían que tenía escrito un libro sobre el entrenamiento.

¿El secreto ha podido ser contar el entrenamiento como un cicloturista más, de un modo más cercano y coloquial, que como un científico?

Me gusta divulgar y compartir para gente que yo he sido como ellos. Me siento reflejado en todos mis lectores y seguidores. Puedes hablar conmigo ahora igual que hace 15 años. Al final, sí, ha sido darle una explicación más ‘de calle’ a temas que en realidad son muy complejos. Eso ha ayudado a entenderlos y a aplicarlos.

Y así llegamos a su proyecto actual, el club “Soy Planifica”…

Ha sido cuestión de reinventarse, creando una comunidad. También he dado charlas e incluso cursos en la Universidad de Leioa. Llegó un momento en que vi que tenía seguidores por un tubo, que se creía en mi trabajo, así que refundé la web, creé el club con socios y una cuota, con planes de entrenamiento, asesoría, ‘masterclass’, servicios… Y una beca que destina el 10% de esa cuota al ciclismo base, para los chavales. La beca la han elegido los 1.200 socios del club, yo ni sé quienes eran candidatos.

¿El actual boom de la bici ha derivado en un boom del cicloturismo?

Sí. Creo que, en general, podemos hablar de un boom del deporte, porque el running también ha despegado fuerte. Aunque correr es más sencillo: te pones las zapatillas, te vas al parque, haces una 5K o una 10K y ya piensas en hacerte directamente una maratón. El deportista recreativo es así, le van los grandes retos, o incluso las metas que en un principio están fuera de su alcance. En el caso del cicloturismo, es parecido. Influye mucho el tipo de ciclistas con el que te relacionas. Si sales con gente que entrena mucho y anda mucho, te das cuenta que puedes marcarte retos que ni de lejos podías plantearte, porque, si lo haces bien, mejoras una barbaridad.

"La bicicleta engancha mucho, en los dos últimos años se ha producido un boom"

¿Qué razones pueden explicar esta tendencia?

No te puedo dar un único porqué. Ni sé por qué alguien elige la bici y no correr. Pero sí es verdad que es un deporte más agradecido. No es lesivo, por ejemplo. Con la BTT, el riesgo del tráfico no existe. Y en la carretera los propios ritmos, más progresivos, cansan menos. Así es fácil ponerte retos, y los retos enganchan. La bici engancha mucho. Es muy llamativa la media de edad, unos 40 años. Mucho de estos nuevos cicloturistas son gente que en su juventud ha hecho otros deportes, sobre todo colectivos, y más exigentes para el cuerpo. Muchos andan tocados de las rodillas y el ciclismo es muy poco dañino para las articulaciones. Otros están acabando en la bici procedentes del gimnasio, de las clases de ‘spinning’, donde coinciden con cicloturistas más veteranos que les animan. También ha habido un boom del ciclismo femenino.

¿Hay un interés mayor por cuidarse más y entrenarse mejor?

Sí, en los dos últimos años, sobre todo, se ha notado. Ha sido bestial. La demanda de gente solicitando servicios de entrenamiento ha crecido mucho. En mi caso, solo trabajo con un número determinado, si no, es imposible. Todas las semanas recibo correos solicitando servicios. Otros colegas igual, están completos. Hay muchas ganas de aprender, de mejorar y de establecerse retos con uno mismo. Pero hay que tener en cuenta que seguir un plan es muy exigente a nivel cicloturista. Compaginar el trabajo, la familia y los entrenos puede acabar quemando mucho mentalmente. Salir de trabajar y ponerte al rodillo, madrugar a las 6 de la mañana para cumplir con lo que te toca ese día antes de marchar al trabajo... Hacer eso ahora, además, sin objetivos por la cancelación de pruebas por el covid, tiene mucho más mérito desde el punto de vista psicológico. 

¿En qué aspectos fundamentales ha cambiado el mundo del entrenamiento desde sus primeros pasos en el cicloturismo? ¿Quizá la universalización del potenciómetro? ¿O la nutrición?

El entrenamiento ha evolucionado mucho. El potenciómetro ha sido clave en ellos porque nos permite cuantificar y medirnos tal y como somos. Los datos te permiten evaluar mejoras, debilidades, fortalezas. Tu puedes conocer objetivamente la fisiología de un ciclista y modelarlo como quieres, mejorando, por ejemplo, métricas específicas para determinadas pruebas, en función de si hace BTT o marchas de gran fondo. La nutrición ha evolucionado con la periodización de la dieta, los entrenos en ayunas, la doble sesión…, pero no tanto porque no es tan cuantificable: no sabemos cuántas mitocondrias hemos ganado o cuántos capilares. Pero sí sabemos que si damos 300 vatios en un test de cinco minutos y al mes siguiente das 330 vatios, has mejorado.

¿Ha variado mucho el perfil del cicloturista?

Antes era algo un perfil más ‘romántico’, se salía más por salir en bicicleta a entrenar. Ahora, se quieres saber más, se devora información: artículos de entrenamiento, de nutrición…

¿En qué medida la popularización de las marchas cicloturistas ha influido en este boom de aficionados? ¿O más bien a la inversa, el boom ha influido en ese crecimiento de las marchas?

Van a la par, creo yo. Cada vez hay más ganas de hacer cosas. Hay clubes que dan a conocer sus pueblos con este tipo de eventos. O comarcas que las promocionan con una vocación turística. Descubres sitios que si no es con la bici, a lo mejor no conocerías nunca. Suelen ser una apuesta segura. Hay problemas a veces con Tráfico, como sucedió con la marcha La Jacetania. Si hay demanda de algo, hay oferta.

¿A nivel local aragonés -comarcas, ayuntamientos…- cree que hay mayor implicación de instituciones en esa vía promocional del cicloturismo?

Sí. Si sabes que tienes cerca un recorrido bonito y con carreteras apropiadas, el cicloturismo es una buena idea para dar a conocer una comarca o zona, por ejemplo.

¿Qué radiografía hace del cicloturismo en Aragón? Hay marchas importantes como la QH o la Orbea Monegros, hay muchos clubes, hay montaña y paisajes en el Pirineo o el Maestrazgo, hay zonas de carreteras tranquilas y desconocidas…

A nivel de pruebas, han desaparecido algunas importantes como Los Degollaos o La Jacetania. Eran marchas clásicas. Por ejemplo, he conocido pocos recorridos tan más bonitos como Los Degollaos. La QH es un mito, muy exigente y todo aficionado debe hacerla, pero los parajes de Los Degollaos, por la zona de los Órganos de Montoro, son brutales. También antes teníamos las 4 Cimas en el Moncayo. Todo eso ese está perdiendo y la nueva ola de cicloturistas no las tienen. Sí que hay un boom quizá en la BTT, con muchas y pequeñas marchas locales, pero se está perdiendo una oportunidad porque en Aragón hay un gran potencial en este sentido. Yo hay sitios que conozco porque he ido a correr una marcha. En este sentido, los clubes deberían recibir los apoyos de las instituciones correspondientes porque al fin y al cabo es una manera de descubrir un sitio: vas el día de antes, pasas el día en familia, haces la ruta, la conoces… Yo he conocido casi toda Aragón gracias a la bici.

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