Un ippon contra las barreras

A pesar de su deficiencia visual, el judoca, Sergio Ibáñez (Alagón, 1999), se consagró subcampeón absoluto de España contra deportistas sin discapacidad.

Un ippon contra las barreras
Un ippon contra las barreras

Tiene 19 años y un sueño: lograr la clasificación para los Juegos Paralímpicos de Tokyo 2020. Él es Sergio Ibáñez, hasta ahora joven promesa del Zaragoza Judo Club, que se ha convertido en toda una realidad. Según su edad pertenece a la categoría Junior (sub 20), pero en diciembre de 2018 logró el que hasta ahora es su mayor mérito: ser plata en el Campeonato Nacional Sénior de Judo en la categoría de menos de 60 kg, donde compitió contra adversarios que no tenían ninguna discapacidad.

“Empecé a competir cuando tenía ocho años. Prácticamente desde que llegué al club donde estoy he entrenado y combatido sin ningún tipo de adaptación”, asegura Ibáñez, que tiene 79% de deficiencia visual de nacimiento. Algo que no le ha impedido enfrentarse de tú a tú contra otros deportistas que no tenían ninguna discapacidad física. Uno de sus primeros entrenadores, Javier Rivero, le advirtió de que el circuito de competición para personas con discapacidad visual iba a limitarle. “Yo lo que quería era competir, no me importaba el contrincante”, afirma el joven.

La luz, un enemigo

En los pabellones donde combate se suele enfrentar a un enemigo recurrente: la luz. Cuanto más luminoso es un espacio menos realidad percibe de manera visual. Dentro del terreno de competición usa unas lentillas especiales que filtran los rayos que más afectan a sus ojos. De hecho, en su club la luz es más tenue cuando él entrena.

“El gran problema con el que me encontraba al principio era cómo agarrar al rival que tenía enfrente. Durante todos estos años ha habido mucho trabajo táctico con Raúl, uno de mis entrenadores, para mejorar este aspecto”, explica Ibáñez. El judo es un deporte de contacto constante con el rival, lo cual es un beneficio porque “de esta manera puedo sentir los movimientos que hace mi oponente”, aclara.

Sus dos pilares

Responsables de que este joven alagonés haya llegado a conseguir estos logros “hay muchos”. En primer lugar están sus padres, y, en segundo, sus entrenadores, Javier Rivero, Ángel Claveras y Raúl Clemente. Sin embargo, sin el esfuerzo, el empeño y la confianza de los primeros, el trabajo de los segundos no habría calado en el deportista. Así lo asegura Javier Rivero, su primer entrenador en el Zaragoza Judo Club. Con él dio sus primeros pasos hacia las competiciones.

“Sergio llegó de la mano del entrenador de la escuela de la ONCE, Jesús Laviña. Tenía ganas de aprender y de competir”, señala Rivero. Desde entonces, “ha sido un largo camino repleto de victorias y derrotas, de baches y superación de obstáculos”. Hoy, su palmarés revela la silueta de un campeón: subcampeón de Europa, tetracampeón de España, subcampeón en la Copa del Mundo de Turquía a nivel paralímpico, subcampeón de España sénior, medalla de plata y tres de bronce en Copas de España y tricampeón de Aragón sénior.

Así, no es casualidad que esté entrenando con la selección española paralímpica con el objetivo de la ansiada clasificación para Tokyo 2020. Tampoco que, por primera vez, la selección absoluta española le haya convocado para dos concentraciones en febrero y para el próximo Campeonato de Europa en Lisboa.

Mucho más que un entrenador

En la actualidad, Raúl Clemente, tres veces campeón absoluto de España, es con quien Sergio Ibáñez pasa más tiempo preparándose. Los lunes y los miércoles, ambos se ponen las zapatillas de deporte para trabajar la preparación física de 06.30 a 08.00, antes de que Sergio comience las clases. Salvo el fin de semana, todas las tardes Ibáñez se viste su judogi (kimono específico del judo) para una sesión de dos horas. A ello le suma los martes y los jueves media hora extra para mejorar aspectos tácticos. “Además, muchos fines de semana hay preparatorios de cara a copas del España o de campeonatos importantes”, subraya Ibáñez.

Raúl Clemente trabaja con él desde noviembre de 2017 y cuenta que “tras los tres primeros meses se notó una mejoría impresionante”. Aun así el trabajo no cesa. Sus tres entrenadores coinciden en que el judoca alcanzará su mejor nivel en un margen de dos a cuatro años. “Se trata de un objetivo a largo plazo”, añade Clemente.

En judo, los combates se deciden, o bien por un ippon - el atleta cae perfectamente de espaldas en el tatami-, o bien por dos waza-ari -el atleta cae de espaldas en el tatami, pero con poca velocidad-. Sergio Ibáñez consiguió ser subcampeón absoluto de España ganando en todas las rondas con un ippon. Pero el más importante ha sido el que le ha hecho a la muralla que separa el deporte olímpico del paralímpico.

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