La bomba que pudo truncar la segunda Copa del Zaragoza

Una célula anarquista planificó en 1964 atentar contra Franco en el Bernabeu, sede de la final contra el Atlético que el equipo de los Magníficos ganó 2-1

Yarza levanta en la plaza del Pilar la Copa ganada en el Bernabeu
Yarza levanta en la plaza del Pilar la Copa ganada en el Bernabeu
Luis Mompel/Heraldo de Aragón

El 5 de julio de 1964, apenas diez días después de lograr su primer título -la Copa de Ferias- frente al Valencia, el Real Zaragoza ganó 2-1 al Atlético en el Santiago Bernabeu y se llevó la (entonces) Copa del Generalísimo (ahora, del Rey). Lo que pocos saben es que el partido llegó a peligrar por un atentado anarquista que pretendía acabar con la vida del dictador, Francisco Franco. El ataque no llegó a consumarse, aunque hubo dos condenados por el intento.

“Fue el final de los planes anarquistas para matar a Franco”, contó el documental de TVE ‘Objetivo, matar a Franco’, de 1993. El atentado se planeó a caballo entre España, Francia y el Reino Unido durante la primavera de 1964, aunque muchos de los datos permanecen en una nebulosa.

El principal protagonista de aquel suceso es Stuart Christie, un escocés que entonces contaba con apenas 17 años y que fue detenido el 11 de agosto en Madrid con un kilo de explosivo plástico. Christie cuenta su historia en el libro ‘Franco me hizo terrorista’ (originalmente, ‘General Franco Made Me a Terrorist’): cómo entró en contacto con el movimiento anarquista español, cómo se preparó para acceder a España a principios de agosto tras recibir los explosivos, cómo llegó a Barcelona con el material explosivo pegado a su cuerpo, cómo se desplazó hasta Madrid y cómo fue detenido casi al llegar, junto con su enlace, Fernando Carballo.

Sin embargo, esto sucedió después de que se celebrase la final de Copa. ¿Qué pasó entonces con aquel atentado? La prensa recogió el 2 de septiembre de 1964 el Consejo de Guerra a Christie y Carballo. Este último poseía desde mayo, dos meses antes de la final, un kilo de explosivo plástico con los correspondientes detonadores. Allí se informó de que había sido Carballo quien renunció al atentado en el Bernabeu porque no se “atrevió”. “Si bien comunicó -apuntaron en sus páginas ‘ABC’ y ‘La Vanguardia’- que había colocado el explosivo”.

Stuart Christie tiene ahora 72 años y vive en el sureste de Inglaterra. Está jubilado pero mantiene activa una editorial, Christie Books. El escocés, que no ha renunciado a su anarquismo con el paso del tiempo, comparte con Heraldo.es sus recuerdos de aquellos días. “Para el atentado en el Bernabeu había dos posibilidades. En principio debíamos colocar la bomba dentro, pero después se decidió que fuera en el parking, para hacerla estallar cuando llegara Franco”, dice. Lo que deja claro es que por entonces él “no tenía ni idea” de quién iba a jugar el partido. Simplemente se limitaba a cumplir órdenes. “Me enteré después”. El ataque, sin embargo, no se llevó finalmente a cabo. ¿Por qué? “Se perdió la oportunidad. Nunca lo pregunté”, admite.

Finalmente, Christie viajó a España semanas más tarde para llevar a cabo otro atentado. Fue arrestado el 11 de agosto junto a Carballo. Llevaba encima los cinco paquetes con 200 gramos cada uno de explosivo plástico.

Ninguno de los integrantes del mítico equipo de los Magníficos consultados era consciente de los planes para atentar aquel 5 de julio: ni Canario, ni Marcelino ni Villa. “Es la primera noticia que tengo”, afirma el exdelantero. “¿Que pretendían consumar un atentado? Pues no tenía ni idea”, dice por su parte el exinterior sevillano.

El mencionado documental de TVE, que se basa en el libro de Eliseo Bayo ‘Los atentados contra Franco’, cuenta sobre la frustrada acción del Bernabeu: “Todo estaba en una fase muy preliminar, pero eso no impidió que el Consejo de Guerra condenara a Carballo a 30 años de cárcel. Fue el último preso político de la dictadura en ser liberado tras la muerte de Franco”.

Por su parte, el joven anarquista escocés fue sentenciado a 20 años, aunque en 1967 consiguió la liberación gracias a la presión internacional. Hay que recordar que en esos años el régimen franquista estaba en una fase de cierta apertura para tratar de captar turismo foráneo. Carballo, por su parte, continuó en prisión diez años más, hasta 1977. Murió de un ataque al corazón en 1993.

¿Volvería hoy a cometer el atentado?, le preguntamos hoy a Christie. “Sabiendo que me iban a coger, seguro que no. Hubiera intentado ser más listo”, responde.

En su libro, reconoce que con el paso del tiempo tuvo oportunidad de debatir consigo mismo si un atentado terrorista era una buena idea, si era moralmente aceptable. "La necesidad de derribar a Franco me parecía a la vez natural y posible. Y, quién sabe, quizás una chispa de la revolución que estalló en España entre 1936 y 1937, sofocada por republicanos y comunistas, podía volver a encenderse”, analiza en un momento dado. Pero también expresa dudas al respecto: "La decisión de matar a un hombre, por mucho que sea para evitar una violencia y un mal mayores, era una elección trágica y cargada de culpa". "En mi debate conmigo mismo -zanja Christie al final-, llegue a la conclusión de que mi detención fue la mejor de las soluciones posibles".

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