La Supercopa expone las carencias del Real Madrid

Los errores defensivos, la falta de contundencia y la escasa profundidad de banquillo condenan a un equipo que ha visto devaluada su plantilla los dos últimos veranos.

Julen Lopetegui dando instrucciones a Sergio Ramos.
La Supercopa expone las carencias del Real Madrid
Reuters

La derrota en la Supercopa de Europa ha dejado tocado al Real Madrid, que perdió ante el Atlético su primera final internacional desde el año 2000, poniendo fin a una racha de trece victorias consecutivas con un título en liza. Ni el dominio de la pelota (firmó un 58,9% de posesión) ni doblar los remates del rival (11 por los 5 del Atlético, aunque sólo seis a puerta) le sirvieron a los blancos para salir triunfadores de Tallín. Cayó el campeón de Europa en un choque en el que ofreció algún que otro detalle para la esperanza -la pujanza de Bale y Benzema, la movilidad del equipo y su gusto por el toque-, pero que arrojó también un puñado de motivos de preocupación que, aun con todas las salvedades a análisis tremebundos que resultarían apresurados con un único encuentro oficial a sus espaldas, convienen ser tenidos en cuenta.

La carestía de recursos en la plantilla afloró ante el peor adversario posible, un Atlético que presume con razón de haber recorrido el camino inverso al seguido por el Real Madrid, reforzando como nunca un plantel que poco o nada tiene que envidiar al de su poderoso vecino. La salida de Cristiano Ronaldo a la Juventus fue el golpe más doloroso a una escuadra que ya vio cómo se devaluaba su potencial el verano anterior con las marchas de Morata, Mariano y James Rodríguez. A cambio incorporó a una camada de jóvenes talentos que no tuvo el crecimiento esperado en su primer curso en Chamartín al no gozar de la confianza de Zinedine Zidane pero que tampoco dio argumentos para reclamar más protagonismo cuando el marsellés acudió a sus servicios. Tres bajas de futbolistas, dos de ellos con una aportación importante en el histórico doblete Liga-Champions, que elevaban la competencia dentro de un equipo que abrió con sus salidas una distancia sideral entre los titulares y los suplentes.

Lejos de sellar el boquete, el Real Madrid ha seguido eludiendo operaciones de envergadura. Al adiós de Cristiano se sumó el de Kovacic, cedido al Chelsea. Aunque suplente, el croata era un relevo de garantías en la medular, un futbolista que, como recordó el mismo Julen Lopetegui cuando se vislumbraba su fuga, debería tener un recambio de su nivel que sigue sin llegar. El interés por Thiago no se ha concretado y el precio que pide la Lazio por Milinkovic-Savic -más de 110 millones de euros para empezar a hablar- hace inviable reclutar al serbio. Así, cuando el vasco miró hacia el banquillo en busca de un sustituto para el renqueante Casemiro sólo tenía a Ceballos y Marcos Llorente. El escogido fue el utrerano, al que le sobra talento pero que no reúne las condiciones para suplir a un 'stopper' sin cuya presencia el equipo se desmoronó y que mostró una capacidad de autocrítica que debería servir de ejemplo a sus compañeros.

El Barça como espejo

Aunque ha llegado Odriozola para ponerle las cosas difíciles a Carvajal, Marcelo sigue sin tener competencia en el lateral zurdo, con Theo cedido en la Real Sociedad y Reguilón como mera comparsa. Pese a las buenas maneras del canterano, el brasileño se sabe intocable y ante el Atlético cometió un error que abocó el choque a la prórroga y posterior derrota de los blancos. Falta también un central y, sobre todo, un 'killer'. Benzema completó ante los rojiblancos una primera parte magistral. Brilló hasta que se quedó sin gasolina, como Bale. Pero los centros del tramo final no hallaron receptor pese a que sobre el césped estaba también Borja Mayoral. El parleño es el único nueve puro con que cuenta Lopetegui para cubrir una eventual ausencia de Benzema, pero su condición de revulsivo palidece ante las credenciales que tenía Morata dos temporadas atrás.

La situación contrasta con el 'overbooking' de la portería, con cinco guardametas en nómina tras el fichaje de Thibaut Courtois. Aunque saldrán Kiko Casilla y Luca Zidane, el plantel está descompensado y no es probable que la debacle en la capital estonia altere el pulso de la directiva de aquí al cierre del mercado, como ya aventuró Lopetegui.

Salvo viraje de última hora, el guipuzcoano tendrá que conformarse con lo que hay para sepultar los errores que condenaron al Real Madrid ante el Atlético, con especial incidencia en el trabajo defensivo de una zaga que falló en los cuatro goles encajados por Keylor Navas, otro que salió malparado de Tallín en una noche en la que Sergio Ramos y Varane mostraron desaciertos impropios de quienes son dos de los mejores centrales del mundo y en la que la escuadra acabó desordenada y encomendada a centros laterales sin un rematador de talla. Claro que peor salió el Barcelona de la Supercopa de España hace un año y terminó firmando un doblete Liga-Copa.

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