​Cuatro aragoneses fundan una escuela de boxeo en el corazón de Usera

Se trata del proyecto ‘Guantes manchados’, que nace con el objetivo de dinamizar el barrio y atraer a los gentes jóvenes a una alternativa de ocio distinta.

?Cuatro aragoneses fundan una escuela de boxeo en el corazón de Usera
?Cuatro aragoneses fundan una escuela de boxeo en el corazón de Usera

Usera es el 12º distrito de Madrid, conformado por los barrios de Orcasitas, Orcasur, San Fermín, Moscardó, Zofío, Pradolongo y Almendrales. Hay incluso quienes lo conocen como el Chinatown madrileño debido a la alta concentración de inmigrantes asiáticos que se congregan en la zona. Y es precisamente en este último donde desde hace unos meses, un grupo de cuatro aragoneses -Javier Royo, Fidel Oliván, Jorge Casas e Inés Ballano- decidieron fundar una escuela de boxeo vecinal.

Todos ellos practicaron este deporte durante varios años en la escuela de artes marciales Dojo Zaragoza y, al trasladarse a Madrid –algunos por trabajo y otros para continuar sus estudios-, vieron una posibilidad de aportar algo a su actual vecindario. Las clases tienen lugar todos los martes y jueves de 19.30 a 20.30. “Al tratarse de una actividad que hacemos de forma voluntaria tan solo podemos dedicarle nuestro tiempo libre”, explica Oliván.

Desde el pasado mes de febrero, estos zaragozanos no han faltado a su cita con los usuarios, en torno a una veintena de personas, en su mayoría jóvenes y adolescentes. “Todo comenzó el pasado mes de diciembre con una exhibición que organizamos de boxeo. El dinamizador vecinal nos propuso crear un proyecto para trabajar con la juventud a través del deporte que presentamos en enero”, añade.

Sin duda, uno de los mayores retos en uno de los barrios considerado como de los más conflictivos de Madrid, era lograr la participación e implicación de los vecinos. “Aquí aprenden a socializar y a valorar el compañerismo, algo que les sirve para aplicar en otras facetas de su vida. De hecho, el nombre de la escuela, ‘Guantes Manchados’, lo decidimos en una asamblea”, añade Oliván. En este caso, su misión es preparar los entrenamientos de cada semana, dirigidos a gente, en su mayoría, sin ninguna experiencia previa a la hora de practicar este deporte.

Hoy cuentan con 30 participantes de edades muy variadas, desde niños hasta personas de 30 a 35 años, aunque la mayoría tienen entre 15 y 16 años. “Nuestro funcionamiento se basa en unos valores muy claros como son la convivencia, el respeto, compromiso -con los demás, con los guantes y con el proyecto-, y la importancia de aportar algo al barrio. El boxeo es barrio y necesitamos conectar lo que ocurre en la escuela con lo que sucede en el exterior”, señala el zaragozano, que destaca la importancia de este deporte de contacto en la vida de quienes lo practican: “lejos de la creencia popular, las artes marciales producen un efecto contrario al que se les suele atribuir ya que sirven para poner en orden nuestra vida”.

La escuela se ubica en un aula polivalente de la asociación de vecinos La Mancha. “Desde el principio tuvimos claro que queríamos enfocar el proyecto desde el punto de vista de la intervención social basado en el ocio alternativo y sano”, añade Casas. Además, los participantes tan solo deben de pagar 5 euros al mes, de los cuales 3 van destinados a la AVV encargada de mantener el local, y 2 a los gastos de la propia escuela de boxeo vecinal. “Nuestro mayor reto es lograr que se convierta en un proyecto autosuficiente capaz de seguir en marcha cuando nosotros no estemos”, afirma.

Otro de los grandes retos era el añadir a la oferta de ocio del barrio una alternativa ‘saludable’, “sobre todo si tenemos en cuenta que este barrios es uno de los que cuenta con un mayor número de casas de apuestas de Madrid”; asevera Royo.

Donaciones de particulares

Estos aragoneses también se ayudaron de las redes sociales para equipar esta escuela popular debido a la ausencia de financiación. “La mayoría de la gente del barrio no puede permitirse adquirir unos guantes, por eso pedimos ayuda a nuestros conocidos y algunos gimnasios como el de Giovanni Jaramillo, que nos donaron material para equipar la sala”, recuerda Royo. Gracias a una serie de acciones lograron reunir algunos pares de guantes, sacos y manoplas. Todo lo necesario para empezar.

“La verdad es que fue justamente lo que necesitábamos para arrancar ya que abrimos nuestras puertas el pasado mes de febrero con dos decenas de pares de guantes, tres sacos, un juego de manoplas y el material que donamos nosotros mismos”, afirma Royo.

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