Blog Cuarta dimensión

por Carlos Bogdanich

"La inocencia de esos pueblos, que no se deben perder"


De esto hace muchos años, de cuando aún no había abierto los ojos a la 'cuarta dimensión' de cuando aún creyéndome "señorito de capital", la vida me enseñó muchas cosas...

En ese largo viaje por los desiertos de la Patagonia y las cumbres de la Cordillera de los Andes, junto a mi entonces compañera de viaje, nos dio la noche cerrada alejados totalmente de cualquier atisbo de civilización. Casi dábamos por perdido el rumbo pactado, cuando de repente entre la obscuridad cerrada y el frío que ya arreciaba, vemos una débil luz en el horizonte quebrado.

Sin pensarlo dos veces, hacia la luz nos dirigimos, cual fue la sorpresa que, lo que parecía un faro en las tinieblas, era una humilde lamparita en la puerta de un pequeño cuartelillo de la Gendarmería Nacional... Golpeamos la puerta a la espera de respuesta y de una posible orientación de donde estábamos. Nos la abrió un soldado, el único que estaba de guardia, y muy amablemente nos indicó que, por la hora que era y el tiempo que hacía, no era recomendable que continuásemos por esos caminos de Dios "donde el diablo perdió el poncho"...

En su afán de servicio nos recomendó quedarnos a esperar el nuevo día, ofreciéndonos lo único que tenía a mano, que pasásemos la noche en la única celda del cuartelillo. Y así fue, nos dispuso un una estufita "vintage" y por la mañana volvió a despertarnos. Antes ya de agradecerle "la gauchada", como se dice en eso pagos, cuando te dan una ayuda, ya se había ocupado de hablar con doña María, una habitante de ese pueblito de escasos veinte humanos, para que en su casa nos recibiera y preparase un buen desayuno...

¡Cómo íbamos a despreciar tan atractiva invitación!... Al llegar a la humilde casita de doña María, se la veía feliz y contenta en recibirnos y agasajarnos con un espléndido desayuno con sus mermeladas caseras. Hasta aquí todo bonito como en un cuento de hadas, pero lo que más recuerdo con entrañable placer, fue que dentro de la animada conversación con doña María, al saber ella que veníamos de la capital, nos preguntó con envidiable inocencia lo siguiente: - Hace un par de años pasó por aquí una pareja también de Buenos Aires, se llamaban Gutiérrez ¿Me imagino que ustedes le conocen?...

En ese "segundo cuántico" se me abrió el corazón... Quedaban miles de kilómetros por recorrer hasta el Altiplano y la Amazonia, pero hay momentos en la vida, y con algunos ángeles humanos, que lo envuelven todo como un regalo.

Prof. Carlos Bogdanich.

La Patagonia
La Patagonia
Profesor Bogdanich | Carlos Bogdanich
Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión