Biodiver-city: ¿cómo podemos integrar la naturaleza en la ciudad?

Los entornos urbanos donde convivimos humanos, plantas y animales son beneficiosos para la salud. Si hay insectos, podrán comer los pájaros. Si hay árboles y plantas, el aire será más limpio. Todo encaja

Un ejemplo de biodiversidad: el parque del Agua
Biodiver-city: ¿cómo podemos integrar la naturaleza en la ciudad?
ASIER ALCORTA/ARCHIVO HERALDO

En Zaragoza no se cuidan bien los parques. Existe una resignación por parte del ciudadano, que cree que es normal tener una hierba con calvas y setos despoblados. Gran error. Solo hay que dar un paseo por algunos parques de la ciudad para comprobar los nefastos resultados de las malas prácticas. Un ejemplo: en lugar de recoger las hojas con rastrillo y mucho cuidado, se utiliza el soplador de hojas, que levanta polvo y arrastra la capa más fértil del suelo. Así, hay hileras enteras de parterres con tierra completamente pelada e incluso hay momentos en los que los trabajadores utilizan el soplador en zonas de hierba, creando espacios donde no puede crecer la hierba. Otra mala praxis consiste en retirar con obsesión restos vegetales, en lugar de comprender que pueden ser hogar para la vida: allí proliferan insectos de la madera que sirven de alimento a los pájaros. Hay que crear parques más naturales.

No hay comida: los pájaros apenas pueden encontrar alimento

Aves y plantas están unidas desde hace millones de años: las primeras necesitan alimentarse y las segundas aprovechan para ofrecer frutos jugosos que atraen al pájaro. Una vez digerido el fruto, el ave defecará el resto (la semilla), que así puede colonizar nuevos territorios. Pero la pérdida de biodiversidad y la urbanización del territorio lleva al retroceso de pájaros y a un desequilibrio del ecosistema (algunos insectos dañinos para el hombre pueden convertirse en plaga si no hay pájaros que los consuman). Los parques, plazas, balcones o terrazas pueden tener plantas como saúcos, robles, hayas, cerezos, ciruelos, abedules, zumaques, abetos, cicutas o piracantas, cotoneáster para mantener poblaciones de herrerillos, pinzones, carboneros...

El ejemplo del gorrión: cada vez hay menos ejemplares en la ciudad

La población de gorriones ha caído un 64% en solo 30 años y en España se calcula que hay ocho millones menos que hace solo una década. En Aragón, la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife) ha detectado un retroceso mayor que en otras regiones españolas y se calcula que hay hasta un 50% menos que en los años ochenta. ¿La razón? No hay tanta comida como antes, ya que se han perdido muchos jardines, los campos de labor quedan ya lejos para estos pájaros y el que hay está muy contaminado. La proliferación de palomas, además, les lleva a morir de hambre.

¿Qué hacer? Apostar en la ciudad por especies que den alimento a las aves. A los gorriones les gustan las zarzamoras, las gramíneas altas. Muy fáciles de cultivar.

Praderas y solares: hierbajos y césped, más largos y variados

Otro gran error en el mantenimiento de parques, así como de jardines individuales, es confudir pradera con césped. Es decir, cambiar lo que debería ser un espacio natural por otro tan artificial y controlado que se no es sino una alfombra estéril. Según el departamento de ornitología de la Universidad de Massachussets, cortar estos céspedes menos a menudo –cada dos o tres semanas en lugar de cada semana– incrementa la población de abejas autóctonas y otros polinizadores.

Huertos comunitarios en zonas urbanas (no solo a las afueras) son también otra buena idea para crear espacios de entretenimiento para los mayores y un espacio donde aves e insectos pueden tener un hogar. Entre estos últimos, hay que prestar especial atención a los polinizadores, ya que de ellos dependerá que se formen más frutos durante el otoño, que den alimento a las aves en inviernos. En realidad, todo está conectado.

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