Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Chicotén, el origen del folk moderno aragonés

Recuerdo del grupo que alentó el cierre del festival Pirineos Sur de este año.

Chicotén, el origen del folk moderno aragonés
Chicotén, el origen del folk moderno aragonés

El Colectivo Chicotén, invento exclusivo para una noche de verano con la que finalizó hace unos días la pasada edición de Pirineos Sur y cuyo artífice mayor fue el Joaquín Pardinilla Sexteto con la colaboración de artistas diversos –desde La Ronda de Boltaña a Carmen París-, tiene sus raíces en el grupo Chicotén, primer grupo aragonés de folk moderno, la piedra angular de la eclosión de música tradicional aragonesa, al margen de la jota, que luego, y hasta ahora, saltó a los aires de esta tierra.

No cabe duda: una arriesgada aventura de vuelo corto. La soplaron los vientos de la música occitana francesa y bretona, y nombres como Alan Stivell o Dan Ar Braz, el eco del sello Guimbarda y el fervorín que a finales de la Transición se despertó en España para recuperar identidades y  músicas tradicionales, opacadas entonces, se decía por la grey rabiosa, por lo que ella denominaba la colonización sajona de rockeros y poperos (fanfarrias gratuitas).

El grupo lo ingenió Luis Fatás en 1977 y a su llamada se unieron los hermanos Peralta, Pedro y Chema, más Pedro Sabirón y Ernesto Ángel. Al año siguiente, en la primavera de 1978, se publicó su primer y único disco, un LP de portada doble con un dibujo estirado a la contraportada, realizado con grafismo de Ignacio Mayayo, que a mí me traía, y me sigue trayendo a la memoria –salvando distancias- a El Bosco, una gran foto interior del grupo a color y otra media del instrumental, ambas de Jacinto Ramos, producción de Plácido Serrano y un texto de Labordeta que sudaba de alegría y emoción ante “hallazgo como el vuestro”. “A cuerpo limpio nos habéis enseñado a todos un inmenso horizonte, que intuíamos pero desconocíamos”, escribía dirigiéndose a los componentes del grupo.

No le faltaba razón a Labordeta en lo de la intuición: él mismo hizo un amago de recuperación de música tradicional aragonesa en el directo del 77 con la magnífica  pieza instrumental ‘Chinchecle’, que luego expandiría en dos de sus siguientes álbumes: “Cantata para un país” (1978) y “Las cuatro estaciones (1981).

Chicotén, el origen del folk moderno aragonés

En lo musical, el LP de Chicotén incluía diez temas completamente acústicos, sin guitarras eléctricas ni baterías, como ha llegado a escribirse en este mismo periódico, fechando también mal el disco. Excepto ‘La jota del Chicotén’, propia de Fatás, todas las demás salían de los tres grandes cancioneros aragoneses: Arnaudas, Mingote y Mur. Era la primera vez que estos cancioneros se abrían a la época actual para que brotasen paloteados, albadas, tocatas, contradanzas y otros géneros abordados desde el respeto a la tradición pero con la vista en el momento de esta apertura, ya digo, la de finales de la Transición. Como escribía Labordeta, “con  la más absoluta falta de complejos para hacer vivo algo que ya lo fue y trasplantarlo a un periodo de nuevas formas”. El mismo Labordeta daba cuenta en el citado texto del disco de la gran panoplia de instrumentos que el grupo manejaba: “Pedro Sabirón traía consigo un perfecto conocimiento de la flauta, baja, sopranino, soprano y de la guitarra. Ernesto Angel acudía con la flauta travesera y la bandurria, Pedro Peralta percutía sobre todo, Chema Peralta añadía el laúd, la guitarra y los bajos y Luis Fatás añadía el resto: dulzaina, gaita, oboe, acordeón, guitarrico, ocarina y clarinete”.

Un disco bellísimo y seminal, con piezas geniales como ‘Contradanza (de Zaragoza)’ o ‘Suite a Teruel’. La aventura, sin embargo, no tuvo continuidad, imagino que por falta de ventas y resultados económicos: hay que tener en cuenta que el disco salía en el pequeño sello propio creado por Plácido Serrano, Chinchecle, pero bajo el paraguas comercial de Movieplay, uno de las grandes marcas españolas del momento, que no debió recoger lo esperado y pegó carpetazo al invento. Imagino. Porque Luis Fatás y compañía, todos músicos serios, curtidos en aguas del jazz y la vanguardia rock, habían dado con una mina artística de oro, con muchas pepitas por descubrir, y tenían ganas. Además, recibieron excelentes críticas, por ejemplo, la misma que yo tracé en el Heraldo, con entrevista incluida, al poco de editarse el disco. Hela aquí:

Chicotén, el origen del folk moderno aragonés

Entre 1998 y 2007, aquella imparable e impagable batidora de ideas –aunque algunas tocaban las axilas de lo imposible o la locura- que era Plácido Serrano, recuperó el nombre de Chicotén y editó una serie de seis disco-libros para la lujosa colección de Prames, pero ya con otra visión y sin los miembros originales que habían dado a luz el primigenio Chicotén, el verdadero.

Que, por cierto, entre tinieblas, en medio de aquella marabunta del hundimiento y fusiones de las multinacionales del disco, lo rescató Warner en 2011, añadiendo una pieza más, que salió en single en 1979, a las diez originales, ‘Albada de Beceite’, ésta sí, vaya por dónde, con batería…, y bien sonora. ¡Qué no andará olvidado por esos estudios y archivos de Dios! Por ejemplo, los recitales completos de Labordeta del 77 de los que salió el resumen de su primer directo. Un día pregunté a Plácido, y ni él mismo sabía, aun habiéndose editado el directo con su sello y Movieplay.

En cualquier caso, volviendo al primer Chicotén, no fue acto fallido. Allí estaba la piedra angular del folk moderno que luego afloró por las cuatro esquinas de Aragón, desde Hato de Foces a Cornamusa, La Orquestina del Fabirol, Biella Nuei, Fagüeño, La Ronda de Boltaña… y un largo etcétera, hasta hoy. No fue poco significativo e importante el hallazgo de los ‘cinco chicotenes’, hace 40 años. Aquí dejo la versión de la Warner de 2011. Afortunadamente existe Spotify: el disco está perdido.

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