Marín y Varea cortan una oreja cada uno en Zaragoza

Los novilleros dieron el pistoletazo de salida a la Feria de San Jorge en la capital aragonesa.

Marín y Varea cortan una oreja cada uno en Zaragoza
Marín y Varea cortan una oreja cada uno en Zaragoza

Los novilleros Ginés Marín y Jonathan Varea cortaron una oreja cada uno en el mano a mano que mantuvieron hoy en Zaragoza, con el que se dio el pistoletazo de salida a la Feria de San Jorge.


FICHA DEL FESTEJO.- Tres novillos -primero, segundo (sobrero) y quinto- de Fuente Ymbro y otros tantos -tercero, cuarto y sexto- de Garcigrande, de desiguales hechuras y de comportamiento también variado.


Ginés Marín, silencio, oreja tras aviso y vuelta al ruedo.


Varea, oreja tras aviso, ovación tras aviso y vuelta al ruedo. En cuadrillas, saludaron en banderillas Raúl Martín en el segundo, Javier Ambel en el tercero, Jose Manuel Montoliú en el cuarto, y Alfonso Carrasco y Diego Valladar en el sexto.

La plaza tuvo un tercio de entrada.

Empate técnico

Marín sorteó tres animales de distinta condición, pero con los que dio la talla más que de sobra. Su primero adoleció de pocas fuerzas, y el joven gaditano anduvo en labores de enfermero con él, muy técnico y capaz, pero sin poder resolver nada en lo artístico.


Lo mejor de su actuación llegó en el tercero, el mejor astado que le correspondió en suerte, y al que cuajó en una labor de notable entidad por lo encajado, lo ligado y lo a gusto que se le vio. Cortó una oreja.

Pudo haber redondeado el triunfo Marín con el quinto si llega a matarlo como Dios manda, pero la faena, argumentada también en la serenidad y en la plástica en las formas, se diluyó por el feo metisaca con el que despenó al astado.


Varea fue el primero en tocar pelo, en su primero, un sobrero de Fuente Ymbro al que condujo con temple y muy buen son en la muleta. La estocada final, a la primera, fue el salvoconducto para lograr el apéndice.


El cuarto fue un novillo que, pese a su manifiesta mansedumbre, se dejó mucho en la muleta. Y Varea, que toreó con gusto y cierta parsimonia, perdió el triunfo por sus reiterados fallos a espadas.

El que cerró plaza y corrida fue un animal un tanto "esaborío" por la poca raza y menos fuerzas que tuvo, y Varea, pese a estar voluntarioso, no pudo llegar a calentar el ambiente.


Al final, empate técnico entre dos de los novilleros con más ambiente de la actualidad.