Las fruterías entran en conflicto por la aparición de comercios 'low cost'

La asociación de minoristas pide a las administraciones un mayor control de los nuevos negocios que han aparecido a raíz de la crisis

Muba Ahmed abrió su negocio hace poco más de un año. Este paquistaní se defiende de las críticas,  asegura que ha tenido que bajar los precios y ampliar horarios para poder sobrevivir.
Las fruterías entran en conflicto por la aparición de comercios 'low cost'
Asier Alcorta

La apertura masiva de nuevos establecimientos de venta de fruta y verdura a bajo precio a raíz de la crisis ha hecho levantar en armas a los comercios tradicionales del sector, que critican duramente las condiciones en las que han nacido muchos de ellos, e incluso han acudido a las administraciones para que intensifiquen las inspecciones.


Decenas de nuevos empresarios se han lanzado a crear un negocio de venta de frutas y verduras, ante la dificultad para encontrar un trabajo. Las bajas inversiones que se requieren, ya que no es necesario tener grandes cámaras frigoríficas ni una maquinaria muy específica, la baja cualificación del empleo y la facilidad para montar estos negocios que no precisan de grandes reformas en los locales han multiplicado el número de despachos frutícolas.


Aunque no es nuevo en España y ciudades como Barcelona han vivido ya este fenómeno, en la capital aragonesa se han abierto casi 150 fruterías de todo tipo desde el pasado año 2012, creando una dura competencia. En la actualidad, ya son aproximadamente unas 600 las que hay en Zaragoza. 


El presidente de la Asociación de Comerciantes Detallistas de Frutas y Verduras de Zaragoza, Alberto Lacruz, apuntó que no es la primera vez que se ve este ‘boom’ y que en anteriores crisis emprender un negocio frutero fue un "recurso muy socorrido".


Numerosos comercios tradicionales han trasmitido sus quejas a la asociación de minoristas ya que han tenido que bajar los precios tanto por la aparición de tiendas con bajos precios como por el excesivo número de establecimientos que hay en la ciudad. 


De hecho, AlbertoLacruz señaló que hace unos meses pidieron un encuentro con el Gobierno de Aragón y reclamaron al Ministerio de Trabajo "inspecciones más frecuentes". "Nos hemos dirigido a la administración ya que no alcanzamos a saber cómo, con precios tan bajos, se pueden pagar los salarios", dicen. No obstante, la DGA aún no les ha recibido. 


El fenómeno ‘low cost’ no es nuevo en el sector, el género barato siempre ha existido: "Hay minoristas que deciden comprar el producto que más días lleva almacenado en Mercazaragoza y por eso el precio es inferior, aunque la calidad, obviamente, se resiente". 


A pesar de las quejas, la asociación cree que el conflicto no solo radica en los precios, sino también en las condiciones en las que se abren esos negocios de ‘low cost’. "Estos comercios no están acondicionados totalmente, tienen el género en la calle –algo que está prohibido– y las inspecciones de sanidad no se hacen rigurosamente", explicó Lacruz.Mercados tradicionales

Los grandes afectados de este fenómeno son los puestos tradicionales. Tras más de 20 años en el Mercado de San Vicente de Paúl, Mariano Escartín intenta ahora reinventar su negocio y diferenciarse por su experiencia y la tradición de su familia en la lonja, el trato personalizado con el cliente y la calidad del producto que dispensa.Sin embargo, esto no ha evitado que en los últimos meses haya perdido clientes ya que "hay lugares cercanos que venden más barato" y más en tiempos de crisis, cuando los clientes miran el bolsillo.


Muba Ahmed se defiende de estas críticas. Es natural de Pakistán y su espíritu de supervivencia le llevó a montar una frutería hace más de un año y medio en la calle de San Vicente de Paúl. "Necesito trabajar como todos, con mucho sacrificio intentamos salir adelante", explicaba Ahmed. No es para menos, de lunes a domingo su horario de apertura es de 8.00 a 22.00, por lo que muchos vecinos acuden a su tienda por su disponibilidad. Dada las circunstancias, Ahmed decidió que el mejor modelo para su negocio era "tener los precios muy bajos" para aumentar las ventas, aunque eso le obligue a pasar muchas horas en la tienda. De hecho, reconoce tener un margen de beneficio de 20 céntimos por kilo de producto.