El primer adiós de Serrat a Zaragoza se alfombra de magia en las Fiestas del Pilar

Por desgracia, un espectador falleció tras sufrir una parada cardiaca antes del inicio, que no pudo superar. Hoy, segunda ronda del ‘noi del Poble Sec’ en el Príncipe Felipe.

Serrat se despide de Zaragoza en las Fiestas del Pilar.
Joan Manuel Serrat, anoche al inicio de su concierto en el Príncipe Felipe
José Miguel Marco

La de Joan Manuel Serrat iba a ser una fiesta absoluta en el pabellón Príncipe Felipe, pero no lo fue. Sí en lo artístico, desde que los músicos dispuestos en herradura comenzaron a navegar sobre los pentagramas, desde que el barcelonés de ascendencia belchitana soltó su ‘Dale que dale’. Era la penúltima noche del catalán en un escenario zaragozano -la última es hoy, en el mismo recinto- y todo estaba preparado para que la magia se apoderase del ambiente.

Sin embargo, la velada había empezado muy mal. Un espectador sufrió una parada cardiaca en plena grada a 15 minutos del inicio del ‘show’; aunque los servicios médicos reaccionaron con rapidez, el afectado no se recuperaba y necesitó el desfibrilador. Recibió masaje cardiaco continuo durante más de media hora en el mismo asiento, ya intubado y con una vía, hasta que finalmente y entre los aplausos del público fue llevado -aún con pulso- a la ambulancia que le esperaba junto a la puerta D. No fue trasladado de inmediato, dada la debilidad que presentaba; el masaje reanimatorio continuaba cuando arrancó el vehículo, pero no fue efectivo y el hombre, de uno 70 años de edad, falleció.

Cercano y emocionado

Serrat, muy profesional, siguió adelante con el guion del espectáculo y alzó el telón, por respeto a las 8.000 personas que abarrotaban la sala. Pareció no estar informado de todos los detalles del suceso, ya que bromeó de inmediato con la audiencia, incluso con la posibilidad de que dada su edad, no llegase en pie al final del concierto. "Les quiero dar las gracias personalmente, ojalá pudiera hacerlo uno a uno, por acompañarme durante tantos años y tantas veces. Vengo a despedirme del pueblo aragonés, que tanto amor me ha dado. De ahora en adelante, todo es futuro. Ice las velas, capitán", dijo, antes de que Ricard Miralles y Josep Mas ‘Kitflus’ comenzasen a tejer ‘Mi niñez’, canción que cita a Aragón.

Siguió Serrat con ‘El carrusel del furo’, inspirada por su abuelo Miguel. Con el ‘Romance de Curro el Palmo’ afloraron lágrimas en muchos pares de ojos; "Ay, mi amor, sin ti mi cama es ancha" es uno de los cientos (miles) de versos-brochazo del catalán, un impresionista del canto, un as del ‘patchwork’ que teje y colorea naturalmente cualquier ensoñación, venga de donde venga.

Serrat recordó en un parlamento la relevancia de esos instantes en los que te gana la emoción. "Ahí está el detalle, como decía Cantinflas", apuntó. ‘Señora’ devolvió el sonido ‘big band’ a la noche; el saxo de Serrat es Josemi Sagaste, cincovillés, que tocó con Ixo Rai! el pasado día 7 en la Multiusos. También cogió el acordeón en ‘Lucía’, otro momento sublime, y con ‘No hago otra cosa que pensar en ti’ se presentó la banda.

En ‘Las nanas de la cebolla’, el protagonista de la jornada evocó a Miguel Hernández y también a Alberto Cortez, "mi amigo". Citó a Neruda, porque el poeta chileno pidió que España "recordara a Hernández a plena luz, ya que desapareció en la oscuridad.

El concierto navegó con soltura en todo momento. ‘Algo personal’, la ‘Cançó de bressol’ dedicada a su madre, ‘Mediterráneo’ que llegó cuando Serrat llevaba casi dos horas en escena; a la hora del célebre fraseo "Unos se creen que las mató el tiempo y la ausencia", arranque de ‘Aquellas pequeñas cosas’, puso a cantar al público. Hubo bises, poesía asonante, guiños a Labordeta y Carbonell. Y telón con 'Fiesta', aunque finalmente y a requerimiento de todo el pabellón, hizo 'Penélope'. No le importó acabar en tono suave, aunque obviamente el tema anterior era un cierre más adecuado. Este jueves, más.

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