pilar 2021

Jorge Azcón: "Zaragoza es una ciudad de la que sentirse orgulloso"

Tres o cuatro veces por semana, el alcalde de la capital aragonesa empieza el día a las 7.30 en la piscina del Stadium Casablanca. Tras un kilómetro a nado, sale "con la cabeza despejada" para afrontar la jornada.

Jorge Azcón, en la piscina del Stadium Casablanca.
Jorge Azcón, en la piscina del Stadium Casablanca.
Guillermo Mestre

Son las 7.30 de un miércoles, pero en la piscina del Stadium Casablanca, en Zaragoza, ya hay una veintena de personas largo va, largo viene. El alcalde de la capital aragonesa llega con un bañador más de bajar a la playa que de competir en unos Juegos Olímpicos, pero el resto de su equipamiento luce profesional: tapones para los oídos, tubo para no tener que sacar la cabeza y manoplas para aumentar el esfuerzo físico. Jorge Azcón busca una calle libre e inicia el primero de sus 40 largos. Eso es un kilómetro de distancia, que hará a ‘crol’. A ritmo tranquilo, pero con un estilo más que digno.

Comenzó con esta afición ya en tiempos de pandemia, tres o cuatro días a la semana para mantener la forma y evitar los problemas en los pies que le generaba el salir a correr. "Nadar es un deporte sin impacto, viene fenomenal", defiende. Y más cuando hay que bajar esos pequeños excesos propios del verano. Durante esa media hora, no llega a dejar la mente en blanco, pero consigue desconectar y centrarse solo en nadar. "Luego sales con la cabeza despejada, con la sensación de que empiezas el día con el trabajo hecho", señala.

A partir de ahí, empieza una nueva y larga jornada para un alcalde "de Zaragoza de toda la vida". Jorge Azcón, padre de dos hijos y el menor de cinco hermanos, se crió en una familia del Centro de la capital aragonesa. La sede familiar está en el Coso, por lo que sus recuerdos de la infancia son de la plaza de Los Sitios, de una plaza de España con sus viejos rótulos luminosos y de una casa "siempre llena de gente". "El planazo de aquella época era ir al Parque Grande, tomar vermú y que te alquilaran una bicicleta", recuerda. También guarda en su memoria la Zaragoza que veía desde el autobús escolar, que pasaba por un Kasán que era "el extrarradio más alejado de la ciudad".

Ahora, a sus 47 años, percibe una Zaragoza "más amable y más segura", que ha "cambiado para bien". "Hay cosas que se mantienen, y es que sigue siendo una gran ciudad, pero abarcable. Conoces al frutero de debajo de casa, al de la charcutería de enfrente... Es una ciudad fácil para vivir, agradable, confortable y sencilla", reflexiona. A los que dicen que es el pueblo más grande de España, el alcalde contesta que para él es "la quinta ciudad" del país. "Tienes todos los grandes servicios de las grandes ciudades, pero sin sus inconvenientes, sin atascos o grandes aglomeraciones", sentencia.

Por eso, cree que vive en una ciudad "de la que sentirse orgulloso". "No me gustan las visiones victimistas, no podemos caer en la melancolía de lo que pudo haber sido. Zaragoza es una gran ciudad en España, no nos tenemos que avergonzar de nada, sino todo lo contrario. Es ejemplo de una ciudad en la que se vive bien", incide.

Cuando sale de la ciudad, detecta que los de fuera conocen a Zaragoza "por el Pilar". Lo piensa y añade: "Por el Pilar, por el Ebro y, ahora menos por desgracia, por el Real Zaragoza". La situación del club, que transita por su novena temporada consecutiva en Segunda División, le duele "como aficionado y como alcalde". Su padre fue jugador y luego "socio de toda la vida", por lo que en su casa se trata de una cuestión !sentimental". Pero además, como alcalde cree que es importante tener un Real Zaragoza en Primera División "por imagen de ciudad", porque "el fútbol mueve lo que hay pocas cosas que puedan mover".

El alcalde de Zaragoza espera que la casa del equipo, el viejo estadio municipal de La Romareda, reciba el esperado lavado de cara que prometió y que, de momento, no tiene fecha. "Zaragoza necesita un nuevo campo de fútbol. Va a haber que hacerlo, tarde o temprano. Pero me gustaría de que fuéramos capaces de hacerlo con consenso político", dice evocando los fracasos de los últimos proyectos para el estadio.

"En los momentos difíciles se ve el material del que están hechos los zaragozanos", dice Azcón

Azcón vivirá este 2021 su tercer día del Pilar como alcalde de Zaragoza, aunque solo ha podido disfrutar el primero con la normalidad de la prepandemia, con esa alegría que entonces no se valoraba ante la ignorancia de lo que se venía encima. El alcalde se siente "orgulloso" de cómo la ciudad ha afrontado una crisis sanitaria que nos ha puesto a todos a prueba. "Pusimos en marcha el proyecto de Zaragoza Ayuda, una aplicación que unía a personas que necesitaban auxilio para cosas como hacer la compra o sacar el perro con personas que estaban dispuestas a ayudar. Me llamó la atención que había más de las segundas que de las primeras. En los momentos difíciles se ve el material del que están hechos los zaragozanos, y en la pandemia la ciudad se portó de una forma increíble". No obstante huye de "esa propaganda que dice que de la pandemia saldremos más fuertes". "El coronavirus ha hecho mucho daño, ha hecho que perdamos miles de vida y ha tenido consecuencias económicas muy duras para mucha gente", señala.

A corto plazo, cree que el mayor reto de la ciudad es "invertir bien el dinero de los fondos europeos", empleándolos en "proyectos que de verdad transformen la ciudad". A medio o largo plazo, ve que el lugar de Zaragoza en el mundo está trazado: "Somos una ciudad privilegiada por su capacidad logística y situación en el noreste de España. Tenemos recursos para que se invierta en nuestra ciudad, con una buena ubicación, una energía barata, un talento bien formado y unos costes asumibles de suelo".

En ocasiones se ha achacado a Zaragoza el no tener un importante icono por el que ser reconocida, más allá del Pilar. La lluvia de millones de la Expo tampoco sirvió para dárselo. Jorge Azcón tiene claro cuál debería ser ese referente: "Durante muchos años hemos desaprovechado la figura más universal de la ciudad, que es Goya. Es difícil de explicar que se abandonara el proyecto de un museo para visitar su figura", señala. Espera que el proyecto municipal ideado para la Lonja consiga acabar con esa carencia.

En estas ‘no fiestas’ que tanto se parecen a las ‘sí fiestas’, Azcón confía en que se mantenga "el buen comportamiento que los zaragozanos han demostrado hasta ahora". Cree que, más allá de las restricciones de la pandemia, los festejos pilaristas son "el momento más importante del año para los zaragozanos", esos días en los que "enseñamos nuestra mejor cara a los que nos visitan" y en los que "hasta los no creyentes pasan a poner flores a la Virgen". Él empezó a pasar en la Ofrenda ya de concejal, con la corporación municipal. "Como soy el pequeño de cinco hermanos, a mí de pequeño ya me dejaron de vestir para pasar en la Ofrenda, soy el único", cuenta. Se considera "devoto de la Virgen" y "creyente". "Pero es verdad que soy pecador", confiesa con una sonrisa.

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