Una gran reforma cambiará la congestionada plaza de San Miguel de Zaragoza por una entrada digna al Casco

El Ayuntamiento incluirá esta remodelación en la del Coso, que se ejecutará este mandato, e implicará una reestructuración del trafico.

Imagen de la plaza San Miguel.
Imagen de la plaza San Miguel.
Francisco Jiménez

Catorce postes semafóricos, diez señales de tráfico, tres marquesinas de autobús para once líneas distintas, aparcamientos para motos, para bicis, medio carril-bici, seis pasos de peatones, media docena de árboles diseminados y cuatro bancos sueltos. Todo, en una pequeña plaza redonda, que se asemeja a un coso taurino y que está tapada, deslucida. A pesar de ser un acceso directo al Casco Histórico de la capital.

La pragmática plaza de San Miguel se transformará en un espacio emblemático, como le correspondería por historia y por su ubicación estratégica en la ciudad. Dejará de ser un intercambiador de autobuses para convertirse en un lugar de disfrute ciudadano, en el que se pondrá en valor la iglesia de San Miguel de los Navarros, de la que toma su nombre. La renovación urbanística que acometerá el equipo de Gobierno que dirige Natalia Chueca quedará ligada a la reforma del Coso, desde el Teatro Principal hasta el cruce con la calle Alonso V, y el objetivo es completarlas en el presente mandato.

La obra se ejecutará con "responsabilidad", sobre todo por las afecciones al tráfico. Por la plaza circulan unos 25.000 vehículos a diario y once líneas de autobús, lo que exige un meditado plan de movilidad. Parece, a pesar de ello, que el mejor momento para reformarla y abrirla en canal para rehabilitar las infraestructuras bajo el asfalto ha de ser el mismo en el que se debe restringir la circulación para renovar el Coso.

Un proceso largo

El proceso para dignificar la plaza San Miguel y el Coso será largo. En total, se actuará en más de 20.900 metros cuadrados. Los trabajos comenzarán este mismo mes con la realización de 50 catas arqueológicas, 25 en la plaza y 25 en el Coso, para analizar si hay restos de interés en el subsuelo. Es una posibilidad que preocupa, y no poco; pero como la decisión para recuperar la plaza es firme, con los hallazgos, si los hay, se hará lo que los arqueólogos digan y se adaptará el proyecto para que, una vez entren las excavadoras, las obras no se paren.

Precedentes hay en las dos últimas grandes reformas de plazas que se han hecho. En la de Santa Engracia salieron a la luz restos de la Zaragoza de los Sitios; en la de Salamero, el hallazgo se produjo en la confluencia de las calles de la Morería y del Teniente Coronel Valenzuela, justo en el lugar donde se encontraba la vivienda familiar de los Goya y donde creció el pintor hasta abandonarla a los 11 años.

Cuando aparecen restos en una cata o durante unas obras se limpian ‘in situ’, se documentan y se valora si hay que conservarlos. Bajo el paseo de la Independencia hay un barrio musulmán y en el Coso y otros viales del Casco, restos de las cloacas y de las murallas. En el subsuelo de Zaragoza hay tapados casi 80 restos de la época romana, medieval y moderna que fueron hallados y documentados.

Respetando lo que pueda surgir a través de las catas arqueológicas (se cree que sería un milagro que no apareciera nada), se pretende transformar la plaza en una emblemática puerta de entrada al Casco Histórico, dentro de la concepción urbanística del Ayuntamiento de Zaragoza, que apuesta por hacer las calles más accesibles y amables y por mejorar la calidad de vida de quienes pasean o residen en ellas.

Desde el área de Infraestructuras que dirige Víctor Serrano se acometerá la renovación de las tuberías de abastecimiento y saneamiento, pues no tendría sentido embellecer la plaza si meses después pudiera tocar repararla.

Es el asfalto central de la plaza de San Miguel el que mejor aspecto presenta. El resto parece un espacio desordenado. Es tal el caos de tráfico (y ruido) que se genera a diario que pasan desapercibidos la Iglesia de San Miguel de los Navarros y el mural de Pepe Cerdá que recuerda la antigua Puerta del Duque de la Victoria, la que cayó poco después de construirla por las prisas para que la inaugurara el mismísimo general Baldomero Espartero, y la que la sustituyó y se retiró en 1919 para que no interrumpiera el incipiente tráfico.

Los cambios no son fáciles en una gran ciudad. Y en Zaragoza, menos. Se pretende, por ello, que el área de Movilidad de Tatiana Gaudes trabaje en una solución para mitigar el gran impacto en el tráfico de Zaragoza que tendrán las obras. Son conscientes en el Ayuntamiento de que molestias se van a generar, ocurre en todas las reformas, pero aseguran que el resultado final las compensará.

En el caso de la plaza de San Miguel, habrá que planificar cómo será el día después de una reforma que quiere ser ambiciosa. Se pretende incluir zonas verdes, más carril-bici, una mayor pacificación del tráfico. Todo lo que se pueda hacer en función del resultado de unas catas arqueológicas que van a condicionar el proyecto.

Contemplan que la tramitación administrativa durará aproximadamente un año; las obras, si todo va bien, otro, y el objetivo es que estén listos la plaza y el Coso en 2026, antes de que finalice el mandato. La plaza conectará con la calle San Miguel, que se reabrió en febrero de 2023 tras una inversión de un millón y un año de trabajos. 

Movilidad analizará si, una vez se complete la renovación de la plaza de San Miguel, continúan las paradas de bus como están, si bien es previsible que se replantee la ubicación de alguna de ellas para impedir que se caiga en la tentación de volver a utilizarla como un intercambiador

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