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Condenadas por estafa dos zaragozanas supuestas víctimas del timo del amor

Las acusadas dieron su número de cuenta para recibir 17.340 euros conseguidos fraudulentamente y enviárselos 'online' un supuesto médico brasileño con el que chateaban. 

El abogado encargado del caso, Simón Lahoz, a la derecha de la imagen, durante un juicio.
El abogado encargado del caso, Simón Lahoz, a la derecha de la imagen, durante un juicio.
Guillermo Mestre

Las estafas amorosas tienen distintas caras y formas y todas el mismo objetivo: el dinero de las víctimas. O el uso de estas para cometer delitos y acceder a más dinero. O ambas. Este parecer ser el caso de dos zaragozanas que acaban de ser condenadas a siete meses de prisión cada una por estafar 17.340 euros a otra mujer, dinero que acabó en manos del nigeriano que había orquestado todo el engaño y del que nada se sabe.

La manera de acceder a esa cantidad fue compleja. De hecho, parece que terminaron siendo las ‘mulas’ de la también estafa conocida como ‘man in the middle (‘hombre en el medio’, en inglés literal). Y como tanto los bancos como sus movimientos dejaron claro que ellas habían recibido 17.340 euros que no eran suyos y los transfirieron a un tercero, han aceptado la condena de prisión y el compromiso de devolver el dinero en 30 mensualidades. De esta manera, no entrarán en la cárcel, como buscaba su abogado, Simón Lahoz.

La rocambolesca historia se remonta a tres años atrás. En 2019, una de las mujeres empezó a chatear con el supuesto médico brasileño Fernando Gomes Pinto, un atractivo neurocirujano de 44 años, muy conocido en su país por su trabajo y también en el resto del mundo pero por motivos muy distintos. En concreto, por ser una de las caras más utilizadas por los estafadores en internet, frecuentemente desde Nigeria, para cometer el timo del amor. 

Con su imagen y una agradable conversación plagada de palabras cálidas y seductoras conquistan a mujeres, que generalmente rondan los 60 años, y chatean con ellas durante semanas, meses o años, según la estrategia diseñada en cada caso. El uso cada vez más generalizado de la Inteligencia Artificial les permite incluso usar un traductor que, con voz melosa, habla en el idioma de la víctima elegida y le dice todo lo que quiere oír.

De esta forma, el hombre que se escondía tras la fotografía de Fernando Gomes Pinto contactó con María (nombre ficticio). Según la mujer, la primera conversación la tuvieron en 2019 y la convenció para que le enviara 500 euros mensuales para un orfanato en el que ayudaba. Durante un año lo hizo, aunque después bajó la cantidad a 400 y 300. En total, según declaró, le llegó a entregar (estafar) 14.000 euros. La mujer, que ahora tiene 60 años, hizo partícipe de esta relación a su amiga Ana (también ficticio) con la que en 2021 abrió una cuenta conjunta en un banco. La cuenta era supuestamente para ir metiendo las dos dinero y tener un ahorro, pero en 2022 recibieron en ella un ingreso de 17.340 euros.

Esa cantidad provenía del salario de una empleada de una empresa cuyo departamento de recursos humanos recibió un correo electrónico, aparentemente enviado por la propia trabajadora, en el que les indicaba que deseaba cambiar la cuenta bancaria en la que le ingresaban la nómina y facilitaba otro número. La empresa así lo hizo y el siguiente ingreso lo efectuó en la cuenta de las dos acusadas. Estas, siguiendo instrucciones de un tal Mike Dewn, nigeriano, sacaron la cantidad, una parte se la quedaron ellas y el resto se la transfirieron por Moneygram. Luego María declararía que este Mike Dewn, a quien no conoce físicamente, era quien se hacía pasar por el médico Fernando Gomes.

Ambas zaragozanas, de 60 y 54 años, afirmaron durante la investigación que ellas no mandaron el correo electrónico y la sospecha es que lo pudo remitir el propio artífice de la estafa del amor usando la treta del intermediario que envía un mail con toda la apariencia de ser el corporativo de la empresa y logra que le ingresen dinero a él en vez de a su legítimo propietario. No obstante, esta circunstancia no se investigó porque no llegaron a denunciar el hecho y ellas han acabado asumiendo la responsabilidad de la estafa. 

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